La mejor planeadora de Miñanco: 6.000 kilos de carga, 2.100 caballos y 16,5 metros de eslora

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO VIGO / LA VOZ

GALICIA

Diseño dibujado de la narcolancha
Diseño dibujado de la narcolancha

La Armada lleva diez meses esperando la cesión de las otras narcolanchas del narco

01 feb 2019 . Actualizado a las 11:07 h.

 Sito Miñanco llegó a la cima del narcotráfico por puro talento en su acepción más peyorativa. A su manera, y de la nada, levantó un emporio delictivo especializado en transportar tabaco y coca, pero también con departamentos de contravigilancia y sobornos. Especial importancia, aplicando una especie de I+D+i criminal, le dedicó en los primeros ochenta a la construcción de embarcaciones propias en un astillero de Noalla (Sanxenxo). Lo demostró, ya en 1989, con la Sipra (acrónimo de Sito Prado), la primera gran planeadora vista nunca en Galicia hasta le fecha: 16 metros de eslora que, con la instalación de una cabina modificada, llegaron a la veintena.

Casi treinta años después, ya en Cambados, y en el marco de la operación Mito (el martes se cumple un año), Miñanco seguía construyendo planeadoras para su organización en el Astillero O Facho. La gran diferencia, explica la Audiencia Nacional en informes, es que ese astillero era la matriz de la gran trama acusada de trabajar por medio mundo, ya sea con barcos pesqueros o contenedores. El astillero, levantado sobre terrenos de la inmobiliaria familiar cerrada esta semana por orden judicial, fue su último taller de pruebas. Allí se encontraron dos planeadoras semirrígidas: una, de 12,5 metros de eslora con motores, y otra, de 14, sin nada. Ambas serán entregadas a la Armada, tal como se pactó hace diez meses con el Ministerio del Interior, aunque el transporte costoso de los botes -implica góndolas especiales- sigue retrasando la entrega. A mayores, en O Facho apareció el plano del que pudo ser su último anhelo en forma de planeadora.

El diseño se trazó según sus indicaciones -la investigación no puede confirmar si lo dibujó él mismo-, para recoger todas las mejoras que consideró necesarias basándose en décadas de experiencia. Llamó la atención su capacidad de carga, de hasta 6.000 kilos, pero también el espacio que se reservaba para almacenar víveres y descansar. Y es que semejante embarcación podía viajar varios días con al menos dos personas que dormirían por turnos. El casco es rígido y cabinado, propio del Atlántico y muy diferente de las utilizadas en el Estrecho, abiertas y preparadas para distancias cortas en aguas mansas. La potencia, con hasta siete motores de 300 caballos cada uno, llegaría a 2.100 caballos, que se traduce en unos 110 kilómetros por hora.

«Más caballos no implica mayor velocidad, pero sí más potencia. Lo que importa es que mantenga una buena velocidad cuando va cargada. De hecho, estas narcolanchas navegan de forma óptima si van llenas; si están vacías y aceleran botan, navegan mal». Un ejemplo, también protagonizado por Miñanco y su Sipra, en la ría de Vigo, se vivió en 1988. Vigilancia Aduanera divisó el bólido flotante e inició una persecución que no duró demasiado. Al acceder a la Sipra, los funcionarios encontraron una tonelada de polvo blanco. Al acercarse, constataron que no era el codiciado estimulante colombiano: se trataba, simplemente, de sal. Miñanco y su gente no hacían otra cosa que poner a prueba la Sipra para algún alijo de droga que estaría por llegar.