El obispo considera que «no es el escenario» que se ve en otros casos: «Sinceramente, no lo creo. El joven o los jóvenes no se sentían víctimas de nada, eso está reconocido así; por tanto, es distinto. Hay que considerar la edad del sacerdote y las facultades a ciertas edades. Por mi parte, he hecho lo que debía hacer y, aunque se trate de un solo caso, no exento de gravedad, hay que pedir perdón y reconocer que esto no debe de suceder».
En su denuncia ante el obispo, el joven explica: «He guardado silencio hasta ahora sobre este hecho que le voy a exponer y que me sucedió cuando tenía 17 años. Una tarde un amigo y yo estábamos en la plaza de la catedral y este sacerdote nos interpeló para que lo ayudásemos a bajar las escaleras; al tratarse de un anciano, no lo dudamos, ocasión que aprovechó para tocarme el trasero, rechazándolo yo de inmediato».