¿Puede sobrevivir Galicia sin la respiración asistida de la UE?

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

GALICIA

CARLOS FERNANDEZ SOUSA

La comunidad se juega 2.771 millones en las negociaciones de los futuros presupuestos europeos

27 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Si existe en la UE una batalla larga y feroz que se repite cada siete años, esa es la que libran los Veintiocho para dar forma a los presupuestos europeos. No es la más vistosa ni la más mediática, pero es crucial. Un trabajo de fondo y larga distancia para regiones como Galicia, que se verá obligada a emplear todas sus armas para mantener a raya el hambre voraz de las regiones del Este europeo, alejar las tijeras de Bruselas y convencer a la UE de que la sangría demográfica que sufre el noroeste peninsular es un problema de primer orden en el Viejo Continente.

La contienda todavía no ha comenzado, pero cada país está tomando posiciones. Las elecciones europeas celebradas ayer serán el pistoletazo de salida para las 28 capitales, aunque no se enfrascarán en el debate hasta que el Reino Unido aclare para el mes de octubre, a más tardar, si abandona definitivamente la UE. Su marcha podría provocar un agujero en las finanzas de la UE de entre 10.000 y 13.000 millones de euros al año, difícil de compensar sin pasar las tijeras a los fondos de cohesión si los gobiernos se niegan a cubrir ese déficit.

En este escenario, a lo máximo a lo que puede aspirar Galicia es a mantener los 2.771 millones de euros (para siete años) de ayudas que venía recibiendo fundamentalmente a través del Fondo de Desarrollo Regional (913,6 millones), el Fondo Social Europeo (322) y el Fondo Europeo Marítimo y Pesquero (371 millones). En el peor de los escenarios, según estima la Xunta, la región podría perder hasta un 46 % de esas ayudas y quedarse en 1.497 millones de euros.

La comunidad gallega lleva casi tres décadas percibiendo jugosas ayudas europeas para lograr la convergencia con las regiones más ricas de Europa, sin éxito. Ese objetivo se podría haber logrado en el período 2021-2027 de forma más o menos artificial. Y es que si el PIB de Galicia se encuentra hoy por encima de la media de la UE es porque la ampliación del club en el 2004 abrió las puertas a regiones polacas, húngaras o eslovacas más pobres. Todas ellas pasaron a engrosar el vagón de cola de las menos desarrolladas. 

Cambio de criterio

Por si la competencia no fuera suficiente, Bruselas le ha puesto a los gallegos las cosas más difíciles al ampliar el tramo de regiones en transición a las que tienen un PIB de entre el 70 y el 100 % de la media de la UE. La decisión hace caer a Galicia del club de las más desarrolladas, ocasionando pérdida de fondos: «Bajaría gravemente su financiación europea. Esto es contrario al principio de cohesión y equidad (…) Queremos una asignación equivalente a las del último marco presupuestario y evitar así una situación injusta», se quejó el pasado mes de febrero el eurodiputado gallego Millán Mon. El popular consiguió que la Eurocámara apoyase su propuesta de mantener el mismo nivel de fondos a las regiones que caen de categoría, como es el caso galaico. Pero esta red de seguridad podría esfumarse durante las negociaciones con el Consejo, que no arrancarán hasta el otoño.

Algunos países como Holanda o Finlandia exigen recortes drásticos de los fondos regionales y de cohesión. Esta no es la única vía de acceso a las ayudas. La introducción de la cifra de desempleo en la clave de reparto es la puerta de atrás por la que España podría llegar a recibir un 5 % más de fondos de cohesión, hasta los 34.000 millones de euros si se mantienen las partidas. La Eurocámara también le ha pedido a los Veintiocho que aumenten los niveles de cofinanciación del 55 al 65 % para las regiones que seguirán en transición en el período 2020-2027. De aceptarlo, Galicia tendría menos problemas para ejecutar ciertos proyectos aplazados por la las restricciones presupuestarias heredadas de la crisis, cuando la inversión pública gallega se desplomó un 65 %. 

Los problemas

Lo que será muy difícil revertir es la decisión del Parlamento Europeo de restringir la financiación regional a los combustibles fósiles, las infraestructuras aeroportuarias y la gestión y tratamiento de residuos. Galicia sigue arrastrando graves problemas de contaminación y deficiencias en sus conexiones aéreas por la escasa oferta de vuelos que se disputan entre sí los tres aeropuertos gallegos, una situación agravada por el desvío del tráfico hacia los vecinos portugueses, más competitivos.

El paro y el futuro de la industria, los retos pendientes

Galicia todavía registra una cifra de desempleo (12 %) por encima de la media de la UE. Los latigazos de la crisis, la deslocalización de empresas y los problemas de industrias como las electrointensivas ensombrecen el futuro de una de las regiones donde más se han deteriorado los salarios. El mercado laboral sigue siendo frágil y la economía gallega muy dependiente de los dos grandes gigantes: Inditex y Citroën. Por eso es tan urgente emplear esfuerzos y fondos públicos en diversificar y dinamizar el ecosistema, invirtiendo los fondos en proyectos de alto valor añadido como el Clúster Transfronterizo Biotecnológico (CT-Bio) impulsado por Galicia y Portugal con fondos regionales para atraer y apoyar la creación de nuevas empresas en sectores con gran potencial.

El apoyo a la transformación tecnológica de las pymes es otra necesidad que no se puede seguir aplazando. Si la región no quiere perder el tren de la innovación, tirando por tierra tres décadas de convergencia, tendrá que blindar los fondos. Eso sí, las ayudas por sí solas no servirán si no hay voluntad política ni planes estratégicos e inteligentes para acabar con problemas acuciantes como la deficiente conexión entre los puertos galaicos y las redes principales de transporte. El tráfico ferroviario será vital para mantener el pulso de las infraestructuras marítimas y ahí, la reciente inclusión de Galicia en el Corredor Atlántico podría ser un revulsivo al abrir las puertas del mecanismo Conectar Europa a la región. Galicia podría recibir un pellizco de los 30.600 millones de euros que este programa invertirá en las redes de transporte prioritarias en la UE.

Por lo que respecta a la crisis demográfica, Bruselas se negó a incluir este criterio en el cálculo de reparto de los futuros fondos. Tan solo la Eurocámara ha pedido que un nimio 5 % de las ayudas regionales se dedique a fenómenos como la despoblación y el envejecimiento.