Notifican el fallecimiento de un empresario que, con doble identidad, movió 1.700 kilos de cocaína por Galicia siendo realmente un gran capo en Brasil
25 feb 2022 . Actualizado a las 16:53 h.El empresario Paul Wouter abandonó forzado el anonimato que disfrutaba por todo lo alto en Marbella. Un millonario porte de cocaína, decomisado en agosto del 2018 en el Atlántico, fue la causa. Wouter, nacido en 1965 en Guyana, pero con pasaporte de Surinam, no era quién decía ser. Respondía en realidad al nombre de Sérgio Roberto de Carvalho, un magnate del narcotráfico en Brasil con capacidad para enviar grandes alijos a Europa y Asia. El análisis comparativo de las huellas dactilares de ambos lo demuestra: son idénticas. Lo último, que acaba de ser aportado al procedimiento de esta causa, ha sido la notificación de la muerte de Wouter en su casa de Marbella.
Ocurrió el 29 de agosto, aunque no se solicitó el certificado de defunción hasta el 9 de septiembre. Aún hoy sigue sin aportarse por la demora burocrática causada por el covid-19, que además ha sido la presumible causa de esta muerte repentina. Está por ver si se ha incinerado el cadáver, lo que descartaría cualquier análisis forense o de identificación. Un cúmulo de hechos que, a ojos de quienes seguían sus pasos, recuerda un tanto a Paco Paesa, el espía español que fingió su muerte tras una vida en los bajos fondos del Estado.
Siendo aún Paul Wouter a ojos de la investigación, este tipo ya demostró que no era un cualquiera. Quiso eludir la prisión provisional presentando una prueba falsa al alcance de muy pocos. Pretendía probar que no participó en una reunión incriminatoria en Meis por el alijo de 1.700 kilos de cocaína del 2018 (operación Barrancabermeja). Se ubicó en Portugal valiéndose de una multa de tráfico oficial falsificada, y luego llegó un recibo de alquiler de coche y el escrito de una notaria asegurando que Wouter asistía a la firma de un documento en el instante que más le convenía.
Pasaron los meses y casi todos los detenidos por aquel caso acabaron en libertad a la espera de juicio, Wouter entre ellos. Regresó a su casa de Marbella y compareció en el juzgado regularmente. Siguió pilotando sus empresas e intereses, aportados al procedimiento por él mismo. Dos firmas ubicadas en Dubái y dedicadas a la importación y exportación de marisco. También en Marruecos, igualmente en el sector del bivalvo.
En el 2019, Brasil ya había informado del verdadero calado de la persona que decía ser Paul Wouter: «La organización criminal internacional [en alusión a la brasileña liderada por Sérgio Roberto de Carvalho] practica el tráfico de drogas en Portugal, Bélgica, Alemania, Emiratos Árabes Unidos y Holanda. Parte de la droga salía de puertos brasileños para introducirse en Amberes, Hamburgo, Róterdam y Algeciras».
Pero esquivó cualquier aclaración. En junio declinó la citación que le obligaba a comparecer en persona o telemáticamente. Alegó estar en cuarentena por el covid-19. Dio igual: pudo conectarse por videoconferencia. De ahí la orden de busca y captura emitida. Finalmente se anuló y declaró desde Marbella. Aseguró que sí era Wouter, nada más, y regresó a su vivienda en libertad condicional a la espera de juicio. Lo más curioso es que su pasaporte de Surinam, con la identidad de Paul Wouter, sí es oficial y verdadero, por lo que, concluyen los investigadores, lo compró de tapadillo dentro de la Administración. Otro gesto de fuerza, como la multa en Portugal, para sortear la legalidad en países diferentes.
La gran pregunta ahora es saber dónde se ubica Sérgio Roberto de Carvalho, el real, un capo, tal vez, con más identidades escondidas bajo la manga.