Podría decirse que Cs en Galicia resulta insignificante. Solo en las generales de abril del 2019 consiguieron dos actas en Galicia, que perdieron en noviembre, tras la repetición electoral. Pero es que en las autonómicas de hace cuatro años, las del 2016, los poco más de 48.000 votos no le alcanzaron para llegar al 5 % necesario que le permitiría obtener representación en el Pazo do Hórreo. Pero Ciudadanos es tan irrelevante en Galicia como en el País Vasco, donde no ha obtenido actas ni en el Congreso, ni en el parlamento vasco. La diferencia es que el PP también ha pasado su particular travesía en el desierto en esta comunidad, aunque con 9 escaños en la cámara autonómica.
Donde Cs se reserva su particular fortaleza es en Cataluña. En las últimas elecciones a la Generalitat (2017) fue la fuerza más votada, con 34 escaños sobre 4 de los populares. Pero desde entonces las circunstancias han cambiado, a la vista de los votos que las dos formaciones sumaron en las generales. Quedaron reducidas a reductos en el arco político de esa comunidad. A la vista está que la nueva apuesta de Arrimadas, que insiste en incluir a Galicia, conlleva riesgos. Y que Galicia no es el País Vasco ni Cataluña.