«Que o garden ben alá onde o teñen e que tiren coa chave»

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez RIBEIRA / LA VOZ

GALICIA

MARCOS CREO

Los vecinos de Asados solo esperan que el proceso contra el Chicle se acabe de una vez por todas

02 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Los vecinos de la parroquia rianxeira de Asados, la que vio nacer a José Enrique Abuín Gey, el Chicle, siguen con su vida después del veredicto que lo considera culpable del asesinato de Diana Quer, así como de agresión sexual y privación de libertad. Podría pensarse que tras este dictamen, en el vecindario no se hablaría de otra cosa, pero ayer, mientras unos jugaban la partida de cartas en el bar y otros apuraban el café, a quien se le preguntaba por el asunto devolvía una mirada de sorpresa: «Acabouse dunha vez e aquí xa ninguén comenta nada sobre ese tema».

Efectivamente, era difícil encontrar a alguien dispuesto a opinar sobre el veredicto del jurado y lo más repetido era la idea de pasar página de una vez por todas: «Creo que xa non hai máis que falar, está todo dito, é unha pena pero é así», señalaba un hombre mayor al pasar por delante de la nave donde estuvo oculto el cuerpo de Diana durante casi 500 días. «Agora xa está feito, non hai nada máis que comentar», aseguraba otra mujer.

Y entre quienes daban su opinión, el sentimiento era unánime. «Desas cousas non entendo, pero oxalá lle caia a permanente. Eu desde logo na aldea non o quero, porque se sae vai volver facer o mesmo. Eu son libre e quero andar por aí sen ter que pasar medo», comentaba una joven. Enfrente, otro vecino lamentaba todo lo ocurrido: «Eu estaba feliz aquí e agora estou amargado cada vez que miro para esa nave. A ver se remata todo e lle poñen un castigo exemplar. Non son xuíz, pero penso que esa xente non debe estar na rúa»

Más flores

A las coronas que hace unas semanas mandó colocar en Asados la madre de Diana Quer, se han sumado algunas más. Junto a una de las ventanas, hay un ramo sin ningún mensaje: «Deixouno un rapaz hai uns días, non sei quen era. A xente sigue a vir por aquí para ver a nave». Y quien pasa diariamente por allí no puede evitar torcer la cabeza para mirar la antigua fábrica de gaseosas, que para algunos ya es una nave «dos horrores. A avogada dixo que o Chicle non é un monstro. Díganme que é entón se non é un monstro».

En Outeiro, en Taragoña, donde vivía Abuín Gey hasta el momento de su detención hace casi dos años, los sentimientos expresados por los vecinos son muy similares: «Que o garden ben alá onde o teñen e que tiren coa chave. Que non saia máis». También en Taragoña la mayoría esquiva el tema: «Aquí non lle acorda a ninguén, a xente anda ao seu». Aunque hay una idea que parece clara: «Ninguén o quere aquí».