La Guardia Civil aconseja cómo evitar okupas: «Alarmas, alarmas y alarmas»

c. punzón / A. Mahía VIGO, A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

Chalet ocupado en la Avenida Nueva York número 31 A Zapateira, en A Coruña
Chalet ocupado en la Avenida Nueva York número 31 A Zapateira, en A Coruña Marcos Míguez

Tras una alerta actuarían «con contundencia» por robo con fuerza o allanamiento

27 may 2020 . Actualizado a las 08:57 h.

No hay una legislación ágil con la que hacer frente a ocupaciones como las que están proliferando en la zona coruñesa de A Zapateira. Es tan difusa la capacidad de actuación de los cuerpos policiales ante la denuncia de quien haya sufrido la usurpación de una vivienda, que incluso el año pasado el fiscal jefe de Baleares se vio impulsado a emitir una instrucción para aclarar a Guardia Civil, Policía Nacional y cuerpos locales cúando pueden actuar ante una ocupación y cuándo debe ser la Justicia la que dictamine el caso. Pero la alarma social sigue creciendo.

La Guardia Civil cree haber dado con una vía que puede propiciar su actuación inmediata para echar a los asaltantes antes de que se asienten en los inmuebles ocupados. «Alarmas, alarmas y alarmas». De esa expresiva manera aconseja una portavocía de la Guardia Civil en Galicia que los ciudadanos se doten de sistemas de aviso en los inmuebles para desencadenar su intervención en el momento en el que se entre sin permiso en una propiedad. «Cuando nos notifican un salto de alarma, acudimos y actuamos con toda la contundencia frente al allanamiento o robo con fuerza, no contra la ocupación de una vivienda, sino contra el hecho inicial, el asalto al inmueble», explican las fuentes consultadas. «Al recibir el aviso de salto de alarma ya podemos entrar en la casa, no hay lugar a discutir si han accedido porque se posee un supuesto contrato o aducir que ya se lleva tiempo viviendo dentro», añade la Guardia Civil. Incluso señala que su actuación se produciría de la misma manera, aunque los asaltantes hayan entrado con menores en la casa, presencia que suele dilatar cualquier resolución judicial al considerarse que entre los residentes hay población vulnerable.

«Un allanamiento o un asalto con fuerza no dejan de serlo porque sus causantes se acompañen con niños», advierten los testimonios recabados en el cuerpo de seguridad, que señalan que ya han vivido en Galicia situaciones similares. Eso sí, en el medio rural, su campo de actuación.

La Guardia Civil distingue por su experiencia dos tipos de grupos organizados en el ámbito de las ocupaciones. Un primero que se dedica a proveer de casas ocupadas a terceros, a los que les cobra. Este tipo de grupo tiene su variante en otro que se dedica a la mera ocupación hasta que el propietario, particular o banco, les pague un rescate por la vivienda. Otro segundo colectivo organizado cobra, según ha detectado el instituto armado, por asesorar a otras personas sobre cómo ocupar viviendas, qué hacer para evitar ser desalojados y alargar el proceso judicial lo más posible para gozar de un hogar incluso durante años. Para la Guardia Civil, en ambos casos la intención es delictiva y criminal.

Casos como los conocidos en los últimos días en A Coruña, en los que mayoritariamente los propietarios afectados son bancos, han hecho que se extienda ya no solo la instalación de alarmas en Galicia, sino incluso que las entidades financieras hayan contratado servicios de vigilancia para evitar que vuelvan a ser ocupadas propiedades que se han conseguido desalojar, explican.

Desalojado tres veces

No había alarma sin embargo en uno de los chalés de lujo ocupados en A Coruña. El inmueble, en el número 31 de la avenida de Nueva York, tasado en 810.000 euros y propiedad de una entidad bancaria, se encontraba a la venta en un portal inmobiliario cuando varias personas lo hicieron suyo hace un año.

Desde entonces, fue desalojado hasta en tres ocasiones. Pero siempre hubo alguien que lo volvía a ocupar. El mes pasado, por cuarta vez, se volvieron a meter en él y por el momento no se han ido pese a que ya se intentó a los pocos días. Aprovechando que habían salido, les cambiaron las cerraduras. A los dos días, regresaron, forzaron las puertas e instalaron cámaras de seguridad y focos con sensores de movimiento. También tienen dos perros de raza peligrosa y es habitual ver a los dueños pasearlos por la zona.

Los vecinos cuentan, además, que mantienen todas las luces de la casa encendidas las 24 horas del día.