Así son los test epidemiológicos: una llamada telefónica, un cuestionario y un pinchazo

lucía rodríguez peña LUGO / LA VOZ

GALICIA

Santi M. Amil

El relato de una de las primeras seleccionadas para someterse a uno de los 100.000 test que se realizarán en Galicia

24 abr 2020 . Actualizado a las 11:52 h.

Una llamada a primera hora desde su centro de salud invita a una de sus usuarias a participar en la prueba que revelará si está contagiada por coronavirus o si lo estuvo y su cuerpo ganó la batalla. La casualidad quiere que una de las primeras seleccionadas para someterse a uno de los 100.000 test que se realizarán en Galicia sea una redactora de La Voz.

Son las nueve y cuarto de la mañana y un número interminable aparece sobre la pantalla del teléfono móvil. Al descolgar, una voz explica a la recién desayunada que ha sido seleccionada al azar para participar en el estudio de seroprevalencia del covid-19. La usuaria, de 37 años y asignada al centro de salud de San Roque, en Lugo, acepta de manera voluntaria someterse a un breve cuestionario previo al test.

En primer lugar, le preguntan si en la actualidad sufre tos, fiebre, dificultad respiratoria o alguno de los síntomas compatibles con un contagio por coronavirus. Interesa conocer también si ha presentado alguna de esas complicaciones en los últimos 14 días y en los últimos tres meses. La respuesta es negativa. Se trataría, por tanto, de una participante asintomática, que pese a ello podría haber albergado el virus en su organismo sin que este se manifestara.

A continuación, se solicita a la usuaria que explique su situación laboral y si pertenece a la comunidad de profesionales sanitarios. No es el caso. Trabaja en su casa desde el 14 de marzo y ha guardado en todo este tiempo un confinamiento estricto. Para terminar, se demanda su consentimiento para que los datos de su tarjeta sanitaria puedan ser tratados con fines estadísticos por la Consellería de Sanidade.

Una vez aceptado este último paso, se ofrece a esta lucense participar de manera voluntaria en una prueba sencilla que se realizará en el exterior de su centro de salud, a través de una de sus ventanas, identificada con el cartel Prueba covid-19

Dudas

La joven, que acepta una vez más los términos, pregunta qué ocurriría en el caso de que la prueba revele que el virus entró en su organismo pero no lo sufrió. ¿Sus anticuerpos podrían ayudar a otra persona a curarse? No hay respuesta. «Esto es para que nos desconfinen ya», apunta su interlocutora.

Aclarado ese punto, solicita acudir en la primera cita disponible de la mañana y es emplazada a acercarse al centro en tres cuartos de hora, a las diez.

Una vez allí y sin nadie frente a la ventana indicada ni en las inmediaciones, se acerca y facilita sus datos a través de un cierre de cristal entreabierto. Apenas puede ver los ojos de la persona que la atiende. Una mano cubierta por un guante azul le facilita una mascarilla por la misma ranura. Una voz de mujer al otro lado del cristal la informa de que la prueba consiste en un pinchazo en un dedo, así que desliza una mano hacia el interior de la estancia. «Ojos que no ven...», dice la voz de la mujer encargada de la tarea, la misma que le informa de que los resultados llegarán a lo largo de la mañana. Un vaticinio que no se cumple.