Una lancha cumple cien años de castigo en Ribadeo

José Francisco Alonso Quelle
josé alonso RIBADEO / LA VOZ

GALICIA

CEDIDA

Considerada insumergible, zozobró el día que la probaban. Murieron tres tripulantes

25 sep 2019 . Actualizado a las 20:06 h.

Este sábado se cumple un siglo de la trágica historia que tiene a una embarcación insumergible, la Fernando Villamil, como protagonista: una lancha de ocho metros destinada al salvamento marítimo que naufragó el día que se realizaba la primera prueba de mar en la ría de Ribadeo. Fallecieron tres personas. La barca fue recuperada y varada y desde entonces, desdeñada, olvidada, abandonada, no ha vuelto a tocar el mar. El último destino en su penoso deambular ha sido el fuerte de San Damián de Ribadeo, donde desde hace dos décadas se encuentra bajo un cobertizo. Pero como si fuese parte de un castigo inconsciente, aparece como un objeto extraño, descontextualizado, para turistas y ribadenses que ignoran el gafe que la ha perseguido. El Concello va a remediarlo descubriendo una placa relatando su negra historia.

Fue un domingo, el 28 de septiembre de 1919, cuando la fiesta programada en Ribadeo se tornó drama. En el puerto pesquero de Porcillán se encontraba la embarcación adquirida por la Sociedad Española de Salvamento de Náufragos de Ribadeo, fundada en 1880 y extinguida en 1971, cuando su patrimonio pasó a la Cruz Roja. Por la rampa del muelle unos cuantos hombres empujaron una extraña embarcación, cuentan las crónicas, de forma ahusada, y considerada insumergible. Se hizo a la mar en un día ventoso, con seis personas a bordo.

A los pocos metros, de improviso, el mar embravecido y una fuerte racha de viento hizo zozobrar la lancha. Desde tierra, varios marineros salieron en ayuda de los náufragos, pero tres de los tripulantes murieron, uno en tierra tras ser rescatado, mientras que los cadáveres de otros dos fueron hallados a los pocos días.

El trágico acontecimiento ensombreció la ría. La lancha, ciertamente insumergible pues no llegó a hundirse, fue recuperada y varada para comprobar su resistencia y estabilidad. Pero el tiempo pasó y nada se hizo.

Una versión extendida, pero quizás incierta, cuenta que se creía que los tripulantes de la Fernando Villamil, remeros, no deberían tener problema en los temporales porque iban encintados. Pero al girar, el mástil se clavó en el fondo del mar, de modo que la mayor virtud de la lancha, que consistía en recuperar su posición si volcaba, fue su condena. El caso es que la barca estuvo en un almacén y a la intemperie hasta que en 1995 la Cruz Roja la cedió al Concello para su exposición en el fuerte de San Damián. Pero su gafe aún depararía otro episodio, pues durante varios meses estaría relegada en una avenida de Ribadeo, abandonada a su (mala) suerte.