La comunidad enlaza 32 años de saldo vegetativo negativo y cada vez se aleja más de la tasa de reposición demográfica
24 abr 2020 . Actualizado a las 19:24 h.Para que una población tenga demográficamente asegurada su continuidad (migraciones aparte), tiene que lograr un volumen de nacimientos de 2,1 hijo por cada mujer. Dos para sustituir poblacionalmente a la pareja procreadora, y una décima más por cada mujer que tenga hijos para que sumados todos los restos cubran el aporte que no hacen las que no tienen hijos. Esa es la teoría que establece la llamada tasa de reposición o fecundidad de reemplazo, de la que Galicia está en las antípodas.
En lugar de haber 2,1 por mujer hay dos entierros por cada nacimiento que se produce en la comunidad. Así lo atestigua hoy el Instituto Galego de Estatística, que tras recoger los datos de movimiento natural de población de los tres primeros trimestres del año cifra en 23.275 los fallecimientos registrados en Galicia, por 11.813 nacimientos solamente. En total, 11.462 muertes más nacimientos. Es decir, que mientras en cada jornada se consignan 85 fallecimientos, en números redondos, solo llegan al mundo en la comunidad 43 bebés, una dinámica que en el nuevo censo solo cortó una ligera mayor llegada de inmigrantes y emigrantes retornados que salidas de Galicia con destino al resto de España y otros países.
La comunidad gallega repite la cadencia de más muertes que nacimientos de manera continuada desde 1988, treinta y dos años por tanto de saldo vegetativo negativo que lastran su estabilidad demográfica y la estabilidad de sus contingentes en edad productiva. Esa tasa negativa de los tres primeros trimestres es ahora mayor que la que en todo el año se produjo en la década pasada, lo que apunta a un rápido descenso del peso de los nacimientos en el conjunto de la población, una vez que las generaciones del baby bum de los años sesenta y setenta ya han dejado de tener hijos.