Galicia superará en menos de siete años la barrera de los 300.000 hogares unipersonales

M. P. V. REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Para 2033, las viviendas gallegas con un solo morador supondrá ya el 30 % de las totales

09 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), correspondientes al año 2018, Galicia cuenta con 278.600 hogares en los que reside una única persona. De entre los que viven solos en la comunidad, el 56 % son mujeres, frente al 44 % que suponen los hombres. Si nos fijamos en el sector de las personas mayores, quienes viven sin compañía habiendo superado los 65 años suman un total de 128.800 personas, y en este tramo de edad, ellas doblan en número a los varones solitarios (más de 86.000 mujeres por 42.600 hombres).

En los últimos tiempos, la cifra de personas de cualquier edad que viven solas en alguna de las cuatro provincias gallegas no ha dejado de crecer. Así, desde el año 2013 el número de hogares unipersonales subió en casi 38.000, hasta representar uno de cada cuatro de los existentes (concretamente el 25,4 %). Y las previsiones del INE apuntan a que este fenómeno social irá en aumento.

La última proyección de hogares realizada por el organismo estadístico indica que en menos de siete años, Galicia superará la barrera de las 300.000 personas viviendo solas. Sucederá en el 2026, momento para el que vaticinan la existencia de 302.889 viviendas con un único habitante.

Siguiendo esa proyección, el INE augura que para el año 2033, los hogares unipersonales rozarán ya el 30 % de los existentes en Galicia. Para entonces, calculan, casi 323.000 gallegos vivirán sin compañía.

Mela García, aún veinteañera, ha decidido compartir piso únicamente con su perra

La soledad ya no es cosa de gente mayor

Mónica P. Vilar

En Galicia hay 278.600 personas que viven solas. Un fenómeno que se suele identificar con personas mayores sin familia o alejadas de ella pero que, en realidad, ofrece muchas caras. Por ejemplo, la de los 1.400 jóvenes de entre 20 y 24 años que no conviven con nadie, una situación poco habitual y que incluso despierta extrañeza en su entorno. «La gente se sorprende cuando llegan al piso. Me preguntan ¿vives aquí tú sola? ¿Cómo lo pagas? ¿No te sientes sola?», cuenta Mela García, que con 23 años empezó a vivir sin más compañía que la de su perra en un piso que su familia tiene en el barrio coruñés de Vioño. Tras fallecer su madre, su padre optó por volver a vivir con sus hermanos y dejar a esta estudiante de Medicina «hacer su vida». Al principio barajó la opción de alquilar una de las habitaciones: «Estuve mirando y hablando con gente pero no me convencía nada, pensaba que iba a haber alguien en mi casa y que ya no podría hacer lo que me diese la gana», cuenta Mela, que aprecia sobre todo la libertad de poder ir el salón, la cocina o la ducha a cualquier hora y sin molestar a nadie.

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