Asturias y Galicia son las autonomías con más conflictos por lindes municipales

Carlos Punzón
carlos punzón VIGO / LA VOZ

GALICIA

En la comunidad gallega se han suscitado casi un centenar de pleitos en tres décadas

02 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Un conflicto de lindes entre el municipio de Vigo y el de Canadelo protagoniza el contenido del primer documento del que hay constancia en el que se cita a la ciudad olívica. El 9 de agosto de 1097, Ramiro Oduariz Çencoy, por un lado, y Eñego Petro Mermuiz, por otro, fueron llamados ante el juez para resolver a cuál de los dos concellos pertenecía una franja de tierra en disputa. Como recoge el historiador Jorge Lamas en su libro Historias de Vigo, el magistrado, antes de tomar una resolución, hizo jurar a doce testigos que los límites que describían con sus pasos eran los legítimos. Pasados 921 años, Vigo se ve envuelta una vez más en otro conflicto por la delimitación de sus fronteras, con acusaciones de «robo» de tierra y movimiento ilegal de mojones en una disputa con Mos, que en realidad es un capítulo más de la guerra política entre los alcaldes de ambos ayuntamientos por asuntos como el Área Metropolitana, el transporte o la ubicación de la ciudad deportiva del Celta.

Pero sobran motivos para que dos ayuntamientos se enzarcen en una pelea por la colocación de los marcos de delimitación de sus territorios. Casi un centenar de conflictos por esa causa se han suscitado en Galicia en menos de tres décadas.

«Los ayuntamientos asturianos son muy peleones, y los de Galicia, los siguientes», certifica Elena Camacho Arranz, jefa del servicio de Delimitaciones Territoriales del Registro Central de Cartografía del Instituto Geográfico Nacional. El minifundismo y la atomización poblacional impulsan los roces por el establecimiento de lindes, incrementados en los últimos tiempos, a juicio de la experta, por cuestiones económicas como los ingresos que suponen para los ayuntamientos vía impuestos los parques eólicos, los polígonos empresariales o las nuevas urbanizaciones, que siguen favoreciendo la generación de pleitos por lindes. «El 85 % de las delimitaciones municipales tienen un margen de error de 40 metros, cuando la tecnología actual permite ya afinar hasta 10 centímetros», apunta Camacho.

El Instituto Geográfico Nacional actúa cuando es requerido para que sus técnicos informen respecto a la documentación existente sobre deslindes, cuya definición actual comenzó en 1870, pero no concluyó para la mayoría hasta 1960.

Las conclusiones de los técnicos ante las discrepancias de dos ayuntamientos no son vinculantes. Sin embargo, su estudio se considera en la mayoría de los casos determinante a la hora de resolver los expedientes de deslinde generados. Se basan, entre otros aspectos, en dar fe del documento acreditativo más antiguo, pero la última palabra de los procesos judiciales que suelen abundar en dicho tipo de litigios llegan a la Audiencia Nacional, en casos de municipios de distintas autonomías, o a los tribunales superiores territoriales, si son entre vecinos de la misma comunidad.

Por 900.000 metros cuadrados de una cantera se volvieron a enfrentar en el 2002, y de nuevo cien años después, el ayuntamiento ourensano de Rubiá y los leoneses de Carucedo y Sobrado. Y hasta el año pasado no se resolvió tampoco un histórico pulso interautonómico entre Navia de Suarna y la localidad leonesa de Candín por la titularidad del puerto de Os Ancares, que cayó definitivamente del lado de Lugo, mientras que Folgoso y Oencia, otra disputa entre las mismas provincias, acabó resolviéndose de mutuo acuerdo.

La zona de la comarca del Deza ha sido en las últimas décadas escenario de infinidad de litigios por la definición de los lindes. A Estrada contra Padrón, A Estrada contra Cerdedo, Rodeiro contra Lalín, Lalín contra Dozón, Dozón frente a Forcarei, Forcarei frente a Lalín, Cerdedo contra A Estrada, o A Estrada contra Padrón son una muestra de esa proliferación de conflictos por la tierra en la zona, en algún caso con referencias ya desde 1889.

También hay ayuntamientos especialmente picajosos a la hora de marcar sus dominios. Vigo se ha peleado por ellos con muchos de sus vecinos. Con Redondela, Nigrán y Gondomar, y con Mos en dos ocasiones, en 1992 y ahora de nuevo. Mos ha pugnado además con O Porriño y Redondela. Lo mismo ha tenido que dilucidar A Pobra do Caramiñal con Ribeira (por nada menos que un espacio del monte de A Curota), con Boiro o con Porto do Son. Y lo mismo le ha ocurrido a Coristanco con sus vecinos de Cabana, Tordoia y Carballo.

Semeja que una vez que se opta por revisar los marcos, mojones y deslindes, hay ayuntamientos que repasan si todas sus marcas están en su sitio. Vilagarcía las ha revisado también con Caldas de Reis y con Vilanova, y esta con A Illa a cuenta del pago de la electricidad que ilumina el puente que une a dos municipios que hasta 1997 eran solo uno. Problemas de segregación más de medio siglo después de su separación en 1925 surgieron también entre Rábade y Begonte.

Disputas por ingresos

Pero lo más habitual es que los problemas entre vecinos se origine por la legitimidad de un terreno que en algún momento da un rendimiento económico que lleva a fiscalizar al máximo quién debe ser el receptor de unos ingresos, que en el caso de los municipios con menos habitantes es casi el equivalente a un premio gordo.

Las comunidades de montes de As Neves y Arbo llevaron hasta el Consello de la Xunta sus discrepancias por la pertenencia de las cimas de unos montes que cobraron valor cuando fueron elegidos para acoger un parque eólico. Un acta de 1889 y otra de 1938 fueron confrontadas para dilucidar qué ayuntamiento debía ser el destinatario de más de 6.000 euros cada año. Ganó Arbo.

Las cumbres de los montes son precisamente los espacios más proclives a generar disputas de lindes, como las expropiaciones para obras públicas hacen surgir también muchos conflictos a cuenta de sus compensaciones.

Marín-Pontevedra, A Lanzada y Ourense-Barbadás, casos gran reserva

Marín se echó a la calle a finales de los noventa para exigir la titularidad de terrenos ganados al mar y con ellos la prevalencia del nombre de la localidad en la Autoridad Portuaria. Veinte años después, el conflicto aún no se ha solucionado, pese a haber dictaminado ya el Instituto Geográfico Nacional. Sí se ha ventilado tras más de medio siglo de peleas la paternidad del istmo de A Lanzada. Un fallo judicial de 1961 no fue suficiente para resolverlo y se siguió arrastrando hasta el 2016, cuando O Grove vio ratificadas sus competencias, siendo Sanxenxo derrotada. Y otro litigio inacabable lo protagonizó Ourense con sus vecinos Pereiro y Barbadás. Un colegio, un hipermercado y una zona residencial encendieron una mecha que llevó a los alcaldes a remangarse para buscar sus mojones.