El acusado niega haber matado a Ana Enjamio y asegura que eran amantes secretos

e. v. pita VIGO / LA VOZ

GALICIA

El acusado, César Adrio, este lunes junto a su abogado en la sección viguesa de la Audiencia de Pontevedra
El acusado, César Adrio, este lunes junto a su abogado en la sección viguesa de la Audiencia de Pontevedra M.MORALEJO

César Adrio dice que no la acosó, sino que tenían sexo «por morbo», y se quedó en «shock» al saber que «la asesinaron»

09 dic 2019 . Actualizado a las 22:50 h.

«¿Mató usted a Ana Enjamio?» «No, ni sé quién fue, ella no se sentía amenazada». El acusado de asesinar en el 2016 en Vigo a la ingeniera de 25 años, natural de Boimorto, lo negó todo este lunes y dio una versión exculpatoria ante el jurado. César Adrio, compañero de trabajo de la víctima, con la que tuvo un romance, se declaró inocente en la primera sesión de su juicio en la Quinta Sección de la Audiencia en Pontevedra, con sede en Vigo. Adrio, de 41 años, dijo que fue amante secreto de Ana Enjamio hasta que un asaltante la mató en su portal con 32 cuchilladas, seis de ellas en el corazón y 21 en el pecho izquierdo. Ella volvía de una cena navideña de empresa, donde estuvo él.

Nunca aparecieron la ropa ensangrentada, ni el móvil de la fallecida ni el cuchillo del crimen. Pero la Fiscalía aseguró al tribunal popular que hay una prueba contra Adrio: sangre de Enjamio en su coche. Él justificó ese rastro porque, tiempo atrás, tuvieron sexo en su vehículo y ella tenía el período y se quitó el tampón. Dice que ella le mandó un wasap comentando dicho episodio.

El acusado se juega entre 27 y 39 años de cárcel por asesinato con alevosía y parentesco, acoso, coacciones y revelación de secretos. Insiste en que tras la cena, él se fue a casa de sus padres a dormir porque estaba mareado por la bebida. Por la mañana condujo hasta Arousa a ver a sus hijos, pues la semana anterior había firmado el convenio de divorcio.

Aseguró que él y Ana Enjamio llevaron una relación de amantes, «oculta y en la clandestinidad», hasta la noche «en la que la asesinaron». Según dice, mantenían relaciones sexuales en la oficina, en los aseos o el sótano de su empresa en O Porriño, en la sede de Portugal, o en su coche, «por morbo». En enero, él se separó de su esposa y, al mes siguiente, ella rompió con su novio de toda la vida, Samuel, «que se enfadó y ella tuvo que encerrarse en el baño». Se fueron a vivir en secreto a un piso en Teis, pero la convivencia terminó tras una riña en agosto porque sospechó que ella estaba embaraza de él, aunque luego el test dio negativo. Ese verano, ella tenía dudas y volvió con su exnovio, pero siguió viéndose con Adrio. «Era una relación a tres», aseguró.

Negó que la acosase. Según su versión, horas antes del crimen, él y Ana tuvieron «un escarceo» sexual dentro del baño de minusválidos del hotel de Vigo donde celebraban la cena navideña de su empresa. Se besaron y «magrearon» y bailaron juntos, ella descalza. «Mi relación con ella era buena», dijo. Ella se fue a casa porque su exnovio andaba cerca.

Se enteró de la muerte en la comisaría: «Me quedé en shock, en una nube. Me estaban acusando, decían que confesase o sería peor». Tras ser interrogado, intentó suicidarse en la bañera cortándose las venas. Dejó una nota de despedida: «Ana, perdóname, no lo pude soportar». La Fiscalía y la Xunta (acusación popular por ser violencia de género) creen que la mató por celos. Él aclaró que pidió perdón «porque iba a dejar solos a mis hijos, no pude soportar su muerte». Hoy, el jurado oirá a los testigos.

Solo admite que le hurtó el móvil a la joven para arruinar su noche con un rival amoroso

El acusado intentó desmontar punto por punto las pruebas e indicios que manejan la Fiscalía, la Xunta y el bufete Price Waterhouse Cooper. Mantuvo la mirada baja y dio su versión con un tono neutral y tranquilo, sin emoción. A veces habló en presente de Ana como si siguiese viva. Las acusaciones insisten en que la mató por celos, en el clásico «la maté porque era mía», porque no podía soportar la ruptura y que volviese con el exnovio.

Por ello, la acusación insistió al jurado en el supuesto acoso al que Adrio sometió a la joven, a la que espiaba sus charlas de WhatsApp a través de una aplicación de rastreo. Pero él replica que se lo enseñó de broma un amigo «manitas», pero ni la supo instalar. Y usó otra aplicación porque pensaba que la empresa les seguía la pista a través de geolocalización, pero hizo la prueba «y era un bulo». Alegó que la noche del crimen no tenía datos en el móvil «porque los consumió» y, además, se quedó sin batería.

Solo admitió que hurtó el móvil de Enjamio, «el de empresa, no el personal», tras volver de pasear en Portugal. Lo hizo para evitar que ella se acostase con su exnovio y así logró pasar la noche con ella. Luego le envió al rival una foto abrazados y desnudos en la cama, «pero sin verse nada, ni pechos ni culo». Solo pretendía desanimar a su rival, pues «ella me prefería a mí».

La Fiscalía le preguntó por qué le entregó a la policía una cazadora que no vistió en la cena: «Vomité en la calle y me la robaron. Tuve miedo de ir a prisión».