La unidad interna ya no la salva ni el propio Beiras

Domingos Sampedro
Domingos Sampedro SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

JOSE PARDO

Las elecciones de En Marea son el paso previo a la gestión de una ruptura que ya se está explorando

23 dic 2018 . Actualizado a las 11:51 h.

Muy torcidas tuvo que ver las cosas Xosé Manuel Beiras para difundir el mes pasado un mensaje en las redes sociales en el que exigía que lo dejaran en paz y que nadie usara su imagen en las elecciones internas de En Marea. El que fue el principal inspirador de la «acumulación de forzas» y del rupturismo en Galicia, poniendo su liderazgo al servicio de proyectos como Anova, Alternativa Galega de Esquerdas (AGE) o En Marea para derribar esa frontera entre el nacionalismo y la izquierda federal, lleva a sus 82 años una vida alejada de los focos e incluso perdió la autoridad que siempre tuvo para llamar al orden a unos y otros restablecer la paz interna.

El propio Beiras, que siempre hizo gala de nacer con el Frente Popular, ha consumido casi toda la munición que tenía en su empeño por fortalecer un espacio político híbrido y dejar bien situado al frente del mismo al que señaló como heredero político, Martiño Noriega. La En Marea que contribuyó a fundar es ahora el duelo a garrotazos de Goya, el partido donde una mitad acusa a la otra mitad prácticas golpistas, donde se adulteran los censos, se usurpan identidades y se dirimen las diferencias -esto sí que es llamativo entre rupturistas- acudiendo a la Guardia Civil.

«Autoexcluinme á mantenta», aclaraba Beiras en el tuit donde decidía quedar al margen de esta guerra. No podía hacer otra cosa. Su relación con Esquerda Unida está rota desde que censuró a quien durante años su referente en Galicia, Yolanda Díaz, al que tildó de traidora. También dinamitó los puentes con Pablo Iglesias, al reprocharle sus «bandazos» y que margine en Madrid a Alexandra Fernández y Fernán-Vello, los dos diputados de Anova de Unidos Podemos.

Con beiristas de la primera hornada como López Rico y Luís Eyré, con quienes ya participara en 1982 en la fundación del Bloque antes de impulsar Anova y AGE, también rompió Beiras hace tiempo. Y al sector crítico con Luís Villares le sacó los colores cuando confesó públicamente que si él fuera la diputada Paula Quinteiro ya habría marchado para su casa tras el incidente con la Policía Local de Santiago, y que desató una crisis de calado en el seno de En Marea.

La quiebra definitiva de este partido instrumental todavía está pendiente de que se escriban los episodios finales. Primero hay que votar. Y después se gestionará el resultado. Pero en un choque a dos solo puede ganar uno, y el que pierda no va a tener un fácil acomodo en la organización. La actual dirección de En Marea quiere que este espacio opere como un partido único de forma autónoma, desde Anova no ven con malos ojos una confluencia híbrida de varias marcas, mientras que Podemos -quien aporta más brazos alzados a este espacio- no va a aceptar nunca diluirse en el seno de la formación.

El atmósfera interna es irrespirable. Beiras perdió la autoridad moral para levantar la voz y hacerlos callar a todos. Y Antón Sánchez ya hizo alguna consulta en el Parlamento para ver cómo se constituye un Grupo Mixto.