Los trabajadores de Teixeiro, en vilo tras conocer un plan para asesinar a uno

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

Los funcionarios de prisiones de Teixeiro se han manifestado por la falta de seguridad en las últimas semanas
Los funcionarios de prisiones de Teixeiro se han manifestado por la falta de seguridad en las últimas semanas P.V.

«Los funcionarios de prisiones tenemos miedo de que nos maten», dicen

22 dic 2018 . Actualizado a las 10:41 h.

Los funcionarios de la prisión de Teixeiro, en especial los que trabajan en el módulo 13, donde se encuentran los presos más peligrosos, recibieron el pasado 10 de diciembre una carta desde la Dirección General de Instituciones Penitenciarias en la que se les pedía que extremaran las medidas de protección personal, pues habían descubierto un complot de presos yihadistas en el que planeaban matar a un funcionario de prisiones. El cerebro era un árabe recluido en el centro penitenciario. Se ve que es el que manda entre ellos -hay 7 reclusos condenados por terrorismo o captación yihadista en la cárcel de Curtis-, pero los trabajadores jamás sospecharon de que él en concreto podría estar detrás de una operación para matarlos. «Su comportamiento es bueno y hasta educado», según cuentan fuentes de Teixeiro.

Funcionarios de la cárcel no tienen a los árabes radicales como sus principales amenazas. «Se pasan rezando todo el día y no suelen meterse en líos ni peleas», pero tampoco se fían. Sobre todo después de que saliese a la luz un plan para matar a un empleado de Instituciones Penitenciarias. Menos aún confían en otros presos de primer grado. Esos que «saben que morirán en prisión por la acumulación de penas que llevan encima y les da igual todo». Como Fabrizio João Silva, que ahora mismo tiene 34 años y lleva los dos últimos recluido en una celda de aislamiento en Teixeiro sin contacto humano alguno.

El más peligroso de España

En el 2004, en Bilbao, violó y mató a su novia. Le cayeron 22 años. Una década después, en la cárcel de Córdoba, acabó con la vida de un compañero de celda, en el cuarto de baño, a base de patadas y puñetazos. Fue declarado culpable por un jurado popular y condenado a otros 18 años de prisión. En El Puerto de Santa María recuerdan bien su estancia. Durante un registro rutinario de su celda, Fabrizio João Silva intentó matar a cinco funcionarios. Portaba una fina placa de hierro, extraída de la suela del zapato. Le rajó el cuello a uno de ellos. Entre los otros cuatro no eran capaces de contenerlo. A otro le clavó unos brackets y le partió varios dientes. A un segundo le hizo un corte en el antebrazo, a un tercero le reventó la nariz y el quinto, según el parte médico, presentó daños en los ligamentos de sus rodillas. Todos salvaron su vida gracias a la vigilante de seguridad del módulo, que accionó el cierre de dos barreras y enjauló a Fabrizio.

Hay reclusos que ponen trampas a los funcionarios para lesionarlos, como enjabonar todo el suelo de la celda, llamar su atención y, cuando el trabajador llega corriendo, este resbala, momento en el que aprovecha el recluso para darle una brutal paliza. Un episodio similar ocurrió hace unos años en Teixeiro. Esta misma semana, sin ir más lejos, se produjeron dos agresiones a funcionarios en la prisión.

Los que ahí trabajan dicen no poder más con esta situación. Dicen que son «muy pocos y con escasos medios», denuncia Marcial González, coordinador de la plataforma de funcionarios de prisiones Tu abandono me puede matar. Tampoco reciben apoyo, «como se ha visto ahora con esa carta en la que se nos pedía incrementar nuestra propia seguridad». Ni hubo incremento de personal en ese módulo ni cambiaron a trabajadores de puestos. Los tres funcionarios que atienden un recinto con 50 reclusos calificados de primer grado y peligrosos siguen siendo los mismos. Eso sí, ahora ya nadie los amenaza, según Instituciones Penitenciarias. Uno de sus responsables dijo recientemente en el Congreso que se trataba de un bulo, que nadie corría peligro. Pero los funcionarios de prisiones no se lo creen. «Tenemos miedo de que nos maten», dicen.

Sin medios

Trabajar en los módulos donde están recluidos presos en primer grado o en aislamiento «no es nada fácil». Lo cuenta Marcial González. No ya por la peligrosidad de algunos de los internos, que también, sino por la «inacción de Instituciones Penitenciarias». Se preguntan por qué su equipamiento de seguridad «es ridículo» en comparación con el que portan las fuerzas de Seguridad del Estado. «Son prácticamente guantes de jardinero», denuncian. Y lo peor es que en la mayoría de módulos un solo funcionario se debe ocupar de cerca de un centenar de reclusos. La situación, dicen, «es insostenible». No solo con el cuerpo de funcionarios que se encargan de la vigilancia, sino también con los facultativos o la plantilla profesional.

«Llevamos 12 años con el mismo sueldo y hay 3.400 empleados públicos menos»

La inmensa mayoría de los funcionarios de prisiones se dieron de baja del sindicato al que estaban adscritos para incorporarse a una nueva plataforma que defienda sus derechos. Bajo el nombre Tu abandono me puede matar, hace tiempo que reclaman lo que, dicen, les pertenece. Como un aumento de sueldo, pues llevan 12 años con él congelado. Además, según el propio organismo de Instituciones Penitenciarias, debería haber 3.400 trabajadores más. Otra de las cosas que piden, según recuerda Marcial González, es que se les considere agentes de la autoridad, como a los profesores, médicos o policías. Si así fuera, una agresión a un funcionario de prisiones supondría un delito de atentado. Ahora, «sale gratis pegar a un funcionario».