Feijoo ha cambiado su foto de perfil

Juan María Capeáns Garrido
Juan Capeáns SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

BENITO ORDOÑEZ

El presidente de la Xunta ha cambiado su estrategia autonómica, orgánica y personal

26 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Ni se ha convertido en un nacionalista irredento, ni va a solicitar el ingreso en el BNG, porque ya no tiene edad, pero ha modificado su estrategia autonómica, orgánica y personal con todo lo que supone para un político que presume de ser previsible y de no cambiar fácilmente de pensamiento. Como a muchos otros, a Núñez Feijoo le ha escocido el pobrísimo aspecto de los presupuestos, que se ejecuten algún día o no, tienen una inevitable lectura: en Madrid nadie agradece el rigor contable ni la lealtad institucional de la que ha hecho gala en los últimos años. Lejos de ello, se mima al incómodo (País Vasco) y se riega de millones al rebelde (Cataluña).

En sentido figurado, en la excursión con destino incierto en la que se ha embarcado la política española con Pedro Sánchez como conductor, Feijoo es el alumno aplicado que se ha ido a los asientos del fondo con los insurrectos, porque empieza a ver que resulta más rentable que estar en primera fila junto al profesor. A su manera, se ha propuesto a reivindicar el estatus de Galicia, aunque el interés real no sea tan amplio como los campos que podría llegar a gestionar.

Tras una década sin mover un papel en ese sentido, que el PPdeG decida reventar a escobazos el techo de las competencias solo se puede interpretar como un aviso al Gobierno socialista de que todas las componendas que trate de tejer con catalanes y vascos tendrán que tener una compensación igual en Galicia, empezando por el reparto de los dineros y siguiendo por los traspasos de infraestructuras y otras responsabilidades sectoriales. Otra cosa bien distinta es que después se supere el umbral. «Algo de eso hay», admite un dirigente popular, que reconoce que no hay una intención auténtica de abrir frentes competenciales -policía, tráfico...- como el intento de conseguir réditos para la gran conquista que Galicia sí aceptaría a la primera: lograr la gestión de la AP-9, el gran lunar que empieza a pesar en el currículo del presidente gallego.

Este cambio de perfil tiene una doble cara. Entre el electorado gallego, la imagen del Feijoo más combativo es perfectamente defendible, aunque habrá quien enarbole por contraste sus años de pasiva complicidad con Rajoy. Pero dentro del partido de Pablo Casado, esta estrategia de máximos autonómicos no es un lunar, es un grano. Ser muy, muy, muy gallego puede empezar a no ser una forma de ser español.

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