El patrimonio millonario del clan Miñanco se derrumba tras 30 años de acoso judicial

J.R.

GALICIA

RAMON LEIRO

Los cinco condenados recurrirán ante el Supremo la sentencia por blanqueo de capitales

05 feb 2019 . Actualizado a las 18:19 h.

Sito Miñanco supo siempre que la mejor caja fuerte para esconder sus ganancias millonarias del tabaco y del narcotráfico no estaba en Galicia. De ahí que, en sus más de treinta años asentado en la cresta del negocio, apostase siempre por el secreto bancario que impera en Panamá, u otros países de centro Europa, antes que por abrir cuentas de ahorro en sucursales de Arousa. Pero el considerado mayor narcotraficante de Galicia, conocedor minucioso de un negocio que vio nacer al otro lado del Atlántico y que él mismo ayudó a implantar en España, tuvo una debilidad que, sin saberlo, acabaría pagando 33 años después junto a su exmujer María Rosa Pouso, hija mayor, Rosa María Prado, y excuñada, Josefa Pouso, a las que arrastró, primero, al banquillo de los acusados y, después, a una sentencia (cabe recurso) de cuatro años de cárcel y seis millones de euros de multa para cada uno por blanqueo de capitales procedentes del narcotráfico. José Alberto Aguín Magdalena, constructor y vicepresidente de Miñanco durante su etapa de presidente del Club Juventud Cambados, cierra el elenco de condenados.

CABEZA PENSANTE

Sito Miñanco. La debilidad de José Ramón Prado Bugallo (Cambados, 1955) se llama San Saturnino y es la inmobiliaria que constituyó, en 1985, a modo de plan de jubilación familiar para, con la complicidad de su exmujer y excuñada, primero, e hija mayor, después, comprar fincas, pisos, construir chales o algún edificio con dinero de la coca. Él, durante el juicio celebrado en otoño en la sección segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra, se describió a sí mismo como un honrado mayorista del tabaco a principios de los ochenta. «Vivía en Amberes y venía dos o tres veces al mes para visitar a mi padre, ya enfermo, pero ganaba mucho dinero, está todo en los papeles: ‘Tivo negocios de importación de tabaco con outro socio en Bélxica. Tivo residencia legal tanto en Bélxica como en Panamá, xa que neste país conseguía o tabaco máis barato, que logo vendían en África. Tamén foi comisionista dun negocio de madeira e comercial dunha empresa de exportación de roupa’».

Incluso presentó la documentación fiscal de Bélgica para apuntalar la tesis y justificar la lluvia de millones de pesetas necesarios entonces para poner en marcha la inmobiliaria. La sentencia revela que parte de la documentación ya consta en un proceso judicial de Vilagarcía relacionado, y que la otra (incluye una portada de la revista Interviú de 1983) resulta a todas luces insuficiente para justificar semejante enriquecimiento, lo que supone el primer y más importante revés para minar los cimientos de su imperio inmobiliario en las Rías Baixas. El propio fallo, difundido el lunes, lo sintetiza de forma elocuente: «O acusado José Ramón Prado Bugallo coñecía perfectamente que os cartos que empregou do xeito que reflectimos nos feitos probados desta mesma sentenza proviñan -e eles mesmos os obtiveran- da súa participación nas referidas actividades delituosas polas que foi condenado». Pero Miñanco, condenado ya dos veces por narcotráfico a gran escala y, ahora, por blanqueo de capitales, no arroja la toalla y sigue defendiendo su inocencia, de ahí que su abogado, Gonzalo Boye, prepare ya el recurso a presentar en el Tribunal Supremo, explicó a La Voz.

