Tres problemas y algún traspié fracturan a En Marea

Domingos Sampedro
Domingos Sampedro SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

xoan a. soler

A la quiebra interna de sus grupos en las Cortes y el Parlamento se añade la pérdida de la camaradería

04 dic 2018 . Actualizado a las 07:15 h.

La fundación de En Marea fue saludada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en la primavera del 2016, con una intención de voto del 1,7 %. En cambio, el barómetro del pasado octubre le daba solo un 0,6 %, prácticamente un tercio del apoyo que llegó a tener. ¿Qué ha ocurrido?, ¿cómo se ha llegado a esta situación? Lo cierto es que En Marea se ha topado con tres grandes problemas infranqueables, aderezados con unos cuantos incidentes, que no le permitieron cumplir los objetivos y los propósitos marcados en la hoja de ruta fundacional.

El primer problema tiene mucho que ver con la subordinación de los diputados de En Marea en el Congreso a la estrategia política trazada por Pablo Iglesias para Podemos. En Marea está domada y castrada en Madrid por la formación morada. Es algo que se puede explicar de muchas maneras, pero es suficiente con recordar las palabras pronunciadas por Alexandra Fernández (Anova) en el último plenario del partido, cuando mostró su indignación por que la formación rupturista funcionara como un «satélite» de Unidos Podemos y con una agenda marcada por «intereses persoais» de «dous ou tres deputados» de Podemos y EU que no consultan al resto. La imagen viva de la fractura interna.

La diputada Quinteiro

El segundo problema, también infranqueable, se hizo evidente en el Parlamento gallego, donde En Marea era el partido llamado a liderar la oposición en la actual legislatura, pues, aunque fuera por dos puntos, superó en votos al PSOE. No obstante, el incidente con la Policía Local de Santiago protagonizado por la diputada Paula Quinteiro fracturó el equipo de Villares en dos mitades. Pese a que el 85 % de los inscritos en el partido le exigieron la dimisión a Quinteiro, esta se parapetó en el respaldo que le dieron los alcaldes de Santiago, A Coruña y Ferrol y recibió el veredicto de las bases con un pase torero.

La fractura provocada con el caso Quinteiro ilustra todo lo demás, pues delimita también las dos facciones enfrentadas ahora mismo por el poder interno, e incluso las que contribuyen, y las que no, a sostener las finanzas y gastos del partido que les dio el escaño.

El tercer problema es, si cabe, el más grave de todos, pues tiene mucho que ver con la quiebra de la camaradería interna, o lo que en este espacio político han calificado tantas veces como «irmandade». Ahora casi es más normal que unos y otros se lancen a la yugular en las redes sociales, empleando acusaciones gruesas. No se respetan las reglas de juego -ni siquiera las reglas de juego aprobadas por ellos mismos- e incluso es posible ver a un gurú de la unidad popular como Antón Dobao utilizando el término «carracha» para referirse a sus adversarios internos con este llamamiento: «Toca desparasitar».

Todos estos elementos forman parte de En Marea, un espacio político que, pese a todo, tiene vocación de seguir ensamblado. Lo de la unidad interna es algo que siempre se pregonó, pero que casi nadie practica.