La tragedia del Prestige en primera persona: «O percebe comeuno o Prestige»

La Voz REDACCIÓN

GALICIA

Cuatro primos percebeiros analizan el estado del percebe tras llegada de la marea negra
Cuatro primos percebeiros analizan el estado del percebe tras llegada de la marea negra EDUARDO EIROA

Familias enteras dependientes de la venta de percebes ven peligrar su único medio de subsistencia y algunas comienzan a barajar la posibilidad de emigrar

17 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Manuel Haz Domínguez, Alejandro Haz Soneira, Santi Pérez Haz y Bernabé Toba Vilela son primos. Todos viven en Muxía y tienen en común, además del parentesco, que desde este viernes se han quedado sin trabajo.

Tiñamos o mellor material e compradores e nos ven isto

Tienen otra cosa que los une, un rasgo que de?ne a buena parte de los emigrantes de la Costa da Morte, que conocen en sus carnes lo que es la emigración: Santiago Haz se pasó once años en Suiza; Alejandro Haz trabajó en Algeciras; y Bernabé Toba en Alcalá de Henares. Por eso, cuando ahora hablan de volver a coger la maleta no lo dicen como una amenaza o una protesta, sino como una opción posible, aunque no les apetezca. «Íbamos ben, estabamos a piques de entrar na denominación de orixe co percebe da Costa da Morte, tiñamos o mellor material e compradores e nos ven isto», explica Manuel.

Confían en cobrar las ayudas de las que tanto se habla estos días, pero el negocio lo ven perdido. Un percebeiro de Muxía saca entre 800 y 900 euros de media al mes, pero por Navidades no es difícil llegar a los 2.400 euros. Llevaban tiempo reservando percebe, «e todo o comeu o Prestige».

Vecinos, en O Roncudo, Corme, revisando el alcance de las manchas de fuel
Vecinos, en O Roncudo, Corme, revisando el alcance de las manchas de fuel SANTIAGO GARRIDO

Todavía no saben cuánto tiempo van a estar sin poder trabajar, ni cuánto ni cuándo van a cobrar ayudas. Ellos son cuatro, pero tienen familias, 14 personas que alimentar y alquileres y cuotas que pagar, y la incertidumbre en la que viven no les hace nada de gracia. «Se nos teñen cinco meses —cuenta Bernabé—, que o digan pronto, así vou traballar fóra e xa voltarei cando esto pase».

Falan de darnos o salario mínimo, pero se nos teñen oito meses con iso, teremos que facer a maleta

En su misma situación hay 76 percebeiros más en Muxía, 76 familias que hoy no saben de qué van a comer el mes que viene. «Falan de darnos o salario mínimo —explica Manuel—, pero se nos teñen oito meses con iso, a maioría de nós teremos que facer a maleta». Ellos son jóvenes y pueden ir a buscar otros empleos, pero cuentan que en la cofradía hay hombres y mujeres de más de 60 años. «¿Que traballos van atopar por ahí?», se preguntan.

Conocen los precedentes y tienen miedo, no quieren estar diez años sin cobrar lo que es suyo, como ocurrió con los que sufrieron el Mar Egeo.

A natureza aquí é brava e vai superar esto

Pese a la magnitud de la tragedia, confían en la fuerza de las aguas de la Costa da Morte: «O percebe —dice Manuel— non o vai sacar ninguén. A natureza aquí é brava e vai superar esto». Dicen que el percebe en cinco meses vuelve a salir en las rocas, pero que el derrame hará que baje su cotización en el mercado. «O problema do barco —resume Bernabé—, é que nos mataron». Y la cosa todavía no acabó, dicen: «Se reventa o barco, adiós». De lo que están seguros es de que perderán dinero durante mucho tiempo, y de que por muchas ayudas que les lleguen, no serán su?cientes.

Ayudar en la limpieza

Si las indemnizaciones llegan para quedarse, los percebeiros están dispuestos a no cruzarse de brazos mientras la mancha no desaparece y se difuminan sus consecuencias: «A nós non nos importa botar unha man para a limpeza ou a recollida de mostras para analizar».

Esperanza y buena voluntad, sobran, pero a algunos, como a Bernabé, también les sobran las ganas de que alguien le aclare de qué van a comer durante el próximo mes. Sobre las causas del accidente pre?eren no discutir, lo mismo que sobre la actuación de las autoridades. No quieren envenenarse. Sólo desean hablar de soluciones rápidas. «Se rompera unha perna, era mellor —dice Bernabé—, polo menos o seguro pagaríame a recuperación». Con las piernas enteras el futuro lo ven tan negro como la capa de fuel que cubre los percebes