Cara visible

María Rosa Pouso Navaza. La exmujer de Sito Miñanco sostiene las riendas de San Saturnino, desde 1987, tras recibirlas de su hermana, y también condenada, Josefa Pouso. La sentencia la ubica en el mismo contexto que al resto de acusados, disfrutando y especulando con las ganancias del que fue su marido: «No caso das acusadas [...] non podían ignorar e mesmo sabían de sobra que os cartos que empregaron para as operacións en que participaron tiñan a súa orixe nas actividades delituosas do seu exmarido, excuñado e pai». María Rosa, al igual que Miñanco, aprovechó el juicio celebrado en Pontevedra para revelar el origen de sus ahorros.

Declaró que gestionaba un barco de pesca y la distribución del pescado que llegaba a puerto, todo ello antes de constituirse la inmobiliaria. Incluso aportó documentación de sus ganancias, las mismas con las que habría dado el salto al sector inmobiliario. El hecho de que no tenga formación especializada en el sector tampoco resulta un lastre para ella, explicó al tribunal para aclarar cómo hizo crecer tanto, y en pocos años, el negocio familiar: «No es tan difícil, solo hace falta sentido común». La sentencia, dado que es condenatoria, evidencia que su discurso y pruebas aportadas resultaron insuficientes. Ahora, a través de su abogado, Alejandro Vega, ya prepara el recurso.

Desde el inicio

Josefa Pouso Navaza. La excuñada de Miñanco es uno de los cinco socios fundadores de San Saturnino y, según la sentencia, acumula un patrimonio incoherente: «Pola súa relación familiar con José Ramón Prado se prestara a adquirir determinados bens utilizando así cartos procedentes das actividades vinculadas co narcotráfico». El fallo cita, entre otros bienes, la compra en 1999 y 2008 de dos bajos de un mismo edificio en Sanxenxo, justo al lado de una parcela con vivienda unifamiliar propiedad de San Saturnino. «Os ingresos que percibía Josefa non xustificaban a posibilidade de adquirir todo o anterior. A renda que declaraba daríalle escasamente para cubrir o consumo medio dunha familia e, porén, os seus saldos bancarios eran elevados, realizaba achegas a fondos de pensións, contratara unha empresa de seguridade, e adquirira no 2007 un vehículo BMW M5 de segunda man por un prezo de 16.722 euros».

ÚLTIMA INCORPORAción

Rosa María Prado Pouso. Trabajadora, desde el 2001, de otra firma vinculada a su padre, Astilleros Facho, a su vez relacionada con San Saturnino al levantarse en terrenos de su propiedad. La sentencia destaca la compra de una casa en Sanxenxo «polo prezo escriturado de 150 253,03 euros, financiado cun préstamo hipotecario -que pagou ao pouco tempo- por idéntica cantidade, aínda que o valor de taxación fixado para a constitución da referida hipoteca fora o de 358 436,86 euros -máis do dobre que aquel prezo escriturado- e a propiedade fora valorada en 411 632,68 euros». A mayores, en el 2003, «mercáralle á súa avoa unha batea para o cultivo da ostra plana e vieira por 15.530 euros». Ya en el 2005 adquirió el derecho de uso y gozo temporal sobre una plaza de garaje en Sanxenxo por 20.880 euros». Basándose en los informes de la Agencia Tributaria, «os ingresos de Rosa María non xustificarían a posibilidade de adquirir todo o anterior».

El testaferro

José Alberto Aguín Magdalena. También conocido por el Rubio de Aios, fue condenado por colaborar con Miñanco en 1991. Ya entonces se probó su papel de testaferro y persona encargada de clarear ganancias del narcotráfico. El socio perfecto que el gran jefe necesitaba para legalizar sus beneficios de la coca en el sector inmobiliario. Incluso mantenían una relación de confianza, tal y como demuestra que Aguín fuese su mano derecha también en la etapa al frente del equipo de fútbol de Cambados que llegó a jugar en Segunda B. Aún así, Aguín, declaro que solo conoce a Miñanco por la prensa y poco más. Su participación en la constitución de Jolva, y las gestionas para levantar una promoción de chalés en primera línea de playa en Sanxenxo, son, a ojos del tribunal que redactó la sentencia, la prueba definitiva de su participación en la trama millonaria.