El fin del ciclo del AVE se acerca sin que Fomento impulse proyectos alternativos

Pablo González
Pablo González REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Viaducto del AVE en la línea Santiago-Ourense
Viaducto del AVE en la línea Santiago-Ourense M. MARRAS

La inversión en el nuevo acceso ferroviario en Zamora y Ourense pasa de 662 millones a 488. Las partidas para carreteras descienden más de un 20 %, aunque se priorizan los trabajos de conservación de la red

14 ene 2019 . Actualizado a las 20:20 h.

El ciclo del AVE está llegando a su fin. El Gobierno de Pedro Sánchez ha optado por repartir en dos ejercicios los 495 millones que en este momento quedarían por invertir en el nuevo acceso de alta velocidad en la comunidad, uno de los factores que explicaría parte del relevante descenso inversor en el proyecto que en los últimos quince años ha sido el motor del gasto del Estado en Galicia. El proyecto de Presupuestos Generales del Estado para el 2019 reserva para el tramo Lubián-Ourense 246 millones, una cifra sensiblemente inferior a los 406 de las últimas cuentas del Ejecutivo de Rajoy. Las obras en Ourense entran en su último año y Fomento ha decidido dejar la última inyección presupuestaria para el 2020, algo que suele ser habitual en la gestión económica de las infraestructuras. Este contexto, junto con la apuesta territorial del Ejecutivo socialista por la España mediterránea, explicaría en buena medida el descenso de la inversión estatal en Galicia, cercano al 20 %, una bajada que contrasta aún más al ver que la capacidad inversora de Fomento crece más de un 18 %.

Si se atiende a la inversión global en toda la línea de alta velocidad, incluyendo las inversiones en el tramo que atraviesa la provincia de Zamora, también se percibe con claridad el descenso, pues el trazado entre la capital zamorana y Pedralba se pondrá en servicio este mismo año. En total, el ministerio que dirige José Luis Ábalos ha programado 470 millones para la línea, frente a los 662 del año pasado.

A la primera cantidad habría que añadir los 18 millones para la variante ferroviaria de Ourense, un proyecto que corresponde a la segunda fase de las obras del AVE gallego. Es decir, se trata de una inversión que no es necesaria para que los AVE circulen por Galicia en el 2020, pero es crucial para dar coherencia a todo el acceso ferroviario. La partida muestra el compromiso gubernamental con esta obra, cuestionada en su momento por el anterior ministro de Fomento, Íñigo de la Serna.

Si finalmente no se aprueban estas cuentas por falta de apoyos en el Congreso, la prórroga sería más beneficiosa para Galicia, aunque en realidad el ferrocarril de alta velocidad siempre estaría garantizado por la propia marcha de las obras y la autonomía económica del ADIF.

El AVE llega a su ocaso inversor, pero apenas hay proyectos relevantes que puedan servir de relevo, ni en materia ferroviaria ni en carreteras. Pero tampoco en puertos y aeropuertos, donde el grueso de la inversión se llevó a cabo entre el 2003 y el 2015, con obras como la nueva terminal de Lavacolla, la ampliación de la pista de Alvedro, o los puertos exteriores de Ferrol y A Coruña.

Como estaba previsto, el acceso directo a Vigo por Cerdedo continúa su larguísimo periplo por los despachos con solo 0,5 millones. En cambio, sí se ha optado por priorizar en la medida lo posible -aún faltan proyectos por redactar- el enlace de Lugo con la línea de alta velocidad en Ourense, una reforma del trazado ferroviario convencional para la que se reservan casi 14 millones.

En carreteras, la mayor parte de la inversión continúa centrándose en la autovía Santiago-Lugo (A-54), para la que se destinan algo más de 30 millones. Sin embargo, no se aprecia un impulso para acortar los plazos en este proyecto, que arrastra muchos años de retraso. Más bien al contrario, pues la partida es sensiblemente inferior a los 44 millones que se presupuestaron para el 2018. La Xunta insistió en la necesidad de reducir los plazos para esta autovía en la reunión que Feijoo mantuvo con el ministro José Luis Ábalos.

Aunque Fomento apuesta por actuaciones de conservación para que la red viaria estatal en Galicia se recupere de los años de la crisis en los que se descuidó el mantenimiento -estas partidas se acercan a los 100 millones de euros-, la verdad es que no se impulsan los proyectos que están en marcha con más dinero y no aflora ninguno nuevo que se vea como una apuesta de la nueva cúpula dirigente del ministerio. La inversión en obra nueva viaria cae más de un 20 % y, si estos presupuestos se aprueban, no habrá grandes avances en infraestructuras que son relevantes para Galicia y que siguen sin salir de los despachos. Es el caso de la continuación de la A-52 hacia Vigo para evitar la conflictiva A-55; la autovía de A Mariña; el enlace orbital de Santiago (que desaparece de las cuentas después de tener 8 millones en el 2018); la A-56 entre Lugo y Ourense.O buena parte de las obras en accesos urbanos, que no acaban de fructificar. Es el caso de la reforma de la avenida de Alfonso Molina, en A Coruña o la variante norte de Ourense (integrada en la A-56).

Quizás lo más positivo es que se reeditan los 5 millones para combatir la niebla en la A-8, que no llegaron a utilizarse el año pasado por el retraso que arrastra el proyecto.

Más mediterráneo, más tren convencional y menos alta velocidad

Galicia no se ha beneficiado del aumento de la inversión en Fomento superior al 18 % y se sitúa en un escenario inverso: un descenso superior al 25 %. Tampoco el resto de las comunidades del norte salen bien paradas. El delegado del Gobierno, Javier Losada, justificó ayer el descenso en las inversiones del Estado en Galicia en que los Presupuestos que ahora habrá que negociar en el Congreso son «realistas» y se podrán ejecutar sin dificultades. De hecho, aseguró que la inversión global está por encima de lo que finalmente se ejecutó en los últimos años, que rara vez superaba el 50 %, acusando a los gobiernos del PP de inflar cifras «que no se hacían realidad».

A pesar de ser muy críticos con los Presupuestos en materia de carreteras, en la Xunta admiten que la partida destinada al AVE permite mantener el compromiso de ponerlo en servicio en el 2020.

Sin embargo, las cifras globales de Fomento ponen negro sobre blanco el ya de por sí evidente giro inversor hacia las comunidades del mediterráneo, bien porque se considera que están infrafinanciadas con respecto a lo que aportan, bien porque se busca el apoyo del independentismo para aprobar las cuentas. «Todos los catalanes tienen que estar encantados con estos Presupuestos», aseguró ayer en rueda de prensa el ministro de Fomento, José Luis Ábalos.

Buena parte del dinero que se va a Cataluña se destinará a las cercanías (650 de los 1850 millones), en línea con la nueva política ministerial de aumentar la inversión en el tren convencional (que se duplica) e ir reduciendo la de alta velocidad.