El agresor de O Grove se había hecho con el teléfono y las llaves del piso de la mujer

Rosa Estévez
rosa estévez O GROVE / LA VOZ

GALICIA

A Eva A. F. le han extraído una bala que tenía alojada en el cuello y se recupera. Su exmarido está muy grave

07 dic 2018 . Actualizado a las 13:13 h.

Eva A. F. se recupera. El pasado miércoles, su expareja le pegó dos tiros en la cara. Uno le atravesó un pómulo. Otro, le dejó una bala alojada en el cuello que le fue extraída ayer por la mañana en Montecelo. Se trata de un proyectil de calibre pequeño, 22 milímetros. «Precisamente gracias a eso no ha habido consecuencias más graves», explicaba ayer por la mañana la subdelegada del Gobierno en Pontevedra, Maica Larriba. El estado del agresor, José A. P. F., es mucho más grave. Tras perpetrar el ataque contra su víctima, él mismo se disparó dos veces en la cabeza. De nuevo, el bajo calibre del arma, para la cual no tenía licencia, hizo que «no consiguiese quitarse la vida», según Larriba. El miércoles, este hombre de 59 años de edad fue operado de urgencia para retirarle los proyectiles y, según fuentes médicas, padecía una hemorragia cerebral. Ayer permanecía en la uci del Álvaro Cunqueiro, en Vigo, entubado y sedado. La Guardia Civil lo está custodiando.

A la espera de poder recabar los testimonios tanto de la víctima como de su agresor, la Guardia Civil está investigando ya el caso. Un nuevo episodio de violencia machista que parecía cantado. Y es que José A. P. F. tenía una orden de alejamiento que no le permitía acerarse a su mujer. Esta lo había denunciado en agosto de este año, tal y como señaló ayer la subdelegada del Gobierno en Pontevedra. «Se trataba de una situación registrada y controlada desde el VioGén y seguida por el Emume de la Guardia Civil. Desde el 28 de agosto se adoptaron medidas cautelares que pasaron a ser definitivas una vez hubo una sentencia condenatoria. Esta establecía el alejamiento obligatorio del agresor con respecto a su pareja, una pareja de muchos años, más de veinte», señalaba Maica Larriba.

Pero el miércoles «se produjo un quebrantamiento de esa condena». Algo, que según el entorno de Eva, no era nuevo. Aunque su expareja se había trasladado a vivir a Ourense, lo cierto es que no guardaba distancia alguna con ella, según relatan fuentes próximas a la víctima. Eva había cambiado de número de teléfono, pero él había conseguido el nuevo y contactaba con ella con frecuencia. La mujer también comentó hace semanas a su entorno más próximo que iba a cambiar las cerraduras del piso en el que vive con su hija de 15 años. Aún está por aclararse si no lo llevó a cabo o si su agresor consiguió hacerse con una copia de las nuevas llaves. Pero todo apunta a que el hombre entró en la casa haciendo uso de su propio juego de llaves.

La Subdelegación del Gobierno confirma que el agresor no entró a la casa de forma violenta. Quienes conocen a Eva aseguran que ella no le habría abierto la puerta. Sospechan que tal vez se lo encontrase dentro al volver del obradoiro de emprego de hostelería al que acudía desde hace semanas. Según informa el Concello, el miércoles por la mañana sí acudió a las clases, pero como se encontraba mal decidió volver a casa. No se imaginaba el infierno que allí la esperaba. Porque, entrase como entrase en la casa su agresor, a la una menos cuarto la mujer estaba asomada a la ventana de la cocina pidiendo ayuda a gritos y con la cara ensangrentada.

La rápida actuación de la Policía Local de O Grove y de un guardia civil de Sanxenxo que estaba fuera de servicio permitió su rescate, a través de una ventana a la que se llegó con una autoescalera. La hija de esta pareja recibió la noticia en el instituto, de boca de una agente de la Guardia Civil. La joven está al cuidado de una familia con la que mantiene una estrecha relación.

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Las llamadas a este teléfono son gratuitas y no quedan registradas en la factura