«Antes de los 30 ni pensaba en ser madre. Primaba lo laboral»

M. Cedrón / M. Senra REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Miguel Villar

Dos mujeres que fueron madres jóvenes y otras dos que lo hicieron más tarde relatan su experiencia

24 mar 2019 . Actualizado a las 15:19 h.

Bety, Alexandra, María y Begoña son madres. Ese es el cordón umbilical que las une, aunque cada una decidió dar el paso en un momento diferente de su vida. Esta es su historia.

 Bety Tesouro. 36 años. Tuvo a su primer hijo a los 21. Entre el grupo de compañeros de su hijo mayor, Anxo, Bety Tesouro es la madre más joven. Ella y su marido Berna, vecinos del concello ourensano de Esgos, rompen todas las estadísticas. La primera, ser padres de dos hijos en una de las provincias con el índice de natalidad más bajo de España. La segunda, no haber esperado hasta los 33 años para acunar a sus retoños. Porque fueron padres mucho antes. A los 21, ella, y a los 26, él.

«Toda a vida fun moi neneira. Eu o que quería era ser mamá. Non lle dou prioridade a outras cousas. Non agardo ter luxos, coches... non podes esperar a telo todo para ser mamá», cuenta Bety. Las circunstancias también le dieron un empujón. «Coñecín ao meu marido aos 17 anos, cando tiña 20 casamos e un ano despois tivemos o neno», explica. La niña nació tres años después.

Como podía permitírselo económicamente, en los primeros años de vida de sus hijos trabajó a media jornada y hace cinco dejó su empleo fuera de casa para dedicarse las 24 horas a aquello que quería ser desde pequeña, mamá. «Creo que nesta etapa da adolescencia é cando máis precisan dos pais», comenta.

Ella pudo dejar de trabajar porque, como dice, «o meu home ten un bo traballo, pero de non ter esa axuda tampouco podería telo feito». Por eso, cree que las medidas de conciliación entre la vida laboral y familiar deberían de mejorar: «O modelo de traballo que rexe na actualidade está moi mal. As persoas que teñen fillos deberían de ter outros dereitos. Unha redución de xornada, como a que teñen moitas empresas, vai da man dunha redución de salario que moitos non poden permitirse. Debería de poder levarse máis traballo para a casa para non deixar de coidar aos fillos», comenta.

María Sabas. 39 años. Tuvo a su primer hijo a los 36 años. «Pertenezco a una generación en la que mucha gente estudió en la universidad. Entre que acabas la carrera, logras el desarrollo profesional, una estabilidad... los años van pasando». María Sabas es funcionaria. Tras lograr la plaza, aunque tenía un empleo estable, su pareja trabajaba fuera. No creía que fuera un buen momento. Quería esperar a tener mayor estabilidad económica y familiar. Fue a los 34 años cuando acabó por decidirse a ser madre. «Antes de los treinta ni se me pasaba por la cabeza ser madre. Primaba la parte laboral. Porque aún hay mucho temor a que en una empresa crean que eres menos productiva por tener hijos», comenta.

El hecho de haber esperado hasta los 34 hizo que no fuera tan fácil quedarse embarazada. Lo logró a los 36. «No tuve problema, pero es verdad que cuanta más edad tienes más dificultad hay para poder ser madre». 

Begoña Rilo. 45 años. Tuvo su primer hijo a los 42 años. Amiga de María, no tuvo a su hijo hasta los 42 «por las circunstancias». Dice que llegó un momento en el que «era o no era» porque antes «la vida te va llevando». Recuerda cómo a los 21-22 años, cuando la mayor parte de las mujeres de generaciones anteriores eran madres, ella estaba en la carrera, salía... «Es normal que ahora se retrase la edad de ser madre por primera vez», dice.

 Alexandra Tapia. 24 años. Tuvo a su hijo a los 22. Aunque ha sido madre joven, asegura que sabía desde el principio que tendría a su hijo. Se quedó embarazada con 21 años, y Mateo nació cuando ella había cumplido 22. Tenía un miedo enorme a lo desconocido, sobre todo por la gran responsabilidad, pero esta pontevedresa se sintió arropada con su maternidad desde el principio, aunque asegura que «lo más difícil fue contárselo a mi familia y amigos».

Alexandra estudiaba un ciclo de peluquería que tuvo que dejar debido al malestar que le provocaba el embarazo, pero a los cuatro meses del parto comenzó a trabajar para mantenerse ella y su hijo Mateo. Con la ayuda de su familia esta joven ha podido llevar de una manera idónea ser madre tan joven y seguir disfrutando cada día: «Mi familia me ayuda en todo, y así puedo salir de fiesta o a cenar siempre que me apetece».

Alexandra dice que volvería a tener a Mateo mil veces más, pero que quizá con unas circunstancias mejores, ya que la inestabilidad económica, entre otros factores, ha hecho que tenga que trabajar duro para poder disfrutar de su hijo. Lo que destaca es que «he tenido mucha suerte con él, siempre me ha dejado dormir y es muy, muy bueno». Alexandra afirma orgullosa que ser madre es lo más bonito que le ha pasado nunca.