Más difícil es que haya un ordenador, y que este pueda estar a la disposición exclusiva del alumno o alumnos que vivan en la casa. Por no hablar de que si se trata de un modelo antiguo, a veces hay problemas para utilizar algunas aplicaciones. A esto hay que sumar las familias que o no quieren o no saben o pueden ayudar, ni estar pendientes de los menores ni de animarlos a que cumplan con sus deberes.
Encuesta a las familias
Incluso cuando todo está a favor, Rogelio Carballo apunta otro problema, la enorme variedad de relacionarse profesores y alumnos, con docentes que solo envían listas de deberes y otros que enumeran enlaces a vídeos. Los estudiantes responden a los trabajos y ahí se acabó la interactividad.