Santórum, del «narco más grande de España» a ser libre por 30.000 euros

Javier Romero Doniz
Javier Romero REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Ramón Leiro

El presunto narcotraficante arousano, que estuvo cuatro meses en busca y captura, seguirá en prisión por una condena anterior; pero no por los 3.824 kilos decomisados en abril, y que llevarían su nombre

17 abr 2021 . Actualizado a las 20:41 h.

Los 3.824 kilos de cocaína descargados el 28 de abril en Vigo implicaron el salto definitivo a la fama de Juan Carlos Santórum (Vilanova, 1980), hasta ese momento un presunto narco con una presunta gran capacidad para pintar de blanco Galicia. Fuentes oficiales, aquella mañana, señalaron a Santórum como el oráculo de la organización de narcolancheros «más importante de Galicia y España». Hoy, la realidad es que dicho procedimiento judicial podría quedar en nada. Lo adelantó la Audiencia Provincial de Pontevedra a finales de mayo al dejar en libertad a cada presunto colaborador de Santórum en tierra. Interpretó, ante un primer recurso de un abogado de Vigo, que no existe forma solvente de relacionarlos con la droga a bordo del Karar.

De Santórum nada se supo durante cuatro meses. Se fugó, siguió todos los avances procesales en tiempo y forma y no se entregó hasta que él quiso. Eso sí, ya sabiendo que la acusación del MV Karar se tambaleaba y para cumplir la única condena firme que arrastraba. No por narcotráfico, pero sí por corromper a dos agentes especializados en narcotráfico en las Rías Baixas. Dos años y tres meses entre rejas que, desde el 9 de septiembre, cumple en la cárcel de A Lama. Ayer, un mes después, la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo, respondió al recurso de su letrada. Solicitó la libertad de Santórum y le fue aceptada, lo que implicaría, de no ser por la condena pendiente, que Santórum, considerado policialmente «el narcolanchero más importante de Galicia y España», podría retomar su vida habitual en su Vilanova natal.

Tan solo se le reclaman, en concepto de fianza, 30.000 euros. Una cifra, se entiende, algo elevada para una persona a la que, policialmente, no se le conoce ocupación ni ingresos regulares lícitos. El auto expone una versión de los hechos opuesta a la recogida en el procedimiento por el Cuerpo Nacional de Policía, el Servicio de Vigilancia Aduanera, el Juzgado de Instrucción número 3 de Vigo y la Fiscalía Antidroga de Pontevedra. Cinco páginas que despejan toda prueba incriminatoria, hilada durante meses.

Argumentario

El Tribunal interpreta que Ricardo, hermano de Juan Carlos, es considerado colíder de la organización y está en libertad tras salir de prisión a finales de mayo. Por lo que ambos deben tener idéntica consideración. Sobre el reguero de conversaciones incriminatorias de Juan Carlos Santórum se concluye que no son determinantes. Valora el auto que su interlocutor es siempre Emilio Xosé Rodríguez, también en libertad, tras un mes de prisión, por la misma falta de relación procesal entre el alijo y los llamados a recogerlo a 60 millas de las Rías Baixas. Se expone igualmente que Santórum, ahora, no se fugará. Ya lo hizo y se entregó: «Podría valorarse positivamente ese cambio de voluntad».

El fuerte arraigo familiar de Santórum a Vilanova se ha tenido en cuenta. De ahí, se concluye, su arrepentimiento súbito: «Haya podido cambiar de postura durante este período de huida». También se valora el riesgo de destrucción de pruebas. El auto, nuevamente, cita de ejemplo lo ocurrido con Ricardo Santórum: «Al tiempo de su detención destruyó deliberadamente su teléfono móvil, lo que no fue óbice para que se encuentre en situación de libertad». Lo que no aclara el auto es si uno u otro, Juan Carlos, Ricardo y la docena de detenidos, tenían más pruebas incriminatorias que destruir.

El arousano tendría los primeros permisos en marzo y el tercer grado en mayo del 2022

La realidad de Juan Carlos Santórum, más allá del relato policial, es que su única condena pendiente se fija en dos años y tres meses. 27 meses por delante de los que ya cumplió uno. Tras superar una cuarta parte (7 meses), Santórum y cualquier preso con buen comportamiento pueden disfrutar de días de permiso en la calle. En el caso del arousano, esa cuarta parte, se cumplirá en marzo, por lo que, ya al calor de la primavera, podría dejarse caer por la ría que lo vio crecer. Ya el tercer grado, antesala de la libertad plena, le correspondería, siempre que su conducta sea correcta, en mayo del 2022. Poca cosa si se compara con los 18 años, aproximadamente, que podría dormir en un celda de prosperar la acusación del Karar.

La fama de escurridizo a Santórum le viene de lejos. La Audiencia Nacional, en el 2004, le encausó por un alijo de 5.500 kilos de hachís en el que estaba relacionado Manuel Charlín Pomares, el patriarca. También de Vilanova y también de actualidad por seguir saltándose las leyes, en este caso de tráfico, a la torera. La anulación de pruebas en la Audiencia Nacional dejó libres a todos, pero su currículo siguió engordando. Ya en el 2012 llegó el alijo de 3.600 kilos de cocaína del Ratonero —lo dirigía la misma jueza que el del Karar— y también salió bien parado pese a protagonizar una huida en planeadora hasta Madeira. El jura y perjura, aún hoy, que nada tuvo que ver con eso. Normal, las resoluciones judiciales lo amparan.