«Estes son momentos críticos»

Tamara Montero
Tamara Montero SANTIAGO

GALICIA

Alexandre Sotelino y Mercedes Brea son profesores de Pedagoxía y Filoloxía en la USC
Alexandre Sotelino y Mercedes Brea son profesores de Pedagoxía y Filoloxía en la USC SANDRA ALONSO

La Voz reúne a un docente menor de 35 y a una catedrática de 68 para hablar de la política universitaria de personal

03 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

_Son contratado doutor e saquei a praza hai dous anos.

_Pois si que es un bicho raro. Na miña facultade non hai ninguén nesa situación.

_Non, se na miña tampouco.

Apenas un intercambio de tres frases delante de un café bien caliente. Es lo que hace falta para resumir el vórtice en el que ha entrado la universidad gallega. La borrasca aprieta fuera mientras charlan Alexandre Sotelino y Mercedes Brea. Él es uno de los pocos docentes universitarios menores de 35 años en Galicia. Ella está entre los más de 300 que ya han sobrepasado los 65 años. Prácticamente a la edad de Sotelino, Mercedes Brea era catedrática. Hoy, que un menor de 40 años tenga una plaza estable en la universidad es excepcional. Podría incluso llamarse milagro. Por eso Alexandre Sotelino no deja de repetir que él ha tenido «moitísima sorte».

«Xente veterana precísala porque precisas experiencia e alguén que forme a xente nova». Habla una catedrática de Filoloxía Románica que reúne 46 años de docencia e investigación. Su generación es la que tiene que formar a la de Sotelino, que cree que hacen mucha falta «profesores de referencia». «Eu son dos que consulta a outros docentes da mesma área porque obviamente nós estamos en formación. Temos moito que aprender no ámbito da investigación. O que non pode haber é un salto grande», añade.

Pero claro, es que no hay muchos Sotelinos a los que enseñar. Porque «durante moitos anos estívose investindo moitísimo diñeiro público en formar docentes e investigadores e, unha vez que teñen un currículo superior ao de moitos catedráticos en activo, mándanos á rúa».

Los que tendrían que empezar a tirar del sistema investigador para ser los siguientes Mercedes Brea -«Mercedes Brea non. Os seguintes Guillermo Rojo ou Darío Villanueva, por poñer dous nomes,», tercia, aunque la sangría tiene muchos otros nombres-. «Eu podo presumir de ter unha discípula de catedrática en Córdoba, en Montpellier. Pero quen queda aquí?», lamenta Brea. Gente que ha trabajado duro, que publica en revistas de referencia. Que va a congresos internacionales. Que acaba tirando la toalla, yéndose al extranjero. O sacándose unas oposiciones de secundaria.

Ha pasado con compañeros de Alexandre Sotelino, que también ve ahora currículos excepcionales de compañeros de doctorado peleando por una plaza temporal. Quizá 35 perfiles para esa plaza. No es ya cuestión de haber perdido perfiles docentes brillantes por una falta de planificación, una política reiterada de parcheo y una crisis que asfixió la contratación. Han sido años de descapitalización de la investigación. «O esforzo que fixo esta universidade a partir dos anos oitenta por colocarse nun bo lugar en investigación vénse abaixo». Lo cuenta Mercedes mientras las cucharillas golpean contra las tazas y Alexandre asiente.

«Non é cousa só da Universidade de Santiago», cuenta el profesor de Pedagoxía. En la USC la situación es quizá más dramática en lo que a relevo generacional se refiere, pero en las otras instituciones «hai cadros de persoal moi inestables», construidos a base de remiendos. Ambos docentes saben de la existencia en las plantillas universitarias de contratos de visitantes, a los que pagan como si estuviesen dando conferencias. Sin ningún compromiso. Sin relación con la investigación. Sin Seguridad Social incluso.

Así que, mientras la situación ideal es tener una plantilla con una edad media de entre 40 y 45 años, en Galicia se sitúa en los 50. Y en la USC, por encima de esa cifra. «O outro día tivemos un consello de departamento e falabamos de que en poucos anos imos quedar sen catedráticos. Nun departamento no que a día de hoxe hai moitos», dice Sotelino, que saca otro tema: la falta de promoción interna. Profesores acreditados a catedráticos que se jubilarán sin llegar a serlo. «Nos últimos anos estívose desmotivando ao profesorado», afirma Mercedes Brea, que recuerda que en Santiago ha llegado a haber 200 acreditados sin expectativas: «Eu vin unha desmotivación tremenda». Mercedes Brea la veía entre los que querían promocionar. Alexandre Sotelino entre los que luchaban por quedarse en la universidad.

O esforzo que fixo a universidade por colocarse nun bo lugar en ciencia vénse abaixo

¿A qué ha llevado eso? En algunos casos, a dejar la carrera investigadora. En otros, a dejar de pedir proyectos competitivos de investigación. Y a un incremento de las jubilaciones voluntarias. «Desencanto. Desánimo», afirma la catedrática de Filoloxía. «Isto antes era impensable. Normalmente todo o mundo, salvo que tivese problemas de saúde, chegaba aos 70, e agora hai moitas persoas que están marchando antes porque están fartas». No ya por la política de personal. También por los continuos cambios en el sistema universitario.

La lucha entre áreas

«Son momentos críticos». Coinciden ambos docentes. La política de contratación que se lleve a cabo en estos años de jubilaciones masivas podrá definir la universidad gallega de las próximas décadas. «O declive xa se empezou a notar. Estes anos son fundamentais. Ou se fan as cousas ben ou haberá que lamentalo moito tempo». Y hay peligro. Como que la necesidad de docentes y los procesos de incorporación masivos abran las puertas a perfiles no tan buenos como los que se fueron perdiendo durante los años del embudo, a los que hay que sumar políticas que se han demostrado poco positivas, como la áreas llamadas deficitarias y excedentarias. «Isto de permitirnos o luxo de prescindir de doutores formadísimos simplemente por estaren adscritos a unha área supostamente excedentaria non é un criterio bo».

Hai cadros de persoal moi inestables, con contratos de visitantes

¿Se ha llegado a una guerra civil? Sí. Entre áreas, entre departamentos. «As universidades están obrigadas a reservar prazas para o programa Ramón y Cajal, pero non se contempla nada para os programas da Xunta», como si fuesen inferiores. «E non é certo», afirma Sotelino. Son igual de exigentes. Y Mercedes Brea advierte que la historia de los setenta puede repetirse: que en el aluvión de contrataciones que hay que hacer lleguen perfiles no tan brillantes como los que se perdieron durante la crisis.