Natalia Fernández: «Dejé la enfermería para cuidar a mi hija. Soy feliz»
GALICIA
Natalia es madre a tiempo completo y lo es, además, por convicción total y absoluta
02 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Natalia y su hija Xulia aparecían ayer a media mañana por la calle Michelena de Pontevedra. La niña, de 16 meses, corría feliz por la ciudad amiga del peatón mientras la madre la dejaba libre. Podría pensarse que aprovechaban el día festivo para estar juntas porque el resto de la semana no cuentan con ese tiempo, pero nada más lejos de la realidad. Natalia es madre a tiempo completo. Lo es, además, por convicción total y absoluta: «Dejé la enfermería para cuidar a mi hija. Soy feliz. Respeto lo que haga cada familia, y sé que hay muchas que no podrían o no querrían hacer esto, pero yo opté por dejar de trabajar para cuidar a la pequeña, y estoy contenta», cuenta. Luego, mientras Xulia sigue jugando a su aire, Natalia va contando su historia.
Trabajó como enfermera e investigadora en distintos sitios, tanto en el ámbito público como en el privado. Cuando se quedó embarazada ejercía de forma eventual como enfermera en neonatos, en el Hospital Provincial de Pontevedra. «Me encantaba mi trabajo», señala. Antes de que naciese su hija no tenía claro si aparcaría o no la vida laboral; lo que sí sabía es que no iba a llevar a la pequeña a una guardería. «Por mi trabajo estoy cansada de ver el enorme absentismo que hay en los primeros años en la guardería. El niño va un día o dos, enferma, deja de ir... y así continuamente. Además, creo que hay una gran mentira con eso de que es bueno que se inmunicen. No tienen que inmunizarse de nada. Y tampoco me creo eso de la socialización. A unas edades tan tempranas los niños no socializan, eso depende tanto de cada niño...», cuenta.
En los primeros meses de vida de la niña pensó en tirar de los abuelos y compatibilizar crianza y trabajo. Pero vio que el puzle era complicado. Además, empezó a tener cada vez más claro que quería estar muy presente en el día a día de su hija, por lo que pidió la suspensión de llamamientos por cuidado de la pequeña -con esta fórmula logró que no la saquen de las listas-. Se le pregunta si económicamente no es complejo, y señala: «Mi pareja es profesor. No es mileurista pero tampoco tiene un sueldo elevadísimo. ¿Tienes que renunciar a cosas? Sí, pero insisto, merece mucho la pena». ¿No se cansa, no hay momentos en los que volvería a trabajar? «Es duro encargarse de la crianza y la casa. Es el trabajo más difícil que hice en mi vida, ni la investigación me parecía tan dura. Sigo adelante con la lactancia materna y aún no logré dormir entera una sola noche», dice. Natalia, de 36 años, prevé cuidar a sus hijos hasta que vayan al colegio. ¿Después? «Me apasiona la enfermería, seguro que volveré algún día», remacha.