Lo que nunca ha quedado del todo claro —hay teorías, pero nada en los hechos probados de la sentencia— es por qué unos padres que tanto habían peleado por tener una niña —fue la primera china adoptada en Santiago—, la mataron después de una manera tan cruel. Nadie que conoció a Asunta puede entenderlo. Era una niña alegre, brillante y estudiosa, que destacaba en matemáticas y física, pero a la que también le gustaba escribir y tenía mucha imaginación. Era lista y trabajadora, tanto, que iba un curso adelantada por decisión de sus profesores. También tenía grandes aptitudes para la música, tocaba el violín y el piano, y bailaba ballet. Iba bien en el instituto y habría acabado sin problemas el bachillerato. Seguro que con buena nota y habría podido escoger la carrera que quisiese. Un futuro prometedor segado por aquellos que deberían haberla protegido. Un sinsentido.
La casa de los horrores de Teo está abandonada e incluso tuvo okupas
De todos los escenarios en los que se desarrolló el cruel asesinato de Asunta Basterra a manos de sus padres, el más siniestro es sin duda la casa de Montouto, en Teo, en la que Rosario Porto acabó con la vida de su hija asfixiándola hasta la muerte cuando estaba indefensa y a su merced tras haberla drogado con un medicamento cuya marca comercial es Orfidal.