El doctor José María Eiros, muy de cerca
08 ene 2019 . Actualizado a las 08:48 h.Por eso hacemos las entrevistas cara a cara, para no perdernos a personajes como este. El doctor José María Eiros (Mondoñedo, 1959) se me escapa de sus vacaciones gallegas y lo tengo que localizar por teléfono en el hospital Río Hortega de Valladolid, donde gestiona el servicio de microbiología. Así descubro (en medio de algunos saltos del castellano al gallego) su frugalidad, su afición por la letrilla castellana y su devoción por Cunqueiro.
-¿Qué hace un mindoniense en Valladolid?
-Trabajar. Perdone mi laconismo.
-Seguro que hay una pequeña historia detrás.
-Sí. Yo salí de casa muy joven porque confiaron mi educación a la Compañía de Jesús. En Valladolid hice el bachiller superior, estudié la carrera e hice la especialidad. Es verdad que durante un tiempo estuve también en A Coruña, pero al final me quedé aquí.
-¿Vuelve con frecuencia?
-Siempre que la vida me lo permite. Ahora voy algo menos porque nos hemos traído a mi padre. Pero me siento de Mondoñedo.
-¿Qué es lo que más echa de menos?
-O trato coa xente. Esa finura y suavidad en no decir que tenemos los de la tierra. Ya lo decía Cunqueiro, el gallego tiene una manera de afrontar la vida que le es propia. Yo no extraño tanto el paisaje, pero sí a las personas.
-Usted es docente, médico, gestor... ¿Dónde se siente más a gusto?
-Yo soy un comunicador. Me encuentro a gusto con los demás, con las personas. Estoy bien visitando enfermos y dando clase, interaccionando con los alumnos. Me gusta empatizar y encontrarme, escuchando a cada persona.
-También fue diputado por el PP en el Congreso, aunque efímero. ¿Por qué tan poco tiempo?
-Me presenté porque me había comprometido siendo gerente del hospital. Pero dije que solo una legislatura. Fue aquella que duró tan poco, aunque me dio tiempo a aprender muchas cosas y a asomarme a lo que es la vida del Parlamento.
-¿Y no le gustaría volver? ¿Lo ha descartado?
-Mire, si soy algo soy gallego. No el del tópico, sino de verdad. Y nadie conoce el último pensamiento de un gallego.
-Dicen que la amenaza real para la humanidad vendrá de uno de esos microbichos que usted estudia en el microscopio.
-No lo crea. La gran epidemia en el mundo actual es el sedentarismo, la obesidad, las patologías cardíacas... A nosotros nos queda mucho por saber, pero debemos aproximar nuestras investigaciones con los veterinarios, los farmacéuticos, porque un virus no distingue entre un cerdo, un ave o un humano.
-¿Cuáles son sus aficiones?
-Estudiar a Cunqueiro. Es algo que merecería toda una vida. O dos. Me encanta, me relaja. Lo leo desde pequeño y sigo haciéndolo. No voy a decir que cada día, pero casi. Sus varas de medir el mundo son fáciles de entender para alguien que ha vivido en el mismo sitio que él.
-¿Lo conoció personalmente?
-Muy en la distancia. Pero tengo una foto con él: me tiene sentado en el colo. Supongo que iba por la calle con mi madre y nos cruzaríamos con él en presencia de un fotógrafo. La vi una vez en un libro documentada como «Cunqueiro con uno de sus nietos», pero soy yo. La conservo en mi despacho.
-¿También escribe?
-En letrilla castellana. Son libros en verso. El último fue tras mi experiencia como diputado y se titula «Sonría, su señoría».
-¿Qué me dice?
-Sí, sí. Los he ido escribiendo a medida que iba atravesando etapas: «La vacuna, desde la cuna», «Gestor, con sentido del humor»... El verso te permite ser irónico, pero sin mofarte; ver el envés de la vida.
-¿Una mariscada o un lechazo?
-Non hai anda como o pito de corral, ja, ja. No, yo no soy de grandes excesos; soy parco en la comida, de xamón e queixo.
-¿Celta o Dépor?
-No soy nada futbolero. Así que Celta y Dépor. Quizás por ser un poco más contracultural, el Celta, porque en el norte de Lugo tienden a ser del Dépor.
-¿Tiene un lugar favorito?
-Mi ciudad favorita es Cádiz. Estoy casado con una gaditana y esa es la ciudad en la que me gustaría vivir.
-¿Qué tal se lleva con el móvil?
-Lo uso lo justo. El móvil se ha convertido en un gran problema porque, en algunos aspectos, ha venido a complicarnos la vida.
-¿Qué tal se le da el baile, le gusta?
-Tengo ritmo y me gusta cantar. Soy de Mondoñedo y el ritmo me sale solo.
-Ya oí algunas cosas de Mondoñedo, pero eso...
-Tengo casa a 30 metros de donde nació Pascual Veiga.
-Elija una canción, pues.
-La marcha Radetzky, de Johan Strauss.
-¿Qué es lo más importante en la vida?
-Vivir de acuerdo con el criterio de uno mismo. La búsqueda de la verdad y el sentido último de la vida. Debemos tener conciencia de que somos irrepetibles. Aunque, eso sí, gallegos, ja, ja.