Luis Ángel de las Heras: «Me gusta pasarlo bien»

GALICIA

MIGUEL

El obispo de Mondoñedo-Ferrol, un hombre optimista, se confiesa aficionado a los puzles y enamorado del mar

16 abr 2019 . Actualizado a las 10:39 h.

El obispo me recibe en una sala austera aunque acogedora del palacio catedralicio. Luis Ángel de las Heras (Segovia, 1963), se presenta con sotana y crucifijo y la sonrisa que parece ya marca de la casa. Castellano en proceso de galleguización, De las Heras le echa una mirada positiva a todo. También al futuro: «El futuro es de Dios».

-Ya suma tres años en Galicia, su primer destino como obispo, ¿qué tal lo lleva?

-Bueno, para mí ha sido un cambio fuerte, porque yo estaba acostumbrado a vivir en comunidad y ahora vivo solo, aunque nunca estoy solo del todo. También hubo un cambio en las tareas, claro. Porque lo que tiene que hacer un obispo no te lo dice nadie, hay que ir descubriéndolo. Alguna cosa, todavía hoy, estoy por ver qué es. Eso es bueno.

-¿Cómo recibió este destino?

-Al principio me descolocó, porque yo tenía muchas cosas organizadas y de repente te llega esto... Pero desde el día que puse los pies en Galicia me olvidé de todo eso para centrarme en lo que tenía aquí.

-¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de Galicia?

-Pues algunas visitas que he hecho a algunas aldeas: la bondad y la sencillez de la gente. Recuerdo una en la que ellos no sabían hablar castellano ni yo gallego, pero nos acabamos entendiendo. Aquí la gente es muy acogedora. El rural está muy necesitado de soluciones que no son fáciles. Incluso me hablaron una vez de unos ancianos que vivían en una casa sin luz. Y la primera vez que me encontré con Feijoo se lo dije: «Hay una casa en Galicia que no tiene luz». Y me contestó: «¡Eso hay que mirarlo!»

-Y ya está arreglado.

-Pues no he podido comprobarlo todavía.

-Mucha gente ve la Semana Santa desde una óptica de ocio o cultural...

-Hay muchos motivos por los que la gente se acerca a las cosas. La Semana Santa es una semana religiosa con raíces cristianas. Y con la peculiaridad de las procesiones que, lejos de ir a menos, van a más. Mucha gente lo mira como entretenimiento cultural y viaja para verlas. Pero hay mucha otra gente que lo sigue viendo desde una óptica religiosa que le ayuda a vivir su fe. Eso lo valoro y lo apoyo.

-En su diócesis están las más concurridas.

-Sí, en Viveiro y Ferrol. Son las de interés turístico internacional porque son los que más las han cuidado, pero hay otros lugares que están pujando con fuerza: Mondoñedo, Burela y Ortigueira.

-La Semana Santa tal vez vaya a más, pero las estadísticas dicen que cada vez hay menos bodas, bautizos...

-En el mundo, donde menos crece la Iglesia católica es en Europa. Las estadísticas dicen una parte de la realidad. Es probable que haya menos bodas, pero la presencia de las personas en las misas, como en la del domingo de Ramos, es mayor. Eso es una contraestadística. Estamos en un cambio de época que afecta también a la presencia de la Iglesia. Y hay una disminución del compromiso. Cualquier compromiso cuesta.

-Contra la falta de vocaciones algunos propugnan el celibato opcional o la ordenación de las mujeres. ¿Qué opina?

-Antes había más nacimientos y por tanto había más cantera para las vocaciones. Pero sobre lo que me plantea le diré que son temas delicados. Hay gente en la Iglesia a la que le cuesta dar pasos y hay cosas que necesitan consensos. Hoy por hoy estamos lejos de llegar a un consenso sobre esas dos cuestiones.

-Usted no verá esos cambios.

-Yo creo que no, pero nunca se sabe.

-¿Cuándo supo que iba a ser cura?

-A los 14 años entré en el seminario. Pero ya lo sabía mucho antes.

-¿Era un niño revoltoso?

-Más bien dócil, aunque hice mis travesuras. Recuerdo una vez que me escapé con unos amigos a un barrio para ver una feria. Al final se enteraron mis padres y tuve el correspondiente castigo: la zapatilla y algo más.

-En todas las fotos le veo sonriendo. ¿Es usted feliz?

-Sí, soy feliz. Y estoy muy contento aquí. El papa Francisco le dijo a algún obispo: «Vete y pásalo bien». A mí no hizo falta que me lo dijera.

-¿A qué es aficionado?

-Me gusta hacer puzles. Tengo dos empezados. Uno en Ferrol y otro aquí. También  me gusta ir a la orilla del mar y perderme en esa inmensidad.

-¿Sabría hacer una tortilla de patatas?

-Sí, alguna vez tuve que hacerla. Y torrijas.

-Defínase en cuatro palabras.

-Honesto, trabajador, responsable y alegre. Me gusta pasarlo bien.

-¿Tiene un lugar favorito?

-Segovia.

-¿Le gusta el fútbol?

-Me gustaba. Dejé de verlo porque me ponía muy nervioso.

-¿Así que si le pregunto Celta o Dépor...?

-Racing de Ferrol.

-Dígame una canción.

-Aleluya de Händel. Toda esta semana tiene que ir a eso, al Aleluya de Händel.

-¿Qué es lo más importante en la vida?

-Amar. Y yo entiendo el amor como Dios me lo ha enseñado. Y es muy difícil.