El cadáver maniatado del desaparecido en Vigo tenía la cabeza cubierta con una bolsa

J.R.

GALICIA

Manuel, hijo del fallecido, a la izquierda, con Noli, el vecino que encontró el cadáver
Manuel, hijo del fallecido, a la izquierda, con Noli, el vecino que encontró el cadáver Doniz

El difunto, de 81 años, solía llevar mucho dinero encima, se ausentó el día 26 y no se denunció hasta el sábado, 11 días después

16 ene 2019 . Actualizado a las 10:56 h.

A Manuel Alonso Rivas lo mataron por un puñado de euros. Hasta 15.000, aproximadamente, que es la cantidad máxima de dinero que, se sabe, podía llevar encima este jubilado de 81 años. Uno de sus cinco hijos, también de nombre Manuel, lo explica a La Voz: «Desde que falleció mamá, el pasado 1 de noviembre, él perdió la cabeza. Iba con fajos de billetes, mucho, 10.000 o 15.000 euros». Rivas fue hallado muerto en su parroquia de Vigo, San Pedro de Sárdoma, en el Camino do Pontillón, cerca de su casa en un solar próximo al río Lagares. «Perfectamente camuflado, debajo de trapos, plásticos viejos y muchas cañas, allí estaba el cadáver», explica Noli, el vecino que encontró el cadáver el lunes por la tarde con los pies atados con un cinturón, una bolsa de plástico en la cabeza y manchas de sangre por el cuerpo.

El fallecido desapareció el 26 de diciembre, aunque su ausencia no fue denunciada oficialmente hasta el 5 de enero. Fueron sus propios hijos los que la notificaron a la Policía Nacional comprobando, sin éxito y previamente, si estaba en otra vivienda familiar en el municipio de A Cañiza o ingresado en algún hospital. La búsqueda, iniciada el sábado, finalizada el lunes y supervisaba por el Juzgado número 8 de Vigo, incluyó un rastreo aéreo en helicóptero para finalizar con su localización en trágicas circunstancias. A la espera de conocerse el resultado de la autopsia, que se realizó en el hospital Nicolás Peña de Vigo, la tesis policial sería un robo con violencia motivado por el peligroso hábito de Manuel Rivas de llevar importantes cantidades de dinero encima.

La investigación, aún en fase inicial, se completa con la recogida de testimonios de familiares, allegados y vecinos. Los agentes también pasaron por el bar más próximo, en la Estrada de Moledo, 14. «Venía todos los días, antes de comer, a tomar su chato. Era generoso y amable con los vecinos, incluso invitaba. Pero desde que falleció su mujer, estaba más distraído», explica un camarero. Otras pruebas, como imágenes de vídeo recogidas por cámaras en la zona, podrían aportar más luz al crimen para dar con el autor o autores. Lo que se intenta aclarar ahora es si el crimen se ejecutó en la misma zona que apareció el cuerpo, con un pequeño sendero, empresas alrededor y sin iluminación por la noche. La otra opción es que lo mataran en otro lugar y desplazaran el cuerpo para esconderlo, casi seguro, de madrugada.

«Vou a xunto delas»

Lo que tiene claro Manuel, hijo del fallecido, es que esos bolsillos cargados de billetes no tardaron en darse a conocer. De ahí, tal vez, su trágico final: «La gente lo sabía, él lo sacaba y fardaba por ahí de dinero. Fajotes, tacos, decía que tenía novias, decía ‘vou a xunto delas’. Pero eso, creo yo, era una fantasmada, aunque con tanto dinero nunca se sabe. Llevamos una muy mala racha, desde que murió nuestra madre, que era su mástil, perdió el norte». Mientras, la investigación no descarta ninguna posibilidad, cierra filas y muestra prudencia. No dar pistas al autor o autores del crimen resulta clave resolver el caso.

Frente a la casa familiar del fallecido, en el número 10 del camino de A Cova, residen una señora con su hijo que, aunque no facilita su nombre, es contundente y se muestra apenada por el triste final de su vecino más próximo: «Se llevaba bien con todo el mundo, no se metía con nadie y vive aquí de toda la vida. No entendemos qué pudo pasar. Aquí ni vimos nada ni escuchamos nada. Hace días que tampoco nos encontrábamos con él, pero nunca piensas que pudiera ser por algo así».