El Gobierno sigue sin implicarse en el Xacobeo y propone crear una comisión más

Cristóbal Ramírez

GALICIA

xoan a. soler

18 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Crear una comisión más. Esa es la última -aunque no única- respuesta de Madrid al Xacobeo 2021. La tercera comisión. Porque ya existe una dentro del Ministerio de Turismo, otra anunciada en el de Cultura y ahora otra más, según comunicó el delegado del Gobierno, Javier Losada, esta de seguimiento. Y si esta es de seguimiento, ¿de qué son las otras? Porque en planificación Galicia va varios kilómetros por delante con su Plan Estratéxico do Xacobeo 2021. Desde luego, da la impresión de que Madrid está preparando el Xacobeo del 2027, porque no es este tiempo de crear una comisión tras otra, sino de presentar un plan creíble con inversiones creíbles, y no metiendo en el mismo saco el arreglo de las escalinatas de la catedral (que es otro tema) con la programación cultural del próximo año. Y hay que hacerlo ya. Tiene razón el conselleiro de Cultura e Turismo, Román Rodríguez, cuando tira de retranca: «Para facer o Camiño hai que andar, e o Goberno segue parado».

Entenderse con la Iglesia

No se puede sacar adelante un Xacobeo sin el buen entendimiento con la Iglesia católica, sea cual sea el pensamiento religioso de cada cual. El Camino es un producto -o como se le quiera denominar- del cristianismo, y si hay Xacobeo es porque hay año santo. Y además de los aspectos espirituales tan personales que no procede detenerse en ellos, dentro de la Iglesia hay movimiento pensando en el 2021. Y de hecho está abierto el plazo para inscribirse en el encuentro mundial de cofradías del Apóstol y asociaciones del Camino de Santiago, que tendrá lugar en Santiago entre los días 6 y 8 del mes que viene.

Cada albergue, un mundo

La proliferación de albergues privados no tiene por qué ser negativa, ni mucho menos. Lugares con escasa vida la van recuperando o frenan su caída gracias a los Caminos de Santiago, como es el caso -por poner un ejemplo- de A Fonsagrada, donde los albergues históricos eran una reminiscencia mental en una población que no veía pasar peregrinos desde principios del siglo XX. Pero la Xunta perdió por completo el paso hace ya años cuando comenzaron a proliferar y la iniciativa privada se convirtió en el motor del hospedaje de peregrinos, visitantes, turistas y viajeros, que de todo hay en las rutas jacobeas. Cada albergue es un mundo, con una estética individualista, sin marca alguna, con trigo y paja mezclados, con personal al frente que en ocasiones deja mucho de desear y que ve que el suyo es solo un negocio y el peregrino un pagano circunstancial. Quizás sea demasiado tarde, pero la Xunta debería intentar poner orden en el caos.