Los autobuses compartidos segregarán a escolares y mayores para evitar contagios

Pablo González
pablo gonzález REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Imagen anterior a la pandemia de un autobús escolar compartido
Imagen anterior a la pandemia de un autobús escolar compartido miguel souto

El transporte exclusivo para estudiantes se guiará por las normas generales, por lo que se podrán ocupar todas las plazas con el uso obligatorio de la mascarilla

26 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La Xunta tiene ya esbozados -aunque aún pendientes de ajustes- los protocolos para el uso del transporte escolar, tanto el compartido que gestiona la Consellería de Infraestruturas e Mobilidade, como el que todavía depende de la de Educación al ser utilizado en exclusiva por escolares. En principio hay que recordar que la normativa de la nueva normalidad para el transporte regular y discrecional en autobús prevé que se puedan ocupar el 100 % de las plazas, siempre y cuando se utilicen la mascarillas y que, cuando hay plazas libres -algo que es bastante habitual en la actualidad, pues la ocupación media es del 40 %-, los usuarios mantengan la distancia social preceptiva. El uso de geles hidroalcohólicos también es preceptivo, además de las labores de desinfección y ventilación a las que están obligadas las empresas de transporte después de realizar los servicios.

Las normas generales de los autobuses regulares serán de aplicación en algo más de la mitad de las líneas escolares, las que dependen de la Consellería de Educación. Esto es, en principio no habrá limitación de capacidad alguna en estos casos, sino las medidas genéricas de prevención. Así, las cautelas para evitar contagios se centrarán en el transporte escolar compartido, un concepto que en realidad se refiere a autobuses regulares que reservan plazas para estudiantes y que son utilizados a menudo por personas mayores en ámbitos rurales, un colectivo muy vulnerable si son contagiados por el covid-19.

En estos autobuses se establecerán espacios diferenciados para los escolares y el resto de los usuarios. Estos últimos viajarán en la parte delantera del vehículo, por ser la que suele estar más ventilada. La segregación espacial se complementará con turnos para la subida al bus, al que accederán antes los escolares. En la última parada -en muchos concellos el colegio o instituto está en la misma zona donde se ubica el centro de salud-, también saldría antes el alumnado. En las marquesinas, como sucede en el transporte regular, debe respetarse la distancia social.

Esta es la filosofía general, pero los detalles los está ultimando el departamento que dirige Ethel Vázquez con el Instituto Galego de Saúde Laboral (ISSGA), que está asesorando a la consellería sobre el protocolo de prevención en los autobuses compartidos, un modelo para favorecer la movilidad en áreas rurales que está funcionando con buena acogida desde que se puso en marcha en septiembre del 2017 y cuya extensión a todo el territorio culminará este curso. Ya en diciembre de este año, este modelo de transporte supondrá el 53 % de las líneas escolares que hay en Galicia, una de las comunidades que más dinero gasta en este tipo de transporte, unos 120 millones de euros cada curso. Un sector de las empresas de transporte ha mostrado su desacuerdo con este modelo desde el principio, pues reduce sus ingresos por las rutas escolares. Y desde que comenzó la pandemia volvieron a cuestionarlo por considerarlo una eventual fuente de contagios para grupos de riesgo como el de los mayores.

Ofrecer confianza

El objetivo de la consellería es establecer medidas «que garantan a seguridade de todos e ofrezan confianza sobre o uso do transporte público», explican. «Ademais dos escolares, cómpre protexer a saúde do resto de usuarios do bus compartido, que con frecuencia son persoas maiores e, polo tanto, un colectivo vulnerable», añaden.

En ninguno de los escenarios que se manejaron respecto al transporte compartido se planteó suprimirlo para volver al modelo anterior. «Nun territorio disperso como este, o transporte público é esencial para garantir o dereito á mobilidade e o acceso aos servizos básicos», aducen en Infraestruturas. Tampoco se vio factible aumentar la flota de autobuses, como parece que va a hacer la Comunidad de Madrid de cara a la vuelta al cole. En este sentido recuerdan que todos los medios de transporte público (autobús, tren, avión y barco) «funcionan con medidas de seguridade, entre as que non se conta a limitación da capacidade».

Esto coincide con las líneas generales que marcó el Sergas hace un mes en su protocolo de adaptación a la pandemia para las enseñanzas no universitarias. En él se especificaba que, inicialmente, «poderán ser utilizadas todas a prazas coa obriga do emprego de máscara», al tiempo que se responsabilizaba a los acompañantes -que son contratados por las empresas- de la supervisión del uso de la mascarilla y de que no haya cambios de asiento durante el trayecto.

En los próximos días, la Xunta abordará estos protocolos con la patronal y los sindicatos.