La Guardia Civil sospechó de la madre de Desirée desde el primer momento

TANIA TABOADA LUGO / LA VOZ

GALICIA

L.V.

Las versiones ofrecidas por Ana Sandamil y las pruebas halladas en su habitación por los investigadores la delataron

15 jul 2019 . Actualizado a las 22:09 h.

Desde que la niña Desirée Leal fue hallada muerta en circunstancias extrañas en la cama de su casa de Muimenta, en Cospeito, el pasado 3 de mayo, su madre fue, para los investigadores que se hicieron cargo del caso, la principal sospechosa de su muerte. Y lo fue por las incongruencias y contradicciones observadas en los relatos que ofreció primero a su madre, después a las patrullas de la Guardia Civil que se trasladaron a su domicilio, y lo que declaró en el Hospital de Lugo, que levantaron las sospechas. A todo ello se sumó el examen del lugar de los hechos, que llevó a los agentes de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil de Lugo a pensar que la muerte de la pequeña Desirée no había ocurrido tal y como su madre había contado.

Las sospechas de los investigadores se confirmaron al día siguiente con los primeros resultados de la autopsia, practicada por dos forenses en el Hospital de Lugo. El informe preliminar revelaba que la niña, de 7 años, había fallecido a causa de una asfixia por compresión. Aunque en el informe, que figura en el sumario del caso, no se especifica el objeto exacto con el que fue asfixiada, es posible que hubiese sido con la almohada que madre e hija compartieron esa noche, puesto que cerca de sus extremos se hallaron restos de sangre. Otra prenda que la presunta homicida pudo utilizar a la hora de cometer el crimen podría ser un calcetín, que fue hallado junto a una zapatilla deportiva de niña, al lado derecho de la cama donde la pequeña apareció muerta.

Inspecciones oculares

Aunque la autopsia ya reveló claramente que se trataba de una muerte violenta, faltaban las inspecciones oculares llevadas a cabo en el escenario en el que ocurrieron los hechos y los resultados de los análisis realizados sobre los vestigios y efectos recogidos en la habitación.

El pijama que vestía Ana Sandamil ese día y que escondió debajo de la cama tras, presuntamente, cometer el homicidio, fue una muestra relevante a estudiar. Cuando los agentes tomaron declaración en el cuartel de Vilalba a la abuela de la pequeña, y esta indicó que en el momento de los hechos su hija vestía un pijama de color gris, los investigadores solicitaron a la mujer permiso para entrar en el domicilio para localizar y recoger dicha prenda. Mientras la mujer era atendida por el grupo de psicólogos de la Xunta en las dependencias policiales, los agentes acudieron a la casa de Muimenta en busca de esa prueba.

Los guardias civiles encontraron la prenda en la habitación de la presunta homicida, concretamente debajo de la cama y hacia el medio. La cama estaba en el centro del habitáculo y en sus laterales había dos mesitas de noche. Encima de una de esas mesas estaban la botella de agua de la niña y una diadema, también de la pequeña.

Entre las pruebas importantes obtenidas en este caso se encuentra la realizada a las ocho y cuarto de la tarde del sábado 4 de mayo, al día siguiente de la muerte, cuando la pequeña ya estaba siendo velada en el tanatorio. Los agentes del laboratorio volvieron esa tarde a la casa de la familia para realizar una nueva inspección ocular en la habitación en la que ocurrieron los hechos. Durante esa inspección fueron recogidos nuevos vestigios y efectos que se remitieron a la autoridad judicial.

 La llamada de la abuela

Los guardias civiles que se encontraban al cargo de la investigación también solicitaron la grabación de la llamada telefónica que sobre las ocho y cinco de la mañana del 3 de mayo realizó la abuela de la niña al 061. En esa llamada la abuela pedía auxilio tras la aparición de su nieta muerta en la cama.

La detenida se tomó diez pastillas mientras su madre telefoneaba a los familiares

Una de las primeras personas en acudir al lugar de los hechos fue el padre de la supuesta homicida, que no reside en la casa de Muimenta donde se produjo el homicidio. Fue él quien avisó de lo ocurrido al padre de la pequeña Desi, José Manuel Leal, que se encontraba trabajando como vigilante de seguridad en un centro comercial de A Coruña. El abuelo de Desirée le dijo que su pequeña se encontraba mal y le pidió que acudiese a la casa lo antes posible. Luego, le pasó el teléfono a la abuela de la niña y fue ella la que le comunicó que Desirée había muerto. Tras conocer la noticia, el padre de la niña cogió inmediatamente su coche y, todavía vestido con su uniforme de trabajo, se presentó en la casa de Muimenta.

Según una de las versiones de Ana Sandamil que recoge el sumario, mientras su madre llamaba a su padre para comunicarle lo sucedido, ella se tomó unas diez pastillas del antidepresivo trazodona. Dijo que las ingirió en la cocina y que cuando terminó de tomarlas vomitó un poco. Al rato se sintió mal y su madre le preguntó si se había tomado algo. Aunque ella no le respondió, la abuela le pidió que vomitase, por lo que le metió los dedos en la boca y finalmente vomitó.

Aseguró que las pastillas se las había tomado porque quería terminar con su vida. También afirmó que cuando preparó la botella con las pastillas, las dejó en una estantería de su habitación, pero después limpió el polvo y las puso en el escritorio.

Los sanitarios que fueron a la casa vieron manchas de sangre

Según se puede extraer de las declaraciones que figuran en el sumario, al que ha tenido acceso La Voz, la madre de la presunta homicida, que fue la primera en encontrar a la niña sin vida, explicó que cuando acudió al cuarto donde se había cometido el crimen vio un bulto en la cama cubierto con un edredón y tras destaparlo vio a su nieta, que tenía una temperatura templada y no estaba rígida.

Tras la llamada de la abuela a las emergencias, los profesionales sanitarios fueron los primeros en llegar a la casa. Según las declaraciones de uno de ellos a los investigadores, la niña estaba tapada hasta el pecho con la ropa de cama, vestida con pijama y sin calcetines. Ese mismo sanitario relató que la pequeña no tenía sangre en la boca, pero sí una herida en el labio inferior y que su cuerpo no estaba rígido, pero sí frío y pálido.

No había signos vitales

Tras comprobar los sanitarios que no había signos vitales, decidieron poner el cuerpo de la pequeña en el suelo para iniciar las maniobras de reanimación. Le sacaron la parte de arriba del pijama para monitorizarla y en ese instante observaron que en la mano y en el antebrazo izquierdos de la pequeña había manchas de sangre. Dado que la niña ya estaba muerta, recogieron el material y vieron sangre en los extremos derecho e izquierdo de la almohada.

El personal sanitario certificó la muerte, pero no las causas, por lo que los guardias civiles presentes activaron el protocolo establecido para estos casos, solicitando la presencia de la Policía Judicial.

Además de apreciarse lesiones en el rostro, labios, boca y cuello de la pequeña, también se percibieron otros indicios en la habitación donde apareció la niña sin vida. Había restos de sangre en diversas partes de la cama, en el suelo, en la ropa de la cama y en alguna prenda de la niña, lo que apuntaba claramente a que en la casa de Muimenta se había producido un crimen y que la niña no había muerto por causas naturales.

Su último novio fue a verla al hospital horas después del crimen

La última pareja de la presunta homicida, a la que ella había dejado poco antes del crimen, fue otra de las personas que prestó declaración ante los investigadores. Este hombre declaró que horas después de la muerte de Desirée, fue a visitar a su expareja al hospital, donde estaba ya ingresada, y que al verlo, ella empezó a llorar. Le preguntó qué había pasado y Ana Sandamil le dijo que había una botella de pastillas que tenía para ella y que se la había tomado la niña. «Se acabó, se acabó todo», dijo, como si para ella no tuviera sentido la vida. El hombre aseguró que había intentado animarla, pero sin éxito: «Estaba como ida».