«Todo esto me está afectando moralmente, no sé cuándo podré recibir, ni si recibiré, el dinero»

Mila Méndez Otero
m. m. otero A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

CESAR DELGADO

David Couceiro Osorio es una de las víctimas por el atasco derivado por la creación de juzgados especializados en cláusulas suelo

15 ene 2019 . Actualizado a las 19:15 h.

Ha salido perdiendo por partida doble. Por un lado, es uno de los afectados por el atasco derivado de la creación de los juzgados especializados en cláusulas suelo y otras demandas contra la banca. Por otro, el colapso judicial por la huelga ha complicado todavía más la resolución de su proceso. Para ponernos en situación, David Couceiro, vecino de Betanzos de 42 años, padre de dos hijos y trabajador en el sector de la hostelería, firmó en el 2005 una hipoteca con el desaparecido Banesto. En dicho contrato se incluían una serie de cláusulas que en el 2015 el Tribunal Supremo consideró abusivas. Cuando fue a reclamar, el Santander, el nuevo dueño de la entidad que había presidido Mario Conde, se desentendió de lo pactado. «Me dijeron que ellos no habían cobrado esas comisiones, sino el Banesto. ¡El caso es que me las seguían cobrando!», exclama David. 

En noviembre del 2017 inició el proceso judicial. «En uno o dos meses el juzgado te avisa de si la demanda ha sido admitida a trámite o no. Aún acabamos de enterarnos ahora, cuando se cumple un año», reprocha. «O seguinte paso é o traslado da nosa demanda ao demandado, o banco neste caso. Algo que debería ser relativamente áxil, aínda non sabemos se se fixo ou non: a comunicación da denuncia. É un trámite interno do xulgado», explica Catuxa Lage, la abogada de David. 

7.000 euros retenidos

La cantidad que David Couceiro reclama ronda los 7.000 euros. Un dinero que se llevó la entidad bancaria en gastos hipotecarios como la notaría, el registro, impuestos o comisiones como la de apertura. Aun encima, en el 2007 solicitó refinanciar la hipoteca para ampliar su cuantía. Le volvieron a cobrar todas esas comisiones. «Para el banco puede no ser una cantidad muy comprometedora, pero para mí sí lo es. Son unos ahorros que nos ayudarían a tapar agujeros, a llegar sin tantos apuros a fin de mes. Sigo pagando la hipoteca, aún no he terminado. No sé cuándo podré recibir, ni si recibiré, ese dinero. Además, tampoco podré optar a cobrar los intereses por la demora hasta que se dicte sentencia», lamenta Couceiro.

El enfado es compartido por la abogada, que tiene varios casos similares al de David esperando en un cajón. «Presentei na sala da Coruña a demanda dunha familia, tamén de Betanzos, o 30 de novembro do ano pasado por unha cláusula chan. Ata agora só temos o número de expediente. Somos o dous mil e pico», denuncia. 

Colapso por partida doble

El Xulgado de Reforzo de Primeira Instancia n.º 7 de A Coruña, en el edificio de la antigua Audiencia, abrió sus puertas en junio del 2017 para hacer frente a una avalancha: todas las demandas por cláusulas abusivas de la banca. «A solución sería volver ao sistema anterior, aos xulgados de primeira instancia», defiende Catuxa Lage. Situaciones como la de David, continúa la letrada, son «especialmente delicadas polo importantes que poden ser os aforros paralizados para unha familia media. A folga da Xustiza veu aquí a empeorar un atasco que xa existía polo cambio xudicial». 

Un segundo proceso judicial

David también ha tenido que acudir a los tribunales por otro motivo: «Una mala praxis médica -asegura- me dejó en coma. En febrero acudí al médico por unas molestias en el oído. No le dio importancia y resultó ser una meningitis. Aunque sé cómo está todo, es algo muy grave para no denunciarlo».

Los problemas nunca vienen solos. «Todo esto me está afectando moralmente. Lo peor fue enterarme de que hay funcionarios que quieren hacer horas extras para agilizar los procesos atrasados y no pueden, o no les dejan, porque no tienen asegurado que les vayan a pagar esas horas», dice David.

A la lista hay que añadir el pago de los honorarios de la abogada y del procurador. Se enfrenta a un gigante de la banca, pero no se rinde. Reitera que son los pequeños demandantes los peor parados de este colapso.