Juan Vicente Herrera recurrió más a la historia que a la política para poner en valor unos lazos que personalmente él ya tenía por su querido Camino de Santiago y que utilizó para hablar de la relación con Galicia y Asturias: «Una de las primeras cosas que aprende el peregrino es que no hay compartimentos estancos. Que todo es diverso, y que cada etapa es un proyecto mayor, como el proyecto de España», ejemplificó. El popular cree que las tres comunidades tienen «una buena vecindad de personalidades diferentes y rasgos comunes», y se mostró orgulloso de haber generado una «conciencia del noroeste como espacio que necesita superar olvidos y esperas». Para ello, y en una clave más práctica, reivindicó una reforma del Senado para que sea una cámara territorial más práctica; y mayor peso para la Conferencia de Presidentes. «Nuestra identidad no pierde por relacionarnos con los demás, al contrario, gana. Negar lo que tenemos en común solo nos hace ser más torpes, más pobres y estar más solos», concluyó.