La Xunta califica el asesinato de Ana Enjamio como un «crimen pasional de libro»

e. v. pita VIGO / LA VOZ

GALICIA

César Adrio, acusado del asesinato de Ana Enjamio, durante el juicio
César Adrio, acusado del asesinato de Ana Enjamio, durante el juicio M.MORALEJO

La defensa compara el juicio con los casos Asunta y Wanninkhof

18 dic 2019 . Actualizado a las 22:11 h.

Las tres acusaciones intentaron ayer convencer al jurado del asesinato de Ana Enjamio para que declare culpable al acusado. César Adrio, de 41 años, insiste en su inocencia y su abogado niega que tuviese un móvil para matarla. Lo decidirá el tribunal popular, que se encerró ayer para deliberar en la sede viguesa de la Audiencia de Pontevedra. Adrio, compañero de trabajo de la víctima, con la que había tenido una relación, afronta entre 27 y 32 años de cárcel por acosar y asestar, supuestamente, 28 cuchilladas a la joven en su portal el 17 de diciembre del 2016 al volver de una cena navideña. El asesino se deshizo del móvil de ella, el arma y su ropa ensangrentada.

Los acusadores ven connotaciones machistas, del tipo «la maté porque era mía», porque él «no podía soportar» que se fuese con otro hombre. «Era guapa, ingeniera, tenía éxito, era perfecta pero tuvo la mala suerte de cruzarse con un machista. Fue un crimen pasional de libro, con 32 puñaladas para asegurar su muerte», resaltó la letrada de la Xunta, que ejerce la acusación popular por tratarse de un caso de violencia machista. «Tengo la convicción profunda de que César Adrio la mató. Quiere hacernos creer que su relación era normal, pero era tormentosa», añadió. Lo tildó de «machista y misógino que compara a Ana con un BMW, una expresión indigna».

La Fiscalía ve como prueba clave que Adrio, recién divorciado, comentase apesadumbrado a sus amigos: «Si no estamos juntos, no estará con nadie. Lo aposté todo por ella». Concluye que sintió celos y «la cosió a cuchilladas o navajazos, de forma sorpresiva y furibunda, le rompió el esternón. ¿Se imaginan el terror de Ana?».

Cree que él quiso borrar pistas y enumeró al jurado los indicios y pruebas: cuatro meses de hostigamiento a Ana, que le causó «desasosiego», su ADN apareció en la manga del abrigo de la víctima, la sangre de ella estaba en su coche, él llegó tarde a su casa, tenía la tarjeta SIM de Ana en su mesilla de noche, y el arma desaparecida es similar al cuchillo del comedor de su empresa y al que rajó la rueda del coche de la joven, «una casualidad entre un millón». Ve «fría» su actitud tras conocer la muerte del «amor de su vida» y su posterior intento de suicido le delata por pedir perdón a Ana en una nota. La defensa lo justifica: actuó en shock y «empastillado».

Adrio alega que tras la cena fue a dormir a casa de sus padres pero estos lo sitúan una hora y media tras el crimen. El abogado de Adrio, al que la Fiscalía pinta como un «penalista muy hábil», intentó sembrar dudas al jurado. Destacó que la sangre de la víctima cerca de la radio y el salpicadero del coche del acusado se explican porque hicieron sexo con el período menstrual. Las acusaciones lo tachan de «explicación patética» o «película».

La defensa añade que la presencia del ADN de Adrio se explica por sus «contactos» con la víctima en la cena y que la tarjeta SIM es de un viejo móvil que él le robó a Ana. Sin pruebas directas, advirtió al jurado de que no siga «corazonadas» ni caiga en el error del juicio del crimen de Rocío Wanninkhof, que condenó a una inocente, Dolores Vázquez. Recordó que la condena a los padres de Asunta fue por indicios.

Su abogado criticó a la policía por «enfilar» a Adrio como «sospechoso número uno» y dejar de lado otras líneas de investigación: un acosador sexual en el barrio, el novio de la víctima que llegó pronto a la escena del crimen y otro colega de trabajo que se apeó con Ana. La Fiscalía lo refutó: no fue un crimen sexual, el novio tiene coartada y el compañero es más bajo que el hombre «muy alto» al que Ana echó del portal. Adrio mide 1,94 metros.

El letrado de Adrio, tras leer 24.500 folios de wasaps de Ana, concluye que ambos siguieron con su relación por «morbo» mientras ella volvía con su exnovio. «A César le iba bien, no tenía ningún móvil para matarla», dice. El abogado de la familia Enjamio le replicó: «Busca coartadas a posteriori, pero todo encaja como piezas del puzle de su culpabilidad».