Funerarias gallegas ante el fraude de ataúdes en Valladolid: «es surrealista total»

Mónica Pérez Vilar
Mónica P. Vilar REDACCIÓN

GALICIA

En la mayoría de crematorios, la familia puede ser testigo de la incineración desde una sala anexa.En la mayoría de crematorios, la familia puede ser testigo de la incineración desde una sala anexa
En la mayoría de crematorios, la familia puede ser testigo de la incineración desde una sala anexa Santi M. Amil

En Galicia es habitual la presencia de familiares en la cremación, lo que impediría el cambiazo

31 ene 2019 . Actualizado a las 17:32 h.

Impensable e imposible en la mayoría de los casos. Es la opinión generalizada entre las funerarias gallegas sobre la posible importación a nuestra comunidad del fraude detectado en Valladolid, donde se ha destapado un cambiazo masivo de ataúdes por otros más baratos en el momento de incinerar a los fallecidos por parte de la empresa funeraria El Salvador. La operación orquestada por la Policía Nacional y la Agencia Tributaria deja por el momento quince detenidos por presunta estafa.

«Aquí no 99% dos casos a familia está presente no momento da cremación» explican desde un conocido grupo de tanatorios de la provincia de A Coruña. En sus instalaciones, como en la mayoría de los crematorios gallegos, existe una sala desde la que los familiares pueden ver cómo el ataúd entra al horno, y son pocos los que renuncian a acompañar a sus muertos en este paso por lo que cambiar la caja escogida resulta imposible sin que los parientes se den cuenta.

En algunos casos, es la propia empresa funeraria la que obliga a que un familiar esté presente en ese momento. «La ley no lo exige pero nosotros preferimos que sea así. Reconocen el cadáver una vez más, firman un documento confirmando que es la persona correcta y son testigos de la cremación» explican desde otra empresa que cuenta con tanatorios en varios puntos de Galicia.

En funerarias pequeñas, que no cuentan con sus propios hornos crematorios, es todavía más difícil. «Nós recollemos o cadáver por exemplo no hospital e o trasladamos ata o tanatorio. Se cambiaramos a caixa nese traxecto é case imposible que a familia non quera volver ver ao defunto, co que se destaparía o tema» cuentan desde una empresa ferrolana, sorprendida por el caso vallisoletano que consideran «surrealista total».

Además de las dificultades materiales para dar el cambiazo, todos apelan a la ética y el respeto. «La credibilidad lo es todo en este negocio. Hacemos todo lo posible por respetar al máximo a las familias y hacerles fácil un momento difícil. Sucesos como el de Valladolid son un golpe a la reputación de nuestro sector» se quejan. «Ademais non ten razón de ser», añaden, «hoxe en día a xente xa non escolle caixas moi caras así que non fas demasiado negocio cambiándoa, e se te pillan podes ter claro que para ti acabouse o traballo. Ninguén te volverá contratar xamáis. Significa botar o peche».

Según las funerarias, el gasto en los ataúdes se ha moderado mucho en los últimos años. Aunque no hay límite al precio máximo (incluso existen féretros con televisión o nevera), apuntan que la horquilla de precios habitual se mueve entre los 700 y los 3.000 euros. Además, cuando se trata de una incineración, las familias suelen optar por modelos más básicos. En otros casos, los servicios integrales de funerarias y aseguradoras ya incluyen ataúdes de precio medio.

Reventa de ataúdes en Pontevedra y Ourense en 1998

Pese a lo impensable del caso, Galicia ya registró hace dos décadas la noticia de un supuesto fraude parecido. Corría el año 1998 cuando un juzgado gallego investigó a tres funerarias de Pontevedra y Ourense por presuntamente cambiar el féretro de más de 200 cadáveres durante el traslado desde la ciudad de fallecimiento (Vigo) a la localidad que acogía el entierro. Según la denuncia, los parientes pagaban dos ataúdes y, por si fuera poco, uno de ellos volvía a ponerse a la venta. Además de valorar la supuesta estafa a las familias en 40 millones de pesetas, la Fiscalía también indagó la posible incursión en un delito contra la salud pública. Finalmente, tanto el fiscal como la Consellería de Sanidade archivaron el caso. La denuncia había partido de Emorvisa, una empresa que por aquel entonces contaba con el monopolio de los servicios funerarios en Vigo, práctica puesta en entredicho por las empresas denunciadas.