Sus primeros pasos como médicos

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO

GALICIA

Alexandre comenzó medicina de familia en el CHUO
Alexandre comenzó medicina de familia en el CHUO Agostiño Iglesias

Jóvenes que están haciendo el período de residencia en los hospitales y centros de salud gallegos cuentan como toman decisiones sobre sus pacientes. El primer año como residentes es duro, dicen, pero lleno de satisfacciones

18 ago 2019 . Actualizado a las 19:38 h.

«Empiezas a tomar decisiones y a enfrentarte a la medicina real». Aldán López, coruñés de 25 años, es uno de los cientos de jóvenes médicos que el pasado mes de junio comenzaron su período de residencia en los hospitales y centros de salud gallegos. Tienen por delante cuatro o cinco años para convertirse en especialistas, pero ya han experimentado sus primeras consultas, sus primeras guardias y sus primeras decisiones médicas.

De izquierda a derecha, Laura García, Consuelo Sisinni y Nadia Magallanes, en el Chuvi.
De izquierda a derecha, Laura García, Consuelo Sisinni y Nadia Magallanes, en el Chuvi. M.MORALEJO

Consuelo Sisinni, residente de cirugía cardíaca en el Chuvi, no olvida su primera guardia. Llegó con una disección de aorta, una situación muy grave. Pero resolvió tal y como tenía que hacerlo, «llamando muy rápido, que es lo que tengo que hacer, protocolo de cirugía y llamar», explica esta madrileña de 25 años que no dudó en hacer las maletas para venir a Vigo a hacer la especialidad. Nueva ciudad y nuevo trabajo no amilanaron a esta joven que tras dos meses está encantada con su decisión, «estás un par de semanas en el hospital y ya sabes cuáles son los códigos, estoy contenta con la especialidad y con el ambiente, no me siento sola en ningún momento».

Aldán López eligió otorrino y Marta Blanco nefrología, y ambos hacen la residencia en el Chuac.
Aldán López eligió otorrino y Marta Blanco nefrología, y ambos hacen la residencia en el Chuac. CESAR QUIAN

Laura García, viguesa, dudó entre anestesia y gine, y se decantó por la primera. Dice que se aprende rápido, «ya no es tanto el libro como el día a día». Ante cualquier duda siempre tienen a los adjuntos y a los residentes mayores «yo no me quedo con ninguna duda, prefiero pasarme de preguntas que quedarme corta». Y es que tienen claro que trabajan con pacientes. «Tomar decisiones sobre la salud de alguien impacta mucho», dice Marta Blanco, que está en el primer año de nefrología en el Chuac. Tanto ella como Aldán López, residente de otorrino también en el Chuac, admiten que la acogida ha sido muy buena y se sienten respaldados por los mayores. Aún así, en las primeras guardias solos «hay un poquito de tensión», dice Marta.

De momento, cuentan, lo mejor de la profesión es el contacto con el paciente: «Aunque siendo R1 no hagas mucho, te das cuenta del impacto que tienes y del agradecimiento de la gente, lo que es muy gratificante», cuenta Aldán. Y eso que los pacientes no son ajenos a la juventud de quien les atiende en la consulta _«a veces notas que prefieren a un adjunto», explica Nadia Magallanes, residente de ginecología en el Chuvi_. Las primeras semanas son de incertidumbre, «pero poco a poco vas aprendiendo». Esta compostelana lo tuvo claro desde cuarto de carrera, cuando hizo prácticas en el hospital, que quería ser ginecóloga, y de momento está muy contenta con su elección.

También Alexandre Quiroga tuvo bastante claro que lo suyo era la medicina de familia. Decidió quedarse en Ourense, su ciudad, y admite que su mayor aprendizaje ha sido el contacto con los pacientes: «Poco a poco aprendemos a tratar con ellos y a ser empáticos», explica.

Ser residente de primer año es duro, pero ellos pueden con todo. La mayoría hace cinco guardias al mes, entre las que se incluyen las de su especialidad y las temidas de puerta, en las urgencias hospitalarias. A Laura, sin embargo, no le impresionan, pues «sabes que vas a dormir poco pero ves un montón de cosas y aprendes mucho, si quieres aprender y viene un paciente descompensado te informas y pones el tratamiento, y en todo caso siempre tienes al adjunto para preguntar».

Son jóvenes, así que, además de trabajar, hacer guardias y estudiar, también tienen tiempo para pasarlo bien. «Somos un montón de gente de la misma edad y en una situación muy parecida, así que empezamos a hacer planes juntos desde el principio», dice Aldán sobre los residentes del Chuac. Lo mismo pasa en Vigo, «hay muy buen ambiente, si no están unos están otros y se agradece en verano ir a la playa o a jugar al pádel», añade Laura. Para Consuelo, que además no tenía ningún contacto en Vigo, esta es otra de las ventajas, «hay mucha gente de aquí que te enseña la ciudad y son encantadores, hay planes todos los días, por lo que no se me ha quedado ninguna espinita en Madrid», admite.