Votar en ocho semanas y en pleno julio, eso también es la nueva normalidad

GALICIA

Elecciones municipales en Francia del pasado 15 de marzo, las últimas celebradas en Europa, con los miembros de las mesas con mascarillas y guantes
Elecciones municipales en Francia del pasado 15 de marzo, las últimas celebradas en Europa, con los miembros de las mesas con mascarillas y guantes CHRISTIAN HARTMANN

13 may 2020 . Actualizado a las 20:26 h.

Hace unas tres semanas llegaron a los cuarteles del PP en Madrid y Santiago los primeros mensajes que apuntaban a unas elecciones vascas en julio. Urkullu temía un rebrote del covid-19 en otoño y había encargado informes sanitarios para apuntalar ese mes, y negociado un anclaje legal para hacerlo en plena declaración del estado de alarma, con sus poderes suspendidos. ¿Por qué no también en Galicia? Aquello parecía entonces -hablamos de mediados de abril- un desatino; visto hoy, con todo lo que ha sucedido, y con todo lo que aún tiene que venir, votar en verano no parece descabellado. Y hacerlo sería una buena noticia. Una señal de normalidad.

Feijoo intuyó hace días que julio sería el mejor momento. Y ha ido dejando que sea el lendakari Urkullu el que le vaya marcando los pasos para recuperar los fallidos comicios del 5 de abril; una manera de no quemarse en exceso en un momento tan delicado. El vasco propondrá este jueves una fecha, y de nuevo gallegos y vascos votarán a la par, mejor el día 12 que el 19. Aunque lo harán en unas condiciones extrañísimas. Y asumiendo que tomar una decisión así es complicadísimo.

El barón gallego llega a estos comicios convertido en el gran contrapeso del PP a Pedro Sánchez, y con varias de las iniciativas de su equipo (franjas horarias, flexibilidad para el confinamiento en ayuntamientos más pequeños, estudios de prevalencia, test rápidos en coches...) dándose por buenas en varias comunidades, y hasta en el Ministerio de Sanidad. En general, con la excepción de Madrid y los (seamos piadosos) desaciertos de su presidenta, todos los gobiernos autonómicos están demostrando músculo, agilidad y capacidad de gestión y de negociación en medio de esta mutante crisis. A la oposición en Galicia le va a costar mucho levantar un discurso propio y exhibir las carencias del presidente. El BNG se dispone a ir con manos libres y margen para discutir y cuestionar a San Caetano y a la Moncloa, mientras PSdeG y Podemos cuentan con la dificultad añadida de despegarse de la discutible gestión del bipartito Sánchez-Iglesias.

Pero el presidente gallego ha patinado en los modos de gestionar esta recuperación del calendario electoral: no parece la mejor manera convocar a la oposición por televisión para debatir la fecha sobre las que tiene ya una decisión tomada. Ninguno de sus adversarios aplaudió el adelanto electoral al 5 de abril, tampoco hubo unanimidad para ir a la desconvocatoria, que se discutió durante 3 días hasta que no quedó más remedio (había 300 infectados entonces en Galicia y dos muertos registrados). Y por tanto no era esperable un consenso ahora. Pero es cierto: no era ni el lugar ni el momento.

No acertó con la forma Feijoo, pero sí con el fondo: hay un riesgo cierto de rebrote de la pandemia en otoño (se dice en Santiago, pero también en Berlín y en París), y por ello el calendario de septiembre y octubre es muy arriesgado. Los informes de expertos sanitarios -con nombre y apellido- apuntan a la última semana de junio y las dos primeras de julio como las más propicias a nivel sanitario para un proceso complicado como este. Otro factor a su favor: en este contexto, es preferible tener un gobierno plenamente operativo en septiembre (sea el que sea) para preparar ese rebrote a nivel asistencial y también las cuentas del 2021, en las que deberá prevalecer una salida de la crisis ágil y ordenada. Con este nuevo calendario electoral el Parlamento, el poder legislativo, estará ya operativo el 20 de septiembre como muy tarde; hoy se mueve en un limbo legal.

El problema para el aspirante a la reelección está en casa. En Casado, por completar la frase. El líder de la oposición ha perdido la brújula y la capacidad de hacer oír su mensaje. Un mensaje, por lo demás, difuso, gaseoso, irrelevante ante el fabuloso reto que supondrá la reconstrucción tras la pandemia. No suma para Feijoo.

Quedan dos meses para votar. Es un topicazo decir que es un mundo, que puede pasar cualquier cosa. Pero es que en este contexto es así. ¿Quién se atreve hoy a hacer predicciones a 8 semanas vista?