La tumba 209 del cementerio de Vigo ya tiene nombre

Luis Carlos Llera Llorente
luis carlos llera VIGO / LA VOZ

GALICIA

M.Moralejo

La Rede de Solidariedade Popular, Os Ninguéns y la Plataforma Antidesahucios colocaron la placa con el nombre de Abdelquahed Soumati, que murió el pasado noviembre en la calle

04 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La tumba 209 del cementerio de Pereiró está embarrada. No tiene nombre. Para llegar a ella hay que atravesar la entrada principal del cementerio de Pereiró, un majestuoso camposanto situado cerca del parque de Castrelos. Los panteones de granito reciben al visitante en una mañana lluviosa y tan gris como la piedra. Los apellidos ilustres de Vigo presiden los dinteles: Mirambel, Valcárcel, Suárez... En la entrada, un grupo de treinta personas se abigarra bajo los paraguas. Están convocados por la Rede de Solidariedade Popular, Os Ninguéns y la Plataforma Antidesahucios. La cita es para rendir homenaje al que hasta ayer era el desconocido ocupante de la tumba 209. Antón Bouzas, coordinador del acto, lleva una humilde placa con el nombre del fallecido: «Abdelquahed Soumati. Finou aos 60 anos 12-11-2018».

El grupo coloca la lápida y deposita varios ramos de flores sobre la tierra humilde y fangosa. Soumati murió en la calle, en los soportales junto a la Casa del Mar, que tanto había frecuentado. Llegó a Vigo en los años 80 procedente de Marruecos. Estuvo trabajando como marinero en la tripulación de varios barcos. Luego la vida se le fue complicando y llegó el desempleo, las enfermedades y la búsqueda de un techo cada noche. Soumati acudía frecuentemente a la bocatería que regenta la oenegé, A las cinco. Allí le daban bocadillos y café para combatir el frío. De vez en cuando pernoctaba en el albergue municipal, que tiene un tiempo de estancia limitado o buscaba otros refugios «pero la mayoría de las veces dormía en el cajero del BBVA de la Porta do Sol», cuenta una voluntaria de la oenegé. Allí, frente al árbol gigantesco cargado de luces en estas fiestas y a los pies de un expendedor de billetes, que él no podía contar, pasaba sus noches intentando conciliar el sueño en una vida llena de pesadillas. Ayer pudo dormir el sueño de los justos.

Durante el homenaje se leyó una poesía de Fátima Domínguez Silva titulada Un home común. Desde una esquina, un tanto apartado, se unía al acto Juan Miguel Carollo, que forma parte de la acampada contra la pobreza. Lleva un año durmiendo en la praza do Rei, frente al Concello, para denunciar la situación de indigencia que viven muchos vigueses. También Antón Bouzas recordó ayer «la falta de alternativas habitacionales para personas sin hogar en Vigo y la escasez de plazas residenciales para compañeras sin techo en el albergue municipal».

Bouzas también criticó la falta de un parque de vivienda social en la ciudad ya que en Vigo se han ejecutado en un año «151 desalojos de personas que viven de alquiler».