Álvaro Bilbao: «Pobre del niño con unos padres perfectos»

Ana Abelenda Vázquez
Ana Abelenda REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Pinto&Chinto

Es neuropsicólogo y autor de «El cerebro del niño explicado a los padres»

19 ene 2023 . Actualizado a las 09:40 h.

«Mi padre dice que fui un niño llorón, pero también tuve un hermano pegón», confiesa cómplice el neuropsicólogo Álvaro Bilbao, autor de El cerebro del niño explicado a los padres. Introvertido pero conversador, este padre de tres niños amante de la cocina, el cine y la montaña tiene las emociones claras y una razón para casi todo. Hasta para esto: ¿Por qué los niños piden un vaso de agua cuando están en la cama? «No es sed, beben un sorbito y lo dejan... Te están pidiendo que les hagas saber que si te necesitan por la noche podrán llamarte e irás», asegura.

-Experto en plasticidad cerebral. Le imaginamos jugando a la plastilina en la cabeza...

-Es un poco así... Todos los padres somos algo arquitectos del cerebro de nuestros hijos. El cerebro tiene plasticidad, la forma en que nos comportamos los adultos es un modelo para ellos.

-¿Qué tiene de singular el cerebro de un niño?

-Que está programado para aprender de los padres, por eso se apegan a nosotros, nos necesitan más que nadie en el mundo, pero también tienen su propia genética, sus instintos, y es importante saber que los hijos aprenden de nuestros aciertos, pero también de los errores.

-Ya lo dijo Capdevila: «Los padres perfectos no existen».

-Claro. Estoy de acuerdo, pero, si existen, pobre del niño que tenga unos padres perfectos, porque superar a un padre que grita, que llega tarde a casa... eso es posible. Pero un padre perfecto es insuperable. Los niños necesitan que nos equivoquemos, y sobre todo, saber que los queremos aunque sean imperfectos.

-¿Decide tanto como dice la emoción en la vida?

-Decidimos muchas cosas con la parte emocional del cerebro. No les gritamos a nuestros hijos porque tengamos razón. Razón tenemos a las nueve de la mañana, a las tres de la tarde y a las nueve de la noche. Pero el grito sale a las nueve de la noche. ¿Por razón? No, por emoción. Las decisiones más importantes de la vida, como la pareja, tener hijos o no tenerlos, incluso nuestra profesión la elegimos por nuestras emociones. ¡Hasta el coche que te compras! Las personas más racionales, en general, toman malas decisiones. Acaban comprándose casas en las que luego no están a gusto o eligen una pareja que en realidad no les va nada.

-¿Nos animas a acabar con eso de «Los valientes no lloran»?

-Sí. Es importante enseñar a los niños a saber cómo se sienten. Incluso el hambre que tienen. Porque a veces el «Acábate el plato» lo dice un padre como yo, con 15 kilos de más. ¿Cómo un tío con sobrepeso pretende convencer a un niño que está en su peso ideal?

-Los niños nos superan...

-En un montón de cosas. Todos los niños empiezan el día estirándose. ¿Cuántos adultos lo hacen? A los adultos se nos olvidan cosas importantes... Pero los niños necesitan que les eduquemos. El niño necesita el amor y la norma. El cerebro, en realidad, es una gran discusión, entre lo que quiero y lo que debo. El cerebro es contradicción, y equilibrio. El niño debe saber comportarse a la mesa y hacer un poco el gamberro.

-¿Vitaminas para crecer feliz?

-Amor. Sin él, el cerebro sabemos que no se desarrolla. Confianza. Y un poquito de normas...

-¿Cómo fue de niño?

-Ufff, fui un niño sensible, que suspendía asignaturas y parecía que hacía pocas cosas. Pero ojo, una persona callada puede actuar, en su momento, con fuerza. Ni mis padres ni mis tíos daban un duro por mí. Se preocuparon mucho cuando dije que iba a estudiar Psicología. Mi madre me enseñó a esforzarme. De mi madre gané la persistencia, y de mi padre, la imaginación.

-¿Repite modelo de familia?

-No. El otro día mi madre me dijo: «Álvaro, con la casa tan bonita que tienes, si estuviese ordenada estaría más bonita todavía». Y mi hijo le dijo: «Abuela, eso molesta, parece que crees que lo tuyo es mejor que lo nuestro».

-¿Lo mejor que le han dicho sus padres?

-Que se sentían orgullosos de mí. Ya de mayor.

-¿Hace equipo en casa?

-En casa hacemos muy buen tándem. Mi mujer es más cariñosa que yo, más libre e imaginativa, y yo más duro, de normas.

-¿Hasta los 6 años, crecemos mejor sin tecnología?

-Sí. Hay que ir con pies de plomo, porque las pantallas hacen que pierdan interés. Mi hijo tuvo la primera Nintendo a los 8, después de hacerse el cubo de Rubik.

-¿Qué hacemos con un bebé que no duerme? ¿Receta?

-Ser muy pacientes. Y atenderle, en mi opinión. Lo natural es que, a nivel cerebral, los niños a partir de los 3 o 4 años duerman la noche del tirón. Pero eso no quiere decir que lo hagan todos.

-¿Quiere igual a sus tres hijos?

-Sí... ¡pero a ratos estoy más enamorado de uno que de otro!

-¿Lo mejor de su vida?

-Ver crecer a mis hijos. Me gusta compartir. Tener una familia es eso, estar compartiendo cada día. Una amiga me lo dijo una vez: «Álvaro, tu sueño es tener una familia». Es mi sueño cumplido.