La soledad ya no es cosa de gente mayor

GALICIA

Mela García, aún veinteañera, ha decidido compartir piso únicamente con su perra
Mela García, aún veinteañera, ha decidido compartir piso únicamente con su perra MARCOS MÍGUEZ

Jóvenes, divorciados y hasta matrimonios que no conviven diversifican el perfil de los hogares unipersonales gallegos

12 nov 2019 . Actualizado a las 20:18 h.

En Galicia hay 278.600 personas que viven solas. Un fenómeno que se suele identificar con personas mayores sin familia o alejadas de ella pero que, en realidad, ofrece muchas caras. Por ejemplo, la de los 1.400 jóvenes de entre 20 y 24 años que no conviven con nadie, una situación poco habitual y que incluso despierta extrañeza en su entorno. «La gente se sorprende cuando llegan al piso. Me preguntan ¿vives aquí tú sola? ¿Cómo lo pagas? ¿No te sientes sola?», cuenta Mela García, que con 23 años empezó a vivir sin más compañía que la de su perra en un piso que su familia tiene en el barrio coruñés de Vioño. Tras fallecer su madre, su padre optó por volver a vivir con sus hermanos y dejar a esta estudiante de Medicina «hacer su vida». Al principio barajó la opción de alquilar una de las habitaciones: «Estuve mirando y hablando con gente pero no me convencía nada, pensaba que iba a haber alguien en mi casa y que ya no podría hacer lo que me diese la gana», cuenta Mela, que aprecia sobre todo la libertad de poder ir el salón, la cocina o la ducha a cualquier hora y sin molestar a nadie.

MELA GARCÍA, 25 años: «No me convencía compartir piso, habría alguien en mi casa y ya no podría hacer lo que me diese la gana»

En el lado contrario de la balanza pone el hecho de no tener ayuda para limpiar la casa y asumir los gastos en solitario. «Yo paso mucho tiempo fuera de casa y suelo ducharme en el gimnasio, pero son gastos que al final salen de mi beca de estudios». No pagar alquiler ni hipoteca es lo que le permite mantener su opción de vivir sola.

Divorciados y separados

La ruptura de una pareja puede ser también el preludio de un domicilio para uno. De hecho, en el 20 % de los hogares unipersonales gallegos residen personas divorciadas o separadas. Es el caso de José Antonio Pallero, que tras seis años de matrimonio y dos hijos ha vuelto a vivir solo en un apartamento en Sada. La experiencia no es nueva para él. «Me emancipé a los 26 años y viví solo en España, en Inglaterra y en Estados Unidos. No me ha costado volver a adaptarme. Si te gusta la independencia eres más feliz así, sin nadie que te diga cómo tienes que hacer las cosas», explica, aunque reconoce que añora el calor de hogar que vivió al criarse en una familia numerosa. Fueron precisamente sus padres quienes le inculcaron el ser independiente. «Soy perfectamente capaz de llevar una casa, y más con lo fácil que lo ponen los electrodomésticos de hoy», dice. Actualmente tiene una nueva pareja pero de momento no barajan vivir juntos: «Estamos viendo cómo la pareja crece muchísimo estando cada uno bajo su techo».

JOSÉ ANTONIO PALLERO, 42 años: «Soy perfectamente capaz de llevar un hogar y los electrodomésticos actuales me lo ponen muy fácil»

Independencia tampoco le falta a José López, un lucense divorciado hace más de treinta años que no encuentra ninguna desventaja a vivir solo. «Cando quero estar con xente non teño máis que baixar á rúa. E ademáis agora cos teléfonos e con todo é máis fácil non ter sensación de soidade». Su otro truco es no parar quieto: «Sempre teño en que gastar o tempo», afirma.

Pero no todos asumen igual de bien el cambio. Rubén -nombre ficticio- está todavía en trámites de divorcio. Es uno de los 17.200 separados gallegos que según la Encuesta Continua de Hogares del INE, residen en domicilios unipersonales. «Yo era una persona que vivía en una familia, mujer y dos hijos, he pasado de 250 a cero, para mí ha sido un cambio brutal, ahora tengo que aprender a vivir solo. Hay gente que dice que en cuanto las visitas llevan unas horas en casa ya las echan de más. Yo ese sentir aún no lo encuentro», relata.

Casados pero no revueltos

El de las parejas que no conviven es un fenómeno en auge. Incluso cuando ya hay boda de por medio. En concreto, en Galicia hay 19.600 hogares unipersonales en los que reside una persona casada. Ese es el caso de Aly Barros. Ella vive en Vigo. Su marido, en Asturias, de donde es natural. «Cando nos coñecemos no ano 2006 os dous tiñamos traballos estables pero que nos permitían vernos a miúdo e ningún queriamos deixar o noso posto», explica. La distancia no fue óbice para en el 2010 contrajesen nupcias, el mismo día en que la selección española de fútbol ganaba el Mundial de Sudáfrica.

ALY BARROS, 37 años: «Falo máis co meu marido que compañeiras que conviven cos seus, sempre hai algunha mensaxe»

Hace tres años Aly se quedó sin trabajo, pero fue en Vigo donde surgió la ocasión de estudiar la FP de Laboratorio Clínico y Biomédico y Anatomía Patológica. «Tiña unha lista de espera moi grande e non quixen perder a oportunidade», cuenta. Así que, a día de hoy, ella y su marido siguen viviendo en comunidades autónomas distintas. «Aproveitamos ao máximo festivos, pontes e vacacións e de momento seguimos así porque as vantaxes que temos compensan o feito de estar sós durante a semana». Ambos residen en casas propiedad de sus familias, por lo que no tienen que hacer frente al pago de vivienda. El traslado de él supondría una importante merma económica y ella tiene previsto opositar próximamente en Asturias. Mientras tanto tiran de nuevas tecnologías para suplir las ausencias en el día a día. «Podo dicir que eu falo máis co meu marido que moitas compañeiras que viven co seu, sempre hai unha mensaxe, ou unha foto», asegura Aly.

Más de 45.000 solitarios gallegos tienen menos de cuarenta años

De los 278.600 hogares unipersonales que el INE registra en Galicia, un total de 45.200 están habitados por personas menores de 40 años (algo más del 15 %). Los datos corresponden al año 2018 y suponen una caída de 10.000 individuos con respecto a los del año 2013. Sin embargo, en el mismo período ha aumentado un 20 % el número de personas mayores de 40 años que viven solas. Por sexos, la situación está bastante equilibrada: un 45 % de los menores de cuarenta que viven solos son hombres y un 55 %, mujeres.

Volviendo al total de domicilios en los que solo reside una persona, están ocupados en su mayoría por personas solteras (un total de 112.100). En otros 89.300 residen viudos. Los divorciados ocupan 40.400 de esas viviendas con un solo morador, mientras que los separados suponen 17.200 y los casados, 19.600.