«No sabía que una segunda picadura de velutina podía ser mortal»

Carmela López
Carmela López FERROL / LA VOZ

GALICIA

A Pablo, casi sin pulso, le tuvieron que inyectar varias dosis de adrenalina
A Pablo, casi sin pulso, le tuvieron que inyectar varias dosis de adrenalina JOSE PARDO

Pablo Fernández tuvo una reacción alérgica grave tras sufrir un ataque en la playa de una avispa asiática

01 sep 2019 . Actualizado a las 15:24 h.

La intervención de los servicios de emergencia y, sobre todo, el hecho de que él mismo averiguase que le había picado una avispa velutina -primero pensó que había sido un escarapote o faneca brava- fueron determinantes para que Pablo Fernández Fernández, de 36 años, saliese ayer vivo y por su propio pie del hospital Arquitecto Marcide de Ferrol. El personal sanitario le comentó que les había costado mucho estabilizarlo y el propio afectado asegura que fue consciente en todo momento de que estaba a un paso de la muerte, porque no podía respirar y veía que no le encontraban las pulsaciones.

Este viernes, cuando estaba a la espera de que le dieran el alta hospitalaria, Pablo relataba su crítico episodio. Lo que pudo desembocar en una tragedia ocurrió el pasado martes, cuando Pablo, enfundado en su traje de neopreno, se disponía a practicar surf en la ferrolana playa de Doniños. «Iba caminando por la orilla, mirando las olas, y sentí un picotazo en la planta de un pie. Pensé que había sido un escarapote, pero vi que la arena estaba plagada de velutinas», comenta, comentando que no le dio importancia, porque el año pasado ya le había picado una en la playa de Pantín, sin mayores consecuencias porque, a pesar de que tuviera una infección en la zona, le administraron Urbason y la cosa no fue a más.

«Lo que yo no sabía era que una segunda picadura podía ser mortal, porque, según me dijeron, después de la primera hay más posibilidades de sufrir una reacción alérgica», señala Pablo. De ahí que su respuesta fuese entrar en el mar para ver si el frío le calmaba el dolor. Pero no fue así. «Al meterme en el agua me empezó a picar todo el cuerpo y noté que me estaba mareando porque me faltaba el oxígeno», relata. Regresó a la arena, se bajó el neopreno hasta la cintura y le pidió ayuda a un amigo «cuando ya veía puntos negros».

«Le pedí que llamara al 112 porque me había picado una velutina y me tumbé en el suelo intentando respirar. No llegué a perder la consciencia, pero después me dijeron que se me hinchó todo el cuerpo, estaba rojo y con manchas», sigue Pablo, y añade que cerca de ellos había una pareja -él era médico y ella enfermera-, que lo estuvieron atendiendo hasta que llegaron los socorristas y lo colocaron en un tablero espinal, en posición lateral, para facilitarle la respiración.

Para el traslado en camilla por la arena hasta el lugar al que podía llegar la ambulancia se fueron turnando los socorristas y varios bañistas, algo que Pablo agradece públicamente, y la enfermera le colocó una vía en la vena y le inyectaron una dosis de adrenalina que aportó Protección Civil. «Ya no me encontraban el pulso».

Ya en la UVI móvil, el equipo sanitario le aplicó varias dosis más de adrenalina. «No sé cuánto me quedará de vida, pensé, pero a los veinte minutos empecé a reaccionar», rememora. Lo trasladaron a la unidad de críticos del hospital. «Me estaba esperando ya un montón de médicos y enfermeros, casi me ahogo con una flema, pero al final lograron estabilizarme», cuenta. Después, Pablo pasó a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), donde estuvo un día y medio, «con mucho dolor de estómago», y en la habitación ya experimentó una gran mejoría, aunque sigue teniendo picores y un sarpullido en la piel.

Pablo agradece la atención recibida, tanto en la playa de Doniños, -él fue socorrista durante cinco años-, como en la ambulancia y en el hospital. Logró salvar su vida, pero a partir de ahora tendrá que llevar siempre consigo «un boli de adrenalina». Y, a raíz de esta dura experiencia vital, este ferrolano lanza el mensaje, a quien corresponda, de que se dote de adrenalina a los socorristas de las playas, además de recomendar a los bañistas que tomen precauciones, «porque en Doniños hay muchas velutinas».