La guerra invernal contra el fuego

María Cedrón REDACCIÓN

GALICIA

Imagen de un cortafuegos desbrozado en el monte de San Roque, en Viveiro
Imagen de un cortafuegos desbrozado en el monte de San Roque, en Viveiro XAIME RAMALLAL

Arreglar pistas y cortafuegos que cruzan los montes es una tarea que ha de hacerse meses antes del comienzo de la campaña antiincendios, según los expertos

10 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Los incendios no entienden de temporadas. Son imprevisibles. En unos días en los que el termómetro llegó a marcar nueve grados bajo cero en algunos puntos de Galicia, el fuego asomó en montes de concellos ourensanos como Viana do Bolo (2.929 habitantes), Chandrexa de Queixa (466), A Mezquita (1.039) o en los pontevedreses de Cercedo (1.781 habitantes, según el último dato del padrón registrado en el 2017) y Cotobade (4.290, también en el 2017).

Precisamente por lo fortuito que puede resultar su ataque, no debe de haber tregua en la lucha contra las llamas. Maderistas, propietarios que viven del monte e ingenieros que estudian el sector forestal coinciden en que los planes de prevención han de durar todo el año. En esa guerra contra las llamas cada estación tiene su estrategia.

«No inverno, aínda que hai lumes en zonas con alta tradición de gando, o que hai que traballar é na prevención. Primeiro débese rozar o mato que está moi alto e despois, unha vez que xa se quitou a madeira, hai que arranxar as pistas polas que pasa a maquinaria e empezar a planificar os traballos de primavera», explica José Manuel Touceda, de Emdesfor, una empresa del concello de Barro (Pontevedra) dedicada, entre otras cosas, a la realización de desbroces forestales.

«Mantener tanto los cortafuegos como las pistas limpias de matorral es muy importante a la hora de prevenir incendios, al igual que tener limpias las propiedades o realizar la poda correspondiente de los árboles», coincide también la ingeniera forestal y profesora de la Escuela Politécnica Superior de Ingeniería de la Universidade de Santiago (USC), Ana Daría Ruiz.

Mantener limpios los accesos

Arreglar esos caminos desnudos trazados por medio del monte que acaban destrozadas por el paso de los camiones que dibujan profundos surcos en el barro al ir a recoger madera a pie de monte o por el avance de las máquinas encargadas de desbrozar es fundamental. Son ellos los que ejercen de muros de contención de las llamas, pero también son los que facilitan en muchos casos el acceso a las zonas arboladas de alto riesgo.

«O máis importante que hai que facer no inverno é ter os cortalumes despexados, tanto os que están feitos con máquinas bulldozer que moven a terra como os que se fan rozando. Teñen que poder pasar os vehículos no caso de que se produza algún lume», apunta José Antonio Fernández, de Forestal Lamela, una empresa ubicada en el entorno de Chantada (Lugo).

Pero los trabajos de invierno son solo una parte de una labor preventiva que debe extenderse durante todo el año. «Outra das cousas que hai que facer no inverno _añade Touceda_ é planificar qué facer na primavera, aínda que é complicado polo moito que varía a climatoloxía dende os últimos tempos. A mellor época para rozar é a primavera porque aguanta máis de cara ao verán e no outono porque queda xa despexado para o tempo de frío».

Vista panorámica del monte de San Roque, en Viveiro
Vista panorámica del monte de San Roque, en Viveiro XAIME RAMALLAL

«Cando unha finca non vale para nada máis que para pagar a contribución hai un risco permanente de lume»

El monte arde menos en A Mariña y Ferrolterra. Los que tienen propiedades en la zona dicen que no es cuestión de desbrozar, aunque también. «O que pasa ?dice un maderero de A Mariña? é que un 90 % da xente que vive aquí ten intereses no monte. A clave para que non haxa lumes é que o monte sexa rendible. A administración non pode poñer limitacións ao uso do monte porque cando unha finca non vale para nada máis que para pagar a contribucion é un perigo».

Otro propietario de la zona de Ribadeo con varios montes «plantados» pone en cuestión las razones con las que algunos expertos explican las causas de los incendios en Galicia. «Aquí non lle facemos nada ao monte. Plantamos e cortamos, plantamos e cortamos. A maleza baixa vai creando biomasa co toxo. O que pasa aquí son dúas cousas. Unha que non hai a cultura da queima para facer pastos como pode haber no interior de Ourense. E despois a climatoloxía tamén axuda para frear os lumes», apunta este propietario.

Uno de los grandes problemas que apuntan desde el sector es frenar el fuego en aquellas zonas donde prima el minifundio. Ahí la instrucción aprobada por la Xunta en abril que obliga a los dueños de fincas a limpiar los terrenos ubicados en un radio de 50 metros entorno a las viviendas o núcleos (la fecha tope para tener esas áreas despejadas era el mes de junio pasado) es donde se encuentra con mayores obstáculos. Las razones: no todo el mundo lo ha hecho y, por tanto, las fincas desbrozadas pueden alternarse con otras que no lo están, además de que muchas de ellas, fundamentalmente las que han pasado a manos de varios herederos, no se sabe a quien pertenecen.

Sobre la obligatoriedad de mantener limpio ese perímetro, los maderistas que patean el monte también opinan: «creo que coa distancia de 50 metros quedáronse cortos. Na Mariña, polo menos, a xente está concienciada»