Redondela se funde en un abrazo para superar la tragedia

Manu Otero

GALICIA

Último adiós a Sofía, Bieito y Sara, los tres jóvenes que fallecieron en el accidente de Teis

01 jun 2019 . Actualizado a las 11:58 h.

Era una tarde calurosa, veraniega. Pero en Redondela las terrazas estaban vacías, las calles desiertas. Algunos se resguardaban del intenso calor a la sombra de algún árbol. El negro no es un color normal para esta epoca del año. Pero todos los redondelanos vestían alguna prenda de este tono.

Y de fondo las campanas de la iglesia de Santiago de Redondela con ese tañido apagado que pone los pelos de punta. En el atrio del templo aguardaban todas esas personas que en un día normal estarían en las terrazas o en la playa. Pero este viernes no era un día normal. Era el día de la despedida de Sofía, Sara y Bieito. El día más triste para Redondela.

Restaban todavía varios minutos para el inicio del funeral. Pero la iglesia ya estaba llena. Y en el interior, silencio. Solo roto por ese tañido. Cuando cesó, pasadas las seis de la tarde, comenzó la eucaristía. Y lo hizo con un entrañable recuerdo a los tres jóvenes. A lo alegre y habladora que era Sofía. A la sonrisa imborrable de Sara. A la simpatía y falta de puntualidad de Bieito. Demasiadas emociones y recuerdos como para contener el llanto.

Desde el altar, el obispo de la Diócesis Tui Vigo, Luis Quinteiro, trataba de de lanzar un mensaje de esperanza. También a él le conmovió el silencio reinante esta tarde en la villa. «Os silencios son como lousas que pesan sobre nós porque algo inaudito ocorreu», dijo sobre el trágico suceso al mismo tiempo que apelaba a la unión que toda la comunidad educativa y los vecinos demostraron estos días. A los jóvenes que sufrieron esa perdida tan desgarradora les pide «que se levanten juntos».

El momento de darse la paz fue uno de los más emotivos de la ceremonia. Los familiares de Sofía, Bieito y Sara, sentados en las primeras filas, se fundieron en un interminable abrazo. Nada puede paliar el dolor que sufren, pero el cariño recibido ayer es, al menos, reconfortante.

La misa remató con un mensaje de agradecimiento del obispo a las familias, «por ter a xenerosidade de compartir a súa dor e a súa tristura»; y a los amigos y vecinos allí reunidos por su apoyo y presencia. Antes de abandonar el templo, el coro, a petición de las familias, interpretó una canción que hizo brotar las lágrimas de todo el mundo.

Al salir, con el atrio a rebosar de amigos, vecinos, profesores y cargos políticos, volvieron a repetirse las escenas de dolor. Fue el día más triste para los redondelanos, pero juntos lo superarán.