Así roban las bandas itinerantes

José Manuel Pan
José Manuel Pan REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Imagen de un robo reciente cometido en Galicia por miembros de una banda itinerante
Imagen de un robo reciente cometido en Galicia por miembros de una banda itinerante

Vienen de países del Este, se mueven en coches de alta gama y no les importa recorrer grandes distancias para dar los golpes. La Guardia Civil les sigue la pista

14 feb 2019 . Actualizado a las 15:32 h.

«Viven muy bien». El teniente de la Policía Judicial de la Guardia Civil conoce a la perfección el nuevo perfil de las bandas que asaltan casas y chalés en Galicia. Están formadas por jóvenes que proceden de países del este de Europa y que han encontrado en España una buena forma de obtener ingresos sin trabajar. No responden al estereotipo de hace años. Ni son exmilitares, ni están armados, ni son violentos. Viajan en coches de alta gama, Audi y BMW son sus marcas preferidas para recorrer los miles de kilómetros que hacen entre sus bases de operaciones y sus objetivos. «Se desplazan desde Madrid, Barcelona o Valencia hasta Galicia. Pasan unos días por aquí, dan los golpes y se marchan. No les importa hacer grandes recorridos», explica el investigador. Y tampoco dudan en desprenderse de los coches si alguien los ve, si están quemados.

Están especializados en este tipo de robos y en diez minutos pueden llegar a desvalijar dos casas. «Son muy rápidos. Tenemos grabaciones en las que se ve cómo se mueven por una habitación a toda prisa. Sacan los cajones y los vacían. Todo a gran velocidad». Saben lo de las cámaras y actúan encapuchados. Y lo de las huellas. Siempre llevan guantes.

La identificación de estas bandas es muy compleja. Su movilidad y su forma de operar les permite pasar desapercibidos durante varios días y puede pasar mucho tiempo hasta que hay alguna pista. «Son gente de fuera, que recorre cientos de kilómetros tras dar el palo en una casa. Roban, se marchan y nadie se entera, nadie ha visto nada», relata el especialista: «Y así tenemos que empezar a buscar».

Uno de los últimos grupos criminales desarticulados por la Guardia Civil tenía su base en la provincia de Pontevedra. Sus componentes alquilaron una casa rural y desde allí se movían por toda Galicia. Asaltaron chalés en Ourense y en A Coruña. Aunque tratan de no repetirse mucho, sí hay algunos parámetros que se dan en cada una de las acciones de este tipo de bandas. Y en eso se fijan los investigadores cuando llegan a una casa asaltada. ¿Cómo entraron? ¿Qué botín se llevaron? ¿Por qué escogieron ese sitio? ¿Por dónde se fueron?

Encontrar respuestas a esas preguntas es el primer paso en la investigación. Sin apenas datos, sin huellas, sin testigos. El teniente explica que estos ladrones tratan de no levantar ninguna sospecha: «Buscan casas en las que no haya gente en el momento elegido para robar. Les importa mucho no ser vistos y evitan cualquier enfrentamiento. Sabemos de casos en los que fueron sorprendidos dentro de una casa y optaron por marcharse. No les importa perder el botín, prefieren que nadie pueda identificarlos».

La mítica banda del oro

Hace unos años, la banda del oro trajo de cabeza durante varias semanas a las fuerzas de seguridad. Sus miembros asaltaban casas y chalés en los entornos de las ciudades de A Coruña, de Santiago y de Vigo, de los que únicamente se llevaban joyas. Había días en los que reventaban varias viviendas en una misma tarde. Siempre sigilosos, cuidadosos. Nadie vio nunca nada. Cayeron al cabo de dos meses en una exitosa operación de la Guardia Civil, que llegó a seguir a los delincuentes hasta Madrid. Allí fueron detenidos los jefes de aquella banda. Las joyas las guardaban en zulos en un monte cerca de Lugo. Las metían en botes de detergente hasta que la vigilancia se relajase y pudiesen coger el oro para fundirlo.

«Todos hacen de todo»

«En este tipo de bandas todos hacen de todo», explica el experto de la Policía Judicial. Todos vigilan, todos entran en la casa y todos conducen los coches en los que se mueven. Las últimas pesquisas revelan que no se paran mucho en la elección del objetivo. En los asaltos más recientes no hubo visitas previas, «como mucho, una pasada con el coche», y tampoco hicieron señales en las casas para dejarlas marcadas. Lo que sí eligen es el momento. «El mejor para ellos es la tarde noche, cuando empieza a oscurecer», advierte el teniente. También tienen en cuenta que esas son horas en las que los residentes han salido de las casas, a caminar, al gimnasio, a la piscina o al supermercado.

La forma de entrar en las viviendas también es característica. Las bandas itinerantes eligen las ventanas. Apenas hay casos en los que se hayan forzado las puertas. Eso queda más para los robos en pisos de ciudades. En las casas y en urbanizaciones se hace de otra forma. Aunque en este tipo de investigaciones nada es definitivo. «No podemos afirmar que por vivir en las afueras de una ciudad uno va a ser objetivo de estas bandas. Sería demasiado fácil reforzar la vigilancia en esas zonas y acabar así con los delitos». Pero no es tan fácil. Estos ladrones buscan objetivos bien comunicados y que tengan una cómoda vía de escape tras el robo. Y también entran en juego otras variables: si hay tránsito de vecinos, si hay alarmas, perros, rejas..., o simplemente si hay mucho movimiento en el entorno a las mejores horas para dar el golpe. No quieren arriesgarse.

«Vacían los cajones»

«Son muy ágiles en sus movimientos», dice el teniente. Es una de las características de este tipo de bandas. Cuando acceden a una vivienda se mueven con rapidez. Van a los sitios en los que creen que se guardan las joyas. La habitación principal es el primer objetivo. «Lo revuelven todo, pero sin destrozos», dice el guardia civil. Van a mesillas y a armarios, y lo vacían todo encima de la cama. A gran velocidad, con guantes y con la cara tapada. A los pocos minutos salen de la casa con el botín y se marchan como han venido: en coche y con la máxima discreción, como si nunca hubieran estado allí.

Ahí empieza la búsqueda. Los agentes lo examinan todo. Cualquier mínima pista. Recorren la zona, preguntan si alguien pudo haber visto algo extraño, diferente. Saben cómo hacerlo. «Y siempre hay algo: el color de un coche, una matrícula». Es el momento de la investigación.

Con guantes y «walkie-talkie»

Los delincuentes suelen aprovechar muchas informaciones sobre investigaciones policiales para tomar nota de lo que no deben hacer. Por eso es muy raro que este tipo de ladrones más especializados utilicen teléfonos móviles en sus asaltos. Saben que sus movimientos pueden ser localizados gracias a los posicionamientos de las antenas de telefonía. No es extraño descubrir que estas bandas se comunican por medio de «walkie-talkies», que no dejan rastro. Tampoco se les ocurre ir sin guantes. Las puertas, las ventanas o los cajones son examinados siempre por los investigadores en busca de huellas que pudiesen haber dejado los ladrones. Pero los guantes evitan cualquier rastro. La Guardia Civil lo sabe y por eso se centra en otros indicios mucho más fiables.