Un monumento frágil

M. A. Sande RIBADEO / LA VOZ

GALICIA

01 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El mar va erosionando a su antojo las paredes rocosas y los arcos en la playa de As Catedrais; solo precisa del viento y del agua salada filtrándose entre la pizarra y el esquisto en cada temporal. Luego ya es cuestión de tiempo, siglos. Por eso este es un monumento frágil; no hay más que verlo si uno disfruta de este lugar cumpliendo, eso sí, todas las indicaciones.

Muchas parejas se acercan hasta este entorno para hacerse fotos el día de su enlace aprovechando la luz del Cantábrico y un paisaje, sin duda, impresionante no lejos de donde se produjo ahora este desprendimiento. Los mordiscos en el borde del acantilado asustan.

La Xunta, a través de la Consellería de Medio Ambiente, aprobó un plan de conservación de este monumento natural en el 2015. Tres años después, en la Semana Santa del 2018, fallecía una joven turista de Valladolid, Irene Baladrón, de 25 años, tras golpearla una roca que se desprendió cuando visitaba la playa en uno de sus días de vacaciones. Una tragedia. Se extremaron las medidas de protección y seguridad.

Solo en verano pasan por As Catedrais —esta joya natural de A Mariña lucense— más de 200.000 visitantes. Como saben, en temporada alta es necesario reservar previamente la entrada para bajar al arenal; aun así puede que sea demasiada gente para tanta fragilidad.

El Ayuntamiento de Ribadeo ha elaborado un plan para preservar y proteger aún más todo el entorno: su gallina de los huevos de oro. La naturaleza no lo pondrá fácil. La fuerza de los temporales, la intensidad de las lluvias en este norte de luz vertical, continuarán su erosión caprichosa. Queda mejorar, si cabe, las medidas preventivas y luego nosotros, visitantes, tomar conciencia y cumplirlas. A menudo no se hace.