«Pensé que la niña se me iba y ella me ayudó»

Marta Vázquez Fernández
marta vázquez OURENSE / LA VOZ

GALICIA

SANTI M. AMIL

La mujer que auxilió a un bebé que no respiraba se reencontró ayer con la pequeña y con su madre en el hospital

03 ene 2019 . Actualizado a las 13:00 h.

No todas las historias tienen un final feliz, y esta bien pudo ser una de ellas. Pero la ayuda que el pasado domingo prestó una mujer ourensana a una recién nacida fue crucial para que ayer ese bebé cumpliera dos semanas de vida. Lo hizo acompañada de sus padres y abuelos, que la vigilan día y noche mientras Belén, que así se llama, permanece ingresada en la unidad de neonatos del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense, donde evoluciona favorablemente. Allí estuvo también ayer María Delgado Quintas, la mujer que no dudó en prestarle ayuda tras encontrarse a su madre en la calle, con la pequeña en brazos. La niña no respiraba, estaba azul e hinchada, y María, con conocimientos de primeros auxilios, la salvó.

Los padres de Belén le han pedido a su salvadora que sea su madrina. Por supuesto, ha dicho sí Abrazos, besos y muchas lágrimas presidieron el reencuentro entre las dos mujeres, emocionadas por haber vivido una situación angustiosa para ambas. «Fue un susto muy grande», reconoce Rhina Dayana Rolong, que rememoró para La Voz aquellos minutos horribles que le tocó vivir. «Estábamos en casa, era la hora de la siesta, pero la bebita estaba un poco agitada, así que la acosté conmigo. Entonces soltó el vómito y yo ahí fue cuando me desesperé, porque vi que no respiraba», recuerda entre sollozos. Llamó a las puertas de los vecinos, pero nadie abría; también a sus padres, pero ellos viven en Pereiro de Aguiar, así que iban a tardar tiempo en llegar hasta Ourense, por lo que descalza y en pijama se echó a la calle con la pequeña en brazos, llorando y gritando. «Pasó una pareja y les pedí ayuda, pero no me hicieron caso, pasaron de largo. Entonces me asusté mucho, me angustié aún más porque pensé que nadie iba a ayudarme, hasta que llegó María», relata esta joven de 28 años, natural de la localidad colombiana de Barranquilla que lleva dos años viviendo en Ourense, ciudad en la que ya residió durante cinco años tiempo atrás. «Ella pasó con sus perritos, se acercó y me preguntó qué me pasaba; yo le expliqué que el bebé no respiraba y entonces ella lo cogió, lo puso boca abajo y comenzó a darle unos golpes en la espalda; solo entonces me calmé un poco, cuando ella me dijo que ya estaba respirando. Fueron momentos angustiosos porque yo pensé que la niña se me iba», relata Rhina, que describe a María como «un ángel enviado por Dios». «Solo ella me ayudó».

Las tres mujeres permanecieron juntas -junto a otra, ya octogenaria, que también se paró al ver lo que ocurría y cuidó de los perros de María-, mientras esperaban la llegada de los servicios médicos. Un tiempo que a Rhina le pareció interminable. «Estaba muy nerviosa, y cuando es tu hijo al que le ocurre eso lo pasas fatal, fueron minutos interminables para mí», explica.

Cuando llegaron al hospital les dijeron primero que el incidente podría haberse debido a una apnea, si bien más tarde una analítica de sangre desveló una infección que podría haber sido la que provocó el vómito, por lo que ahora el bebé está siendo tratado con antibióticos. «Está guapísima, es una niña preciosa. Tenía muchas ganas de volver a verla, estoy feliz de que todo haya salido bien», aseguraba ayer María Delgado tras visitar a la pequeña en el hospital.

Unidas de por vida

Su vínculo con ella será seguramente de por vida, ya que los padres de Belén le han pedido que sea su madrina. Les parece la mejor manera de agradecerle lo que hizo por la pequeña. «Yo estoy encantada con la petición», reconoce esta ourensana, que resta importancia a lo que hizo, aunque lamenta que nadie más se parase a prestar auxilio y espera que la repercusión que está teniendo esta historia sirva «para concienciarnos como sociedad». Ella, además, valora el papel de la madre. «Rhina demostró tener mucha entereza. Hay que ser muy valiente para salir a la calle y pedir ayuda cuando te ves en una situación como esta», explica esta mujer, directora de seguridad en una empresa. Ninguna de las dos olvidará, sin duda, aquella tarde de domingo.