Qué fue de... las medidas antiniebla en la A-8: Cinco años circulando entre brumas

Xosé María Palacios Muruais
xosé maría palacios VILALBA (LUGO)

GALICIA

Imagen tomada un día de niebla en el alto de O Fiouco
Imagen tomada un día de niebla en el alto de O Fiouco ALBERTO LÓPEZ

Cuando se cumple un lustro de la apertura al tráfico de los dos últimos tramos de la A-8 en Galicia, la solución a los problemas que genera la niebla en el alto de O Fiouco continúan pendientes

04 feb 2019 . Actualizado a las 09:01 h.

La entrada en servicio de los dos últimos tramos de la A-8 en Galicia, de cuya apertura al tráfico se cumplen ahora cinco años, pudo considerarse entonces una espera que había valido la pena. Cuando se pudo circular por autovía entre Arroxo (Lourenzá) y A Xesta (Abadín), habían pasado diez años desde la colocación de la primera piedra de la transcantábrica en Galicia, en el tramo Ribadeo-Reinante.

Las dificultades orográficas obligaron a modificar el proyecto inicial y elevaron el coste de las obras en esos 16 kilómetros hasta los 192 millones de euros, aunque la satisfacción por evitar las 29 curvas que había en la N-634 en esa zona o la falta de un carril para vehículos lentos en el último tramo de la subida a A Xesta parecían pesar más que cualquier otro detalle. El primer día en que se circuló ya se enfriaron un poco las expectativas: solo en dos de los 16 kilómetros se permitía alcanzar los 120 por hora; había avisos de riesgo de viento en algún panel, y en el entorno de O Fiouco, a 698 metros, estaban encendidas unas balizas para favorecer la visibilidad.

Los problemas se reflejaron de modo abrupto y dramático el 26 de julio del 2014. Una colisión en cadena ocurrida en una mañana de intensa niebla en las inmediaciones de O Fiouco, el punto de más altitud de toda la A-8, puso de relieve las complicaciones de ese tramo y la necesidad de tomar medidas.

A finales de ese año se colocó un radar de tramo para vigilar el tráfico en nueve kilómetros en sentido Asturias, aunque el año pasado se redujo su control a solo cinco. En marzo del 2018 empezó a funcionar otro, que regula un tramo de cuatro kilómetros en sentido Vilalba. Al mismo tiempo, el Ministerio de Fomento fue madurando la idea de desarrollar soluciones al problema de la niebla.

En los presupuestos de este año se recoge una partida de cinco millones. En años pasados se presentaron variados proyectos, desde un falso túnel capaz de crear un microclima contra la bruma hasta el uso de rayos láser que fusionarían las gotas de niebla y generarían lluvia. De momento, sin embargo, las soluciones siguen pendientes, y los conductores soportan la incertidumbre de que la niebla llegada del cercano Cantábrico obligue a cerrar la A-8 y los devuelva, como cinco años atrás, a la N-634.