La pandemia provocó más divorcios, pero menos denuncias por maltrato

Susana Luaña Louzao
Susana Luaña SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Pancarta colocada en el puente viejo de Monforte con motivo del día mundial contra la violencia machista, en una foto de archivo
Pancarta colocada en el puente viejo de Monforte con motivo del día mundial contra la violencia machista, en una foto de archivo ROI FERNÁNDEZ

La falta de libertad y de independencia económica paralizó a las víctimas

23 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La lacra de la violencia de género castiga todos los días del año, aunque sea la del 25 de noviembre, día mundial contra el maltrato machista, la fecha en que alcanza más visibilidad. A diario se suceden los dramas, las denuncias y los asesinatos de mujeres que dejan familias enteras destrozadas. Pero este año, la tragedia se agravó a causa de la pandemia. Como reconocía en la desescalada Natalia Prieto, secretaria xeral de Igualdade por delegación, «el confinamiento pudo encapsular los casos más graves de violencia machista». Nada más retomar Susana López Abella ese cargo, tras las elecciones autonómicas, reconoció que el incremento de consultas en el primer semestre del año estaba vinculado a la pandemia.

En efecto, aumentaron exponencialmente las llamadas al 016, el teléfono de atención a las víctimas de violencia de género que no deja rastro en la factura. Y sin embargo, bajaron las denuncias. ¿Se debe a que se dieron menos casos en esas semanas en las que todo quedó hibernado? Las abogadas, psicólogas y técnicas de los centros de atención a la mujer que trabajan más cerca de las víctimas no lo creen. Al contrario, sospechan que el encierro y la impunidad envalentonó a los agresores, y que ellas se quedaron más solas que nunca. Por eso aumentaron las llamadas de socorro en situaciones límite, pero no las denuncias. La convivencia en condiciones extremas lastró muchas relaciones, y por eso también aumentaron los divorcios, pero no los de las parejas sobre las que recaen las sospechas del maltrato, ya sea físico o psicológico.

Los datos así lo corroboran. Según el Consejo General del Poder Judicial, en Galicia bajaron las denuncias por violencia de género un 13,7 % entre los dos primeros trimestres del año con respecto al mismo período del 2019, mientras que el número de víctimas descendió un 8,4 %. El mayor descenso se dio en el primer trimestre del 2020, que incluye las primeras semanas de confinamiento por la pandemia.

En cambio, las llamadas al 016, el teléfono de atención a víctimas de violencia de género, aumentaron un 14,2 % en Galicia entre los meses de enero y septiembre del 2020 con respecto al mismo período del año anterior. Fueron 2.216 en lo que va de año frente a 1.902 en el 2019. La mayor diferencia se registró, precisamente, en los meses duros de la pandemia.

De divorcios no hay, todavía, datos actualizados, pero no hace mucho se supo que en la ciudad china de Dazhou, más de 300 parejas habían tramitado el fin de su matrimonio nada más salir de la cuarentena, y la Asociación Española de Abogados de Familia confirmó ese repunte. Los letrados gallegos lo corroboran porque lo viven día a día en sus despachos.

Más casos activos

Con 3.733 casos activos por violencia machista en Galicia, un 4,3 % más que en noviembre del año pasado, la conmemoración del día contra la violencia de género tendrá mañana una asignatura pendiente: evaluar el impacto de la pandemia en las víctimas, más desamparadas que nunca y a merced de sus agresores.

Rosa Campos, primera por la derecha, junto a Luis Davila y Carmen Fouces en la presentación de la campaña del 8-M en el Concello de Pontevedra en el 2019
Rosa Campos, primera por la derecha, junto a Luis Davila y Carmen Fouces en la presentación de la campaña del 8-M en el Concello de Pontevedra en el 2019 S.B.

Rosa campos, directora del cim de pontevedra

«Vieron un panorama de futuro muy sombrío y tuvieron miedo»

Rosa Campos, como otras muchas responsables de centros de información a las mujeres en Galicia, mantuvo durante el confinamiento el teléfono encendido desde las nueve de la mañana a las nueve de la noche. «Nadie nos mandó, pero en esa situación, pensamos que las mujeres no tenían muchas oportunidades para llamar, y había que estar disponibles a cualquier hora». Reconoce que psicológicamente fue duro, pero no porque tuviese un exceso de llamadas. «Quedó todo como paralizado. A no ser que hubiese una agresión física, que entonces actuaba la policía, no se dieron denuncias porque no había servicios abiertos. Con las oficinas de empleo era imposible contactar y la Seguridad Social estaba desbordada. Nadie sabía a dónde acudir, la gente estaba muy desatendida».

No fue ese el caso de los CIM, que no solo se mantuvieron operativos sino que sus responsables fueron autorizadas a tramitar órdenes de protección o traslados de mujeres a casas de acogida. «En ese sentido, la Xunta lo hizo muy bien», reconoce. Pero denuncia, como otros servicios gallegos, que los CIM necesitan más personal, «que a veces no se da abasto».

Ella está convencida de que las víctimas «vieron un panorama de futuro muy sombrío y tuvieron miedo, se preguntaron que a dónde iban a ir en esa situación». De hecho, las denuncias que llegaron durante el confinamiento fueron casi siempre a través de la policía. Otros servicios que las canalizan de forma habitual, como los centros de salud o incluso los centros educativos, se encontraban o cerrados o desbordados por la pandemia, asegura la directora del CIM de Pontevedra.

MIGUEL VILLAR

Alejandra fernández, abogada de ourense

«Se demostró que las mujeres estamos muy lejos de ser libres»

Su firma, Alejandra Fernández Abogados, está especializada en la violencia dentro de la pareja, de ahí que su despacho sea un termómetro inequívoco de las consecuencias de la pandemia en el maltrato. Y lo tiene claro: si bajaron las denuncias durante el confinamiento fue porque las mujeres no pudieron o no se atrevieron a interponerlas. «Al estar todo el día en casa, el maltrato fue más sutil —asegura—. Incluso afloraron formas de maltrato que arrastramos por educación. Por nuestra parte, a la hora de soportarlo, y por parte de ellos, a la hora de provocarlo».

A su entender, la situación vivida estos meses «demostró que las mujeres estamos muy lejos de ser libres». Antes, incluso en las parejas que tenían conflictos, «había una válvula de escape fuera del hogar, pero en casa tienes que tragar, y quien más traga es siempre la mujer. Incluso con el teletrabajo, con una doble carga para ellas».

Recibió llamadas de mujeres durante el confinamiento, pero no denuncias. «Nunca había visto menos». Sí se tramitaron una vez que las víctimas pudieron salir de nuevo a la calle, pero Alejandra Fernández está convencida de que fueron muchas menos de las que se deberían haber interpuesto, sobre todo por una cuestión económica. «Hubo mujeres separadas o en trámites de separación que dieron marcha atrás porque estaban en ERTE o en el paro y que, por darle de comer al hijo, volvieron al redil».

Sí constata que están aumentando los divorcios, «pero no los de parejas que tienen un problema de maltrato. Ellas, las víctimas, están esperando a que todo esto cambie para poder ser libres